La escritora Paula Galansky.
Foto:Gentileza.
En 2021 este libro fue seleccionado por un jurado integrado por los escritores Francisco Bitar, Marina Closs y Matías Capelli. Fue presentado en sociedad mayo de este año y se encuentra en librerías de la ciudad. Paula Galansky nació en 1991 en Concordia (Entre Ríos) pero vive en Rosario. Estudió Letras en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) y trabaja como profesora y correctora. Integra la antología Divino tesoro (Mardulce) y publicó Dos noches (Menta Zines) e Inventario (Ediciones Danke, Rosario).
En diálogo con Mirador, Paula desgranó este libro, su primer publicación personal de cuentos, y precisó sobre las construcciones de estas historias enredadas, con perros buscados, amores desencontrados, lazos familiares conectados a las estrellas y hasta una escena del fin del mundo nunca antes vista en los films de ciencia ficción porque el protagonista es el propio meteorito que destruirá el Planeta Tierra.
Mirador: ¿Cómo fue conocer ese resultado en el concurso de EMR editora, y qué pensás que significó para tu carrera como escritora?
Paula Galansky: Cuando me enteré de la noticia justo estaba parando en casa de mi madre en Concordia, y fue un momento algo surrealista: estaba rodeada de niños alrededor al momento de enterarme, porque ahí funciona una colonia de vacaciones. Si bien yo lo deseaba mucho, fue una sorpresa para mí saberme elegida. Este premio me dio la posibilidad de publicar mi primer libro, porque antes había publicado solo fanzines y participado de antologías. Y que sea mi primer libro de cuentos, con la Editorial Municipal que es hermosa y que tiene un circuito, más la visibilidad que te da el premio, es algo increíble.
M: Se trata de un libro de seis cuentos hondos y sensoriales, muy conectados con los vínculos amorosos y familiares. ¿Se fue construyendo en unidades o como un universo completo?
PG: En el momento no me propuse escribir un libro sobre algo, escribía cuentos, algunos que terminaba, otros no, y cuando supe la fecha del concurso me propuse terminarlos para postular. Fueron seis meses de intenso trabajo pero estaba como hipnotizada con estos
cuentos. Al terminarlos busqué cierto ritmo entre los cuentos, y que el último sea como un cierre. Era una apuesta porque éste –que lleva el título del libro- era distinto al resto de los cuentos -por el personaje protagónico originalísimo-. Aunque fueron separados, al unirlos tuve conciencia difusa de que construía un universo, con un conjunto de personajes que pueden ser los mismos.
M: En uno de los cuentos la narración pareciera plantear un “fin del mundo” que está a su vez despojado de tragedia, con una primera persona muy original y observadora de los vínculos humanos. ¿Cómo surgió la idea inicial?
PG: Me interesaba eso de despojar la idea de tragedia. El fin del mundo está ligado a los films hollywoodenses y eso no me gustaba. Cuando lo escribí alguien relacionó el cuento con “Melancolía” de Lars Von Trier. Yo no quería que se parezca a otros relatos del fin del mundo. El primer borrador lo armé en una diplomatura de escritura de la UNTREF, y las lecturas del docente y compañeros ayudaron. Me divirtió mucho.
M: En el cuento Diez inviernos la narradora explica desenlaces posibles como mecanismos de negación a la muerte. Un ‘Elige tu propia aventura’ para procesar los duelos.
PG: Es algo que apareció, pero eso es algo que me sucede, que al ocurrir una mala noticia tiendo a pensar en todas las otras posibilidades para que no ocurriera esto y obsesionarme con esa idea de que la pérdida no existió.
M: En otro de los cuentos, El destino de los peces, hay dos tiempos de una pareja entre el pasado y el reencuentro, y las dudas sobre los destinos a elegir de ambos. También hay otros protagonistas, un grupo de peces encerrados en una palangana, cada cual con su destino y todos atados en ese encierro. En cada párrafo se describe la escena cual guion, donde se ven los hilos de la narradora para dar a su vez potencia a la escena en un tiempo presente perfecto.
PG: Me gusta eso del encuadre, la escenificación la tomé de una película que me gustó de Agnes Varda, mostrar en escena la ficción al señalar: “este es el sombrero de tal”. La voz narradora que te está contando una historia. También vi algo de este recurso en algunos poemas, pero nunca en un cuento y lo quise probar. Me gustó que es un modo de presentar como diciendo “esto es una historia”, me daba la posibilidad de juego y de distancia desde quien escribe. Y los peces se me aparecieron en la escritura, yo no sabía para qué iban a estar los peces ahí, pero empezaron a funcionar. Se me apareció la imagen de estos abarrotados en un balde. Hay muchas capas de historias funcionando a la vez, se entrecruzan y se conectan.
En diálogo con Mirador, Paula desgranó este libro, su primer publicación personal de cuentos, y precisó sobre las construcciones de estas historias enredadas, con perros buscados, amores desencontrados, lazos familiares conectados a las estrellas y hasta una escena del fin del mundo nunca antes vista en los films de ciencia ficción porque el protagonista es el propio meteorito que destruirá el Planeta Tierra.
Mirador: ¿Cómo fue conocer ese resultado en el concurso de EMR editora, y qué pensás que significó para tu carrera como escritora?
Paula Galansky: Cuando me enteré de la noticia justo estaba parando en casa de mi madre en Concordia, y fue un momento algo surrealista: estaba rodeada de niños alrededor al momento de enterarme, porque ahí funciona una colonia de vacaciones. Si bien yo lo deseaba mucho, fue una sorpresa para mí saberme elegida. Este premio me dio la posibilidad de publicar mi primer libro, porque antes había publicado solo fanzines y participado de antologías. Y que sea mi primer libro de cuentos, con la Editorial Municipal que es hermosa y que tiene un circuito, más la visibilidad que te da el premio, es algo increíble.
M: Se trata de un libro de seis cuentos hondos y sensoriales, muy conectados con los vínculos amorosos y familiares. ¿Se fue construyendo en unidades o como un universo completo?
PG: En el momento no me propuse escribir un libro sobre algo, escribía cuentos, algunos que terminaba, otros no, y cuando supe la fecha del concurso me propuse terminarlos para postular. Fueron seis meses de intenso trabajo pero estaba como hipnotizada con estos
cuentos. Al terminarlos busqué cierto ritmo entre los cuentos, y que el último sea como un cierre. Era una apuesta porque éste –que lleva el título del libro- era distinto al resto de los cuentos -por el personaje protagónico originalísimo-. Aunque fueron separados, al unirlos tuve conciencia difusa de que construía un universo, con un conjunto de personajes que pueden ser los mismos.
M: En uno de los cuentos la narración pareciera plantear un “fin del mundo” que está a su vez despojado de tragedia, con una primera persona muy original y observadora de los vínculos humanos. ¿Cómo surgió la idea inicial?
PG: Me interesaba eso de despojar la idea de tragedia. El fin del mundo está ligado a los films hollywoodenses y eso no me gustaba. Cuando lo escribí alguien relacionó el cuento con “Melancolía” de Lars Von Trier. Yo no quería que se parezca a otros relatos del fin del mundo. El primer borrador lo armé en una diplomatura de escritura de la UNTREF, y las lecturas del docente y compañeros ayudaron. Me divirtió mucho.
M: En el cuento Diez inviernos la narradora explica desenlaces posibles como mecanismos de negación a la muerte. Un ‘Elige tu propia aventura’ para procesar los duelos.
PG: Es algo que apareció, pero eso es algo que me sucede, que al ocurrir una mala noticia tiendo a pensar en todas las otras posibilidades para que no ocurriera esto y obsesionarme con esa idea de que la pérdida no existió.
M: En otro de los cuentos, El destino de los peces, hay dos tiempos de una pareja entre el pasado y el reencuentro, y las dudas sobre los destinos a elegir de ambos. También hay otros protagonistas, un grupo de peces encerrados en una palangana, cada cual con su destino y todos atados en ese encierro. En cada párrafo se describe la escena cual guion, donde se ven los hilos de la narradora para dar a su vez potencia a la escena en un tiempo presente perfecto.
PG: Me gusta eso del encuadre, la escenificación la tomé de una película que me gustó de Agnes Varda, mostrar en escena la ficción al señalar: “este es el sombrero de tal”. La voz narradora que te está contando una historia. También vi algo de este recurso en algunos poemas, pero nunca en un cuento y lo quise probar. Me gustó que es un modo de presentar como diciendo “esto es una historia”, me daba la posibilidad de juego y de distancia desde quien escribe. Y los peces se me aparecieron en la escritura, yo no sabía para qué iban a estar los peces ahí, pero empezaron a funcionar. Se me apareció la imagen de estos abarrotados en un balde. Hay muchas capas de historias funcionando a la vez, se entrecruzan y se conectan.
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