Historias detrás de las instituciones

Raúl González y los recuerdos de haber hecho "un club desde cero"

Raúl González cuenta ya con 90 años vividos, de los que recuerda algunas cosas, y otras quedaron en el olvido. Pero lo que perdura no sólo en su mente sino fundamentalmente en su corazón, son las memorias del Club Santa Rosa. Forma parte de una generación que literalmente “levantó” una de las instituciones deportivas más grandes de Chajarí. Asegura que la institución, como todo en este país, pasó momentos buenos y otros muy complicados, pero siempre salió adelante gracias al desinteresado trabajo de muchas personas, varias de ellas anónimas.
11-01-2023 | 22:10 |

González junto al intendente Borghesán, la directora de cultura y concejales, recibiendo un reconocimiento del municipio durante los premios Villa Libertad por ser uno de los socios más antiguos de la entidad Roja y Verde.
Raúl González comenzó a trabajar para el Club Atlético Santa Rosa de Chajarí (fundado el 10 de mayo de 1952), cree, según recuerda, alrededor del año 1952 o 1954, “uno de los primeros presidentes que recuerdo de cuando arranqué en el club era Antonio Borghesán, padre del actual intendente”.

De aquellos años aclaró que se sumó antes de ser socio. “Todos los días iba gente a trabajar y nosotros como jóvenes íbamos a ayudar y así comenzamos a ir también todos los días”.

Y las tareas que se hacían no eran sencillas. Era literalmente comenzar desde cero, se trata del grupo de personas que sentó las bases para la institución. “El terreno donde está la sede del Club era muy bajo, pero era el lugar que les habían donado, entonces todos los días acarreábamos tierra, en carretilla, porque no había otra cosa, desde el Arroyo Tiguá, hasta el terreno”.
Por aquellos años lo que había en el Club era un camino de ligustrina hasta llegar a la pista de baile, que se realizaban periódicamente y era la fuente de ingresos para la institución. Incluso cancha aún no tenía.

“El único deporte que había era el fútbol, pero se recorrían distintas canchas prestadas o alquiladas en distintos barrios”.
Además de ese grupo de jóvenes que todos los días iban a trabajar, los vecinos también se sumaban y apoyaban este emprendimiento sin sospechar la importancia que tendría para la comunidad. “Todos iban, el barrio entero, capaz no a trabajar, pero te ayudaban si necesitabas algo, o te pasaban agua fresca, de todo, era algo comunitario”, recuerda Raúl.

Las primeras inversiones


Entre los momentos claves que recuerda es cuando se trajo el cableado para el predio, “la gente de Vélez, (con quienes siempre hubo ´puja´ deportiva), decía que Santa Rosa estaba armando un galpón, y era cierto. Se habían colocado chapas de fibrocemento, porque eran más baratas. Pero después de unos años se rompían así que había que ir renovándolas”. Todos estos avances eran posibles gracias a lo recaudado en los bailes. “Se hacían todos los fines de semana y lo principal era para la época de carnaval, ahí se podía recaudar para hacer las grandes inversiones”.

Edificio del Club Santa Rosa de Chajarí. 


Raúl también mencionó que, años después, luego de una excelente temporada de bailes de carnaval y posteriores, se consiguió el dinero para el tinglado del salón definitivo. “Estábamos en febrero, pero queríamos inaugurarlo para junio, primero nos dijeron que era imposible, pero cuando les dijimos que ya contábamos con el 50 por ciento del dinero, sí se pudo e inauguramos el salón para más bailes”.

Imitar lo bueno de otros clubes


Uno de los lugares donde el movimiento de los clubes era pujante era en Monte Caseros, Corrientes. “Íbamos seguido porque muchos artistas que tocaban acá en los bailes, también lo hacían allá”, aclara González y añade que ahí fue donde vio por primera vez que vendían choripanes a la salida del mismo, “era algo que a nosotros no se nos había ocurrido, pero la gente nos pedía comidas, así que al siguiente baile todos a comprar chorizos y fue un éxito”. De la misma manera que con la venta de vinos, que se compraba en damajuanas y se pasaba a botellas de tres cuartos litros.

En cuanto a los clubes locales Raúl aclaró que, aunque durante los partidos siempre existieron las rivalidades, “era algo del ímpetu de joven, pero afortunadamente siempre recibí el respeto de los dirigentes de otras instituciones, incluso me han invitado para las cenas aniversario, es algo que agradezco”.

Venta de comidas


Otro de los clásicos de hoy del Rojo y Verde es la venta de comidas. Pero no siempre fue así, y fue Raúl González justamente uno de los responsables de que se iniciara. “También era algo que se hacía en Monte Caseros, hacían cola para retirar comida, algo que para nosotros era extrañísimo. Pero lo conté en la reunión de comisión y pedí que me dejaran comprar una olla de tres patas”. Y aunque primero aceptaron con escepticismo, el beneficio fue un éxito. “Era todo desde cero, probamos, nadie sabía cómo hacer tantas porciones, pero cuando el primer beneficio funcionó, conseguimos más ollas con el jefe del regimiento y el cocinero de allí venía a cocinar, así ya se impuso la venta de locro del Club Santa Rosa”.

Finalmente, el ex dirigente y eterno simpatizante señaló que “como toda institución tuvo sus momentos buenos y otros no tan buenos, pero lo importante es contar con gente con ganas de trabajar, no importa que tengan títulos ni nada, lo que hace a un club es gente con ganas de trabajar y tirar todos para el mismo lado”.
 
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