La tapa del matutino local en el que se menciona la tragedia.
Era una jornada de mucho frío en la capital entrerriana. Domingo 13 de mayo de 2001. El Aeropuerto de Paraná recibió muy temprano a la delegación de Patronato de la Juventud Católica, que cerca de las 9 volaría en un avión Fokker de 44 plazas a la ciudad de Salta. El Santo debía enfrentar por la tarde a Gimnasia y Tiro en duelo por la primera fecha del Hexagonal final, cuyo ganador ascendería a la Primera B Nacional. Como quedaron butacas libres la delegación se completó con dirigentes (encabezados por Osvaldo Tarzia, presidente), allegados, el fotógrafo Sergio Ruiz y quien esto escribe.
Hasta la mitad del viaje, un vuelo normal. Mates, charlas, chistes y el infaltable partido de truco. En su momento, dentro de la nave, la alta temperatura se hacía insoportable (lo que determinó una serie de pedidos para que la bajen), pero a los pocos minutos, todo volvió a la normalidad.
De regreso, si bien estaba ensimismado en mi computadora escribiendo la crónica del encuentro (fue derrota de Patronato 4 a 1) noté que el avión hizo un intento de despegue, para retomar al lugar de partida y luego sí poder dejar el Aeropuerto salteño sin problemas.
El jueves 17 de mayo, viajando para cumplir laboralmente con un partido de la B Nacional entre Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay y Nueva Chicago, hubo un llamado al celular que me dejó paralizado. Ese mismo avión, con cinco tripulantes, de los que al menos cuatro habían viajado a Salta, se había precipitado a tierra falleciendo todos sus ocupantes. Fue tremenda la noticia. Porque habíamos compartido un almuerzo en Salta con ellos y porque se generó una duda para siempre acerca de que también pudo pasar en el trayecto de ida y vuelta con el plantel rojinegro.
Como periodista de EL DIARIO en ese momento, que viajé en el Fokker siniestrado, escribí estas líneas que fueron publicadas en la edición del viernes 18 de mayo: “Ante la tragedia no hay palabras. Enterarme de una noticia tan dramática como dolorosa me ha provocado una sensación que nunca había vivido. Un avión que apenas cuatro días atrás llevó al plantel de Patronato, había caído. Junto al reportero gráfico Sergio Ruiz había compartido ese vuelvo chárter, en el mismo avión que ayer dio la noticia infausta. Éramos 42 pasajeros quienes el domingo a las 8 abordamos el Fokker para que nos depositara tres horas más tarde en Salta.
Fue un vuelo agradable en el que no faltaron los chistes de rigor en el despegue. La tripulación trató con deferencia a todo el mundo. Aquellos que quisieron conocer la cabina no tuvieron problemas. Y una vez en Salta nos encontramos con la tripulación en una parrilla céntrica. Recuerdo que hacían cuentas para ver si hacían tiempo para ir a ver el partido. Consideraron que era arriesgado por el margen que les quedaba para preparar el avión en su regreso a Paraná. Uno de los pilotos nos recordó, paradójicamente, que ese avión traía suerte por cuanto era la misma aeronave en la que voló el plantel de Huracán de Tres Arroyos que en 1998 ascendió al Argentino A. Orgullosos comentaron que habían trasladado a los planteles de Boca y River por el interior del país”.
Ayer me dijeron que el accidente ocurrió por fallas técnicas. Lo que me llevó a pensar que nos salvamos por un par de días. Son esas cosas que nos enseñan a valorar la vida. Con uno de los tripulantes tomamos mates en el regreso. Hablamos del partido y recordó algunas anécdotas de vuelo. Todo normal. Normal hasta ahora, que la tristeza y la amargura no tienen consuelo”.
Indudablemente que este triste recuerdo se mantiene presente. Por el tenor de la tristeza y porque indica claramente que cualquier situación (incluido un resultado de fútbol de dos equipos que este martes 24 volverán a enfrentarse por Copa Argentina) es totalmente anecdótica cuando se trata de la vida y la muerte.
Seis equipos pugnaban por el ascenso a la Primera B Nacional. Uno era Patronato. El encuentro de la primera fecha del Hexagonal Final del Argentino A terminó con goleada de los salteños 4 a 1. El Santo había empezado ganando con tanto de Brítez. Pero Arenas, González, Reyna y Silleros dieron vuelta la historia. El equipo era dirigido por el ex Independiente Gerardo Manuel Reynoso y la formación titular fue: Corrales; Brítez, Silva, Zapata y Pacheco; Jiménez, Suárez, Borsotti y Díaz; González y Miguel.
El accidente ocurrió el jueves 17 de mayo de 2001, alrededor de las 12.25 en el sector Noreste de la estación aérea, cercana a la Ruta Nacional 40, a unos 12 kilómetros de la ciudad de Mendoza. El siniestro ocurrió apenas despegó la nave.
Se trataba de un avión Fokker F27 con 44 plazas. Había llegado a la mañana en vuelo de instrucción a la Cuarta Brigada de Mendoza con asiento en El Plumerillo, departamento Las Heras. Voceros indicaron que la nave comenzaba a despegar cuando se inclinó hacia la izquierda por lo que un ala tocó el piso y cayó. Luego se produjo una explosión. La nómina de fallecidos había sido la siguiente:
-Capitán Fernando Dámaso González (32 años).
-Primer teniente Claudio Germán Vellenich (32 años)
-Suboficial Ramón Alfredo Ortiz (43 años)
-Suboficial Anselmo Alfredo Abasto (46 años)
-Suboficial Alberto Olmedo (38 años)
Hasta la mitad del viaje, un vuelo normal. Mates, charlas, chistes y el infaltable partido de truco. En su momento, dentro de la nave, la alta temperatura se hacía insoportable (lo que determinó una serie de pedidos para que la bajen), pero a los pocos minutos, todo volvió a la normalidad.
De regreso, si bien estaba ensimismado en mi computadora escribiendo la crónica del encuentro (fue derrota de Patronato 4 a 1) noté que el avión hizo un intento de despegue, para retomar al lugar de partida y luego sí poder dejar el Aeropuerto salteño sin problemas.
El jueves 17 de mayo, viajando para cumplir laboralmente con un partido de la B Nacional entre Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay y Nueva Chicago, hubo un llamado al celular que me dejó paralizado. Ese mismo avión, con cinco tripulantes, de los que al menos cuatro habían viajado a Salta, se había precipitado a tierra falleciendo todos sus ocupantes. Fue tremenda la noticia. Porque habíamos compartido un almuerzo en Salta con ellos y porque se generó una duda para siempre acerca de que también pudo pasar en el trayecto de ida y vuelta con el plantel rojinegro.
Dolor, bronca e impotencia
Como periodista de EL DIARIO en ese momento, que viajé en el Fokker siniestrado, escribí estas líneas que fueron publicadas en la edición del viernes 18 de mayo: “Ante la tragedia no hay palabras. Enterarme de una noticia tan dramática como dolorosa me ha provocado una sensación que nunca había vivido. Un avión que apenas cuatro días atrás llevó al plantel de Patronato, había caído. Junto al reportero gráfico Sergio Ruiz había compartido ese vuelvo chárter, en el mismo avión que ayer dio la noticia infausta. Éramos 42 pasajeros quienes el domingo a las 8 abordamos el Fokker para que nos depositara tres horas más tarde en Salta.
Fue un vuelo agradable en el que no faltaron los chistes de rigor en el despegue. La tripulación trató con deferencia a todo el mundo. Aquellos que quisieron conocer la cabina no tuvieron problemas. Y una vez en Salta nos encontramos con la tripulación en una parrilla céntrica. Recuerdo que hacían cuentas para ver si hacían tiempo para ir a ver el partido. Consideraron que era arriesgado por el margen que les quedaba para preparar el avión en su regreso a Paraná. Uno de los pilotos nos recordó, paradójicamente, que ese avión traía suerte por cuanto era la misma aeronave en la que voló el plantel de Huracán de Tres Arroyos que en 1998 ascendió al Argentino A. Orgullosos comentaron que habían trasladado a los planteles de Boca y River por el interior del país”.
Los jugadores de Patronato en pleno vuelo. Cuatro días después, el Fokker sería noticia y con un saldo triste de cinco muertos.
Ayer me dijeron que el accidente ocurrió por fallas técnicas. Lo que me llevó a pensar que nos salvamos por un par de días. Son esas cosas que nos enseñan a valorar la vida. Con uno de los tripulantes tomamos mates en el regreso. Hablamos del partido y recordó algunas anécdotas de vuelo. Todo normal. Normal hasta ahora, que la tristeza y la amargura no tienen consuelo”.
Indudablemente que este triste recuerdo se mantiene presente. Por el tenor de la tristeza y porque indica claramente que cualquier situación (incluido un resultado de fútbol de dos equipos que este martes 24 volverán a enfrentarse por Copa Argentina) es totalmente anecdótica cuando se trata de la vida y la muerte.
El partido
Seis equipos pugnaban por el ascenso a la Primera B Nacional. Uno era Patronato. El encuentro de la primera fecha del Hexagonal Final del Argentino A terminó con goleada de los salteños 4 a 1. El Santo había empezado ganando con tanto de Brítez. Pero Arenas, González, Reyna y Silleros dieron vuelta la historia. El equipo era dirigido por el ex Independiente Gerardo Manuel Reynoso y la formación titular fue: Corrales; Brítez, Silva, Zapata y Pacheco; Jiménez, Suárez, Borsotti y Díaz; González y Miguel.
La lista de fallecidos
El accidente ocurrió el jueves 17 de mayo de 2001, alrededor de las 12.25 en el sector Noreste de la estación aérea, cercana a la Ruta Nacional 40, a unos 12 kilómetros de la ciudad de Mendoza. El siniestro ocurrió apenas despegó la nave.
Se trataba de un avión Fokker F27 con 44 plazas. Había llegado a la mañana en vuelo de instrucción a la Cuarta Brigada de Mendoza con asiento en El Plumerillo, departamento Las Heras. Voceros indicaron que la nave comenzaba a despegar cuando se inclinó hacia la izquierda por lo que un ala tocó el piso y cayó. Luego se produjo una explosión. La nómina de fallecidos había sido la siguiente:
-Capitán Fernando Dámaso González (32 años).
-Primer teniente Claudio Germán Vellenich (32 años)
-Suboficial Ramón Alfredo Ortiz (43 años)
-Suboficial Anselmo Alfredo Abasto (46 años)
-Suboficial Alberto Olmedo (38 años)
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