El viaje de Benja

Una entrevista imaginaria con María del Rosario Fernández

Con sus manos y un lápiz ha creado un universo teatral fantástico y ha abierto las puertas a la imaginación del mundo infantil al adulto. Una puesta teatral que ha permitido que el público rosarino disfrute de la aclamada y aplaudida obra El viaje de Benja. Mirador Provincial entrevistó a la autora y productora, María del Rosario Fernández.

09-04-2023 | 10:42 |

“Una obra de teatro en papel no vive hasta que un director no la lleva a las tablas y los personajes no le dan cuerpo”, sostiene María del Rosario Fernández.
Foto:Gentileza: Proyecto Confite.

Una temática que aborda y se entrecruza en todos los ámbitos familiares: La separación de los padres, un nene sumamente tecnológico y una imaginación que crea un universo fantástico teatral, estamos hablando de la obra teatral que es un éxito en Rosario. El viaje de Benja. La autora y productora, María del Rosario Fernández, se animó a una entrevista exclusiva con Mirador Provincial para contarnos de este mundo mágico donde a través del arte los niños sumergen situaciones reales.

María del Rosario Fernández. Profesora titular de la cátedra de Etnolingüística desde hace 37 años y de Taller de Escritura de Tesis, desde hace 30 años en la Escuela de Antropología (Fac. de Humanidades y Artes, UNR). Investigadora en el área de descripción de lenguas, análisis del discurso, bilingüismo y educación y alfabetización bilingüe y monolingüe (en todos sus niveles) en diversas instituciones como Conicet, Secretaría de Ciencia y Técnica, Clacso. Profesora de Metodología de la Investigación y Taller de Tesis en diversos posgrados (Antropología, Psicología, Ciencias Jurídicas, Ciencias Políticas, Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura) nacionales e internacionales desde hace 20 años. Profesora regular de Metodología de la Investigación y escritura académica para los becarios de la Bolsa de Comercio de Rosario desde hace 7 años. Dirige equipos de investigación en el marco de la Secretaría de Ciencia y Técnica desde 1996. Ha dirigido 79 tesis de grado y posgrado a lo largo que su carrera. La obra está dirigida por el talentoso y de destacada trayectoria, Leandro Maccagno. Director teatral y pedagogo en actuación, con una vastísima experiencia de 25 años en el rubro escénico.

Gentileza: Proyecto Confite.



Se puede ver la obra los días: 8 y 9 de abril: 17 hs. 29 y 30 de abril: 16. 20 y 21 de mayo: 16. 27 y 28 de mayo: 16. 15 y 16 de julio: 16. 22 y 23 de julio: 16. También visitando el sitio de la obra www.elviajedebenja.com.ar.

De aventura medieval
-¿Cómo surgió la obra El viaje de Benja? ¿Cómo construyes los personajes?

-Fue una cuestión muy particular. Yo venía estudiando Dramaturgia para público infanto-juvenil en el CELCIT (Bs.As.) y Dramaturgia de Títeres y Objetos con Javier Shedewsky y Leo Volpedo y se me vino a la cabeza, con el asunto de la importancia de la escala en el teatro de títeres, la imagen de un GatoDragón gigante. Por otra parte, se me ocurrió pensar en un personaje quijotesco (yo leía siempre “El Quijote” de Cervantes con mi mamá a la noche. Ella era profesora de Lengua y Literatura). Y cuando pensé en este personaje, se me vino a la cabeza su nombre: “Don Torreja, caballero de Torrijo”. Siempre me imaginé a un querido amigo de mi hijo, Fernando Malenchini, para ese papel. Esos eran los dos “cuerpos” que tenía. Como siempre trabajamos en el taller “Hijos del Rigor” dirigido por el gran maestro, Ariel Barchilon, tener dos cuerpos es algo para empezar. Muy incipiente porque hay que laburar el conflicto, sin el cual, imposible que exista obra de teatro alguna. Y bueno, el gato/dragón me condujo al gato. Y pensé en el de mi nieto (que entonces tenía casi 10 años). Y los vi a los dos: el gato y Benja. Benja, un niño muy tecnológico al que se le aparece, de pronto en su habitación, un caballero medieval, Don Torreja. Pero… ¿por qué estaba ahí? Nada fue sencillo, ni rápido (tardé 3 años y medio en escribir la obra que tiene 20 versiones) Y, claro, surgió la mamá de Benja, una mujer muy de hoy en día: súper trabajadora, corriendo de acá para allá y con un hijo preadolescente, con todo lo que eso significa…. La mamá me vino con un gorro de chef. Claro. Hacía cattering… Y estaba recién separada de su marido, pero….Y allí surgió el conflicto: estaba de novia con Toribio (“el de los hue…..tibios”). Benja jamás llega a decir esta frase. Claro, Benja estaba celosísimo porque (y acá viene lo interesante de los objetos dramáticos) no sólo Toribio estaba con la mamá, sino que, encima, le usaba las pantuflas a su papá!!!!!! Esto es un leiv motiv a lo largo de toda la obra. Tanto Toribio como el papá de Benja, son personajes extraescena, referidos. Bueno, instalado el caballero medieval, vinieron todos los equívocos lingüísticos y de concepción del mundo entre Benja y Don Torreja, lo que hace que la obra tenga múltiples facetas para trabajar desde lo semiótico y lo lingüístico. Cuestión que Benja tiene que ir a la escuela y no se duerme y la mamá está enchinchada, amenaza con subir. Don Torreja, que perdió a su dragón, llamado igual que el gato de Benja, Torrejón sospecha que Benja ha hechizado a su dragón y lo convirtió en “gato malhabido”. Le quita lo que supone que es una varita mágica (el celular) y termina emprendiendo con él un viaje al pasado, a Torrebalbuena de Tripa Vieja. Lo que ninguno de los dos sabe es que todo esto se ha producido por un hechizo….pero no de Benja. En esta aldea medieval, ambos tienen un objetivo en común: recuperar a sus fieles amigos: Benja, a Torrejón (su gato) y Don Torreja, a Torrejón (su dragón). Pero, el destino les depara encontrarse con TorrejónMix (una mezcla de gato/dragón, en realidad, el primer personaje que vino a mi cabeza) Y no sólo eso, se encuentran con una aldeana (que es la misma actriz que hace de Mamá de Benja) que suena como la mamá, pero algo distinta (pensemos en el cronolecto del castellano de la época que, lógicamente, debí “atenuar”). Claro, esta “aldeana” era una enamorada eterna de Don Torreja y ese encontraba celosísima porque éste se fue a servir a su dama “Agricesa de Dulcipina”. No sabe que sólo era su caballero y que no se casó con ella. A todo esto, TorrejónMix dista mucho de ser el gato pelusito de Benja y de ser el aguerrido dragón de Don Torreja…. Es un mix (y defiende su identidad de tal) pero muy, muy mala onda. Al que no le gusta nada ni nadie Y no quiere ser ni gato, ni dragón. En intentar deshechizarlo, Don Torreja y Benja se solidarizan. La que tendrá la clave para eso (aunque nadie lo sabrá más que el público) es la aldeana, que, en realidad, es la tátara, tátara, tátara abuela de Benja, cocinera, como su mamá.

-¿El viaje de Benja es una alegoría de la importancia de cuidar las infancias?

-En cierto modo, podemos decir que sí, en tanto supone la presencia de un niño en distintas épocas. Obviamente, a los 10 años, un niño no era tal en el medioevo, era un infante e iba a la guerra. Qué quiero decir con esto, que Don Torreja y la Aldeana, tratan con cierta “brusquedad” a Benja (cosa de la que él acusa recibo), pero también en el presente se ven situaciones en las que el mundo adulto no presta la debida atención a los conflictos propios de la niñez. Sí, en este sentí, podríamos decir que se trata de una alegoría.

-El viaje de Benja es uno de los mayores éxitos del teatro Rosarino. ¿Se siente orgullosa?

-Siento que he trabajo muchísimo. Y no yo sola. Porque una obra de teatro en papel no vive hasta que un director no la lleva a las tablas y hasta que los personajes no le dan cuerpo. Agradezco muchísimo a Leandro Maccagno, nuestro director y a nuestros actores: Fernando Malenchini (Don Torreja), Ligia Sarich (la mamá y la aldeana), Lisandro Quinteros (Benja), José Luis Santa Cruz (Torrejón y TorrejónMix) Y no quiero jamás olvidarme de que si llegué a escribir esto es gracias a mis “Hermanos en el Rigor” , como nos llamamos los asistentes al taller de dramaturgia de Ariel Barchilon. Todos ellos fueron fundamentales en estos tres años y medio. Con sus sinceras críticas (a veces durísimas), su aliento, su compromiso. Y también, en tanto productora de la obra, no quiero dejar de reconocer el inmenso trabajo en las redes de mi hija, Luciana Hachen, con su empresa, “Proyecto Confite”; la labor sobre el diseño de vestuario de Andrés Lavallén y luego la confección mágica de Lorena Fenoglio. Las luces y sonido de Ignacio Farías; la labor de nuestro ilustrador, Nicolás Vera; el trabajo de prensa de Leo Gambetta y de Andrea; la buena predisposición de María Zárate (dueña del teatro, La Sonrisa de Bécket).

-Con tus manos y un lápiz creaste universos fantásticos y abriste las puertas de la imaginación a la animación, a los conflictos reales de una familia... ¿Cómo se logra?
-Volviéndose vieja (jaja). Jugando mucho con los chicos y escuchándolos un montón. Y estudiando…No puedo nunca separarme de la académica que soy: soy docente e investigadora en la UNR desde hace 39 años, he formado cantidad de gente en grado y posgrado. Dirijo el doctorado en Antropología, pero siempre he tenido ese espíritu lúdico y la capacidad de las cosas me sorprendan. Desde muy chica (porque viví conflictos terribles en mi familia y en la historia del país que me tocó vivir) la imaginación siempre me salvó. Siempre fui una gran lectora y creadora de mundos para que otros pudieran pasar un poco mejor lo que les tocaba. Y eso es la infancia, básicamente, ese lugar mágico al que aunque tengamos 100 años, siempre volvemos porque, más o menos conflictivo, es el lugar en el que nos construimos. Por eso me parece tan importante que la fantasía pueda dar una respuesta a través del arte (cualquier sea) a los conflictos “reales” que viven tanto niños, como adultos. ¿Cómo se logra? Viviendo, no dejando pasar nada de lado en la vida, aprovechándolo todo, trabajando en la alquimia de construir y reconstruir, tanto a nosotros mismos como a nuestro entorno, pero siempre por la vía de la creatividad.

-En esta comedia romántica de aventura inédita: El viaje de Benja, hay que ponerse en los zapatos de los niños, lo que es muy exigente para cualquier adulto. ¿Cómo se consigue?

-En realidad, no me costó mucho de base porque nunca dejé de ser una niña. El asombro, la actitud de investigarlo todo, la generación de empatía son propios de mi personalidad. No tuve que pensar para niños, pensé, sentí como la niña que sigo siendo y con los niños que me rodean (mis nietos, por ejemplo).

-Me gusta insistir en este punto. Dicen que siempre se regresa a viejos recuerdos de infancia. ¿Cómo transcurrió tu infancia?

-Mi infancia es larga, compleja y bastante triste de contar, en algunos aspectos. Muertes, desolación, persecución política a mi familia…En fin… pero jamás olvidé los cuentos de mis abuelos y de mis bisabuelos (seres fundamentales en mi vida). Siempre recuerdo sus comidas, sus olores, sus paseos por el parque, sus visitas a museos…el hecho de que mi nonna, por ejemplo, siempre me llevaba al teatro. Yo soy hermana mayor con dos padres únicos hijos que nunca pudieron ser padres del todo porque fueron siempre muy “hijos”. Y yo asumí muchas responsabilidades desde muy chica, como cuidar a mi hermana, Laura (desgracidamente, fallecida) y, de adolescente, a mi hermano, Fede. De modo que siempre tenía que inventar algo para que no hicieran “lío” y se entretuvieran… Además, tuve la dicha de ir a un colegio franciscano, Nuestra Señora de los Ángeles, en donde mis amigas y compañeras de toda la vida (con muchas de ellas nos conocemos desde los 4 años) siempre alentaron mi creatividad (pese a que era bastante “bicho raro”). Seguimos siendo grandes amigas y encontrándonos una vez por mes…. Y es un regalo para nuestras almas.

-¿Cuánto absorbemos de los otros?

-No sólo es lo que absorbemos, es cómo lo tramitamos y lo metamorfoseamos…. Porque cada uno es uno y único. Yo, particulamente, siempre elegí quedarme con lo mejor, con la parte más “vital” y “sana” del otro (lo que no quiere decir que no me haya mandado terribles equivocaciones en mi vida) Sí, creo que es muy importante, como dice Bruner, “andamiar”, ayudar al otro, darle todas las posibilidades para él, andamiado por el mundo adulto, pueda construir el conocimiento, no repetirlo cual loro parlanchín. Hay que ser respetuoso, apoyar, pero saber que el otro hará su historia y no la mía, la que a mí se me antoja. Y eso no debe enojarnos, debe hacernos crecer como personas. Como docente siempre lo he vivido así: jamás salí de una clase sin la sensación de haber aprendido mucho más de lo que “enseñé”. Jamás dejé de sorprenderme con las ideas de los investigadores y tesistas que dirijo. Siempre me encantó que me superaran y que nuestras diferencias fueran ocasión de diálogo. Creo que eso le está faltando a nuestra sociedad: diálogo, más puentes que grietas.

-Hayao Miyazaki sostiene “la creatividad es realmente una carrera de relevos. Somos como niños que llevamos un testigo, pero en vez de pasarlo a la siguiente generación, tal como nos lo entregaron, necesitamos comprenderlo, digerirlo, hacerlo nuestro”, ¿Qué pensas de esta frase?
-Me parece sumamente lúcida y me adhiero a ella. Por ello es tan importante el diálogo intergeneracional, pero no porque los adultos tengamos que saber más que los chicos y estar siempre en pose de mármol erudito (nada más lejos de mí) sino porque la creatividad deviene en esa historia y porque, como dice Vigotsky, el signo es básicamente cultural e histórico. Y los signos no permaneces inmutables. Por eso el humano es creativo necesariamente y debe estar abierto al cambio que los otros (niños, pares o quien sea) le propongan.

-¿Por qué la gente debe ir a ver El viaje de Benja?

-No creo que “deba ir”…jaja… Creo que lo puede pasar muy bien si va: pueden encontrarse con su niño interior y pueden disfrutar junto a sus niños. Además, como buena “profe” que jamás dejo de ser, en torno de la obra de teatro, he producido una serie de juegos y de materiales didácticos para que puedan ser retomados por los adultos (padres, madres, abuelos, tíos, docentes, etc.) y que permiten la revisión creativa de la obra…No para saber “qué es lo que el autor dijo” (pregunta que detesto y me parece absolutamente inútil) sino para reflexionar acerca de “qué es lo que te dijo”.

-¿Cree que la fantasía entendida como imaginación es necesaria para contar historias a los niños?

-Definitivamente, sí. Imaginar es una de nuestras funciones simbólicas básicas y necesarias: sin ella no arte, no hay ciencia, no hay vida….Porque la vida se cuenta, se relata y nunca es una foto (y cuestionemos el tan icónico sesgo que se le otorga y que sabemos que no es tal) de un algo “real”, siempre pasa por el “filtro” maravilloso de la imaginación de uno o de varios…

 

-¿En qué proyecto estás trabajando del que puedas adelantarnos algo?
-Estoy escribiendo una obra de teatro para adultos, “Cuestión de piel” que ya lleva 3 años “incubándose” (como dice Ariel Barchilon) y que me está dando muchísimo trabajo con el trío entre una abuela salteña terrateniente, una nieta albina y una criada aymara…. Pero veremos…


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