Desde Coronda

Una donación salvó la vida de una persona a 6.700 kilómetros de distancia

La historia tiene mucha distancia entre el lugar de residencia del donante y del paciente, pero en realidad eran más cercanos de lo que podían haber pensado alguna vez. Para Eric donar médula ósea fue salvarle la vida a Tristán, que por su edad podría ser su padre o su tío. Un acto de amor al prójimo que permite seguir viviendo a otro, nada más y nada menos.

09-06-2023 | 10:41 |

Tristán Zárate y Eric Cimolini. Receptor y donante.
Foto:Gentileza.

Hace algo más de una semana fue el día del donante de órganos. Por el mismo sendero del amor al prójimo en este caso se conoció una historia que vincula a dos argentinos que no se conocían, vivían a 6.700 kilómetros de distancia en línea recta sin haber sabido nada del otro antes. Son esas sorpresas que hacen que la vida jamás pueda ser monótona y es tan valiosa la existencia de las personas que, quienes ayudan a que otro viva, sin dudas que se “convierten en héroes”, maximizando el poder que esa frase futbolera ha tenido.

Eric Cimolini es corondino, profesor de Educación Física y personal trainer, entre otras actividades,
tiene 31 años. Tristán Zárate es cordobés de origen, mudado con su familia a Doral, Miami,
Estados Unidos hace más de 5 décadas, hoy tiene 63 años. Sus vidas se cruzaron para que una de
ellas siga existiendo, nada más y nada menos.
Es que Cimolini le donó médula ósea a Zárate, y gracias a esa donación el ahora ciudadano
norteamericano pudo curarse de una enfermedad terminal. En 25 millones de probabilidades se
encontraron dos argentinos para amigar sus almas para siempre.

Una historia maravillosa
El Litoral dialogó con el docente de Coronda, departamento San Jerónimo, sobre lo que le tocó
vivir y la experiencia que significó que de su cuerpo saliera la cura para otra persona, totalmente
desconocida hasta hace poco…
-¿Qué hay que hacer para ser donante? ¿Siempre supiste a quién le donabas? ¿Te lo ofrecieron o
lo elegiste vos?
-Para ser donante de médula ósea hay que registrarse en una base de datos, esto lo regula a nivel
nacional el Incucai, en mi caso yo me registré durante una colecta de sangre en Su Mutual, en
Coronda, en 2015, simplemente te hacen una pregunta, si quiero figurar como donante de médula

ósea. En ese momento dije que sí obviamente sin esperar alguna vez tener esta oportunidad de
donarla a una persona y salvarle la vida.
-¿Cuál es la historia de vida y la enfermedad de Tristán?
-La enfermedad de Tristán la conozco cuando entro en contacto con él, ahí cruzamos nuestra
información, nuestros datos. En 2019 le detectan cáncer en la sangre, un linfoma con la
particularidad de que atacó a células generalmente inmunes, por ende era un caso bastante
especial. Ese año cuando le descubren la enfermedad hace una primera intervención que es un
proceso con su propia médula ósea, le extraen sangre, le activan sus plaquetas y se las reinsertan
pero el método no funcionó, a los dos meses el cáncer lo atacó de vuelta con una expectativa de
vida de dos años máximo para él. Bastante dolorosa esa frase: tenía dos alternativas, recibir
médula ósea de un donante que para esa cuestión tenía que ser 100% compatible y había un
registro de 25 millones de personas. Podía conseguir, o no. El otro método era innovador, se lo
ofrecen en el Hospital de la Universidad de Miami, era sacarle sangre y las plaquetas para probar
métodos. Se optó por la primera porque se verifica que éramos 100% compatible con él, entra el
Incucai conmigo en contacto para informarme a ver si aceptaba donar médula ósea a un paciente.
-¿Qué sentiste y qué pasó por tu interior cuando viste que ese nene vive gracias a vos?
-No hay palabras para expresar cuando Tristán me dice que está con vida gracias a mí. No hay
palabras para describir semejante emoción, simplemente es un hecho que tendríamos que
provocarlo todos. Todos deberíamos ser donantes, es un acto de bondad, que no duele y no afecta
al propio ser humano. Estás dando vida, eso es un montón. Donar salva vidas y es buenísimo, lo
mejor que le puede pasar a una persona. Con 63 años él está viviendo y no es gracias a mí, sino la
lucha que él tuvo contra el cáncer, la peleó muchísimo. Una parte es gracias a mí, pero su pelea
fue fundamental.
-¿Por qué decidiste romper el anonimato?
-El romper el anonimato era para conocer a esta persona. Yo no estaba al tanto, sólo sabía que
tenía cáncer, pero me atraía conocer su historia de vida. Cuando cruzamos los datos, yo solamente
sabía que era un hombre de 61 años de EEUU, pero cuando obtengo más datos de él… su
nacionalidad es argentino. Es grande el mundo pero las casualidades de la vida aparecieron. Era
cordobés, a sus 4 años se fueron allá con toda su familia, hicieron toda su vida en el exterior, pero
el alma sigue siendo argentina, más casualidad que esa, imposible. Es un honor poder haberlo
conocido, somos como amigos de toda la vida, ese que hace mucho que no ves y querés
encontrarlo y charlar horas y horas y abrazarlo fuerte.
“Falta información”
-¿En qué consistió la práctica médica para que puedas donar? ¿Implica algún riesgo? ¿Hay
requisitos de salud para poder hacerlo?

-El proceso de donación no implica ningún riesgo, acá es el punto donde hace falta brindar
información a la población. Hay dos métodos para ser donante de médula. Uno es la punción en la
columna, y el otro método es el que utilizamos nosotros y el más aconsejable, un proceso
periférico donde pinchan los dos brazos, de uno sacan sangre, va a una máquina tipo
centrifugadora, selecciona las plaquetas y el resto vuelve por el otro brazo. Dura 4 o 5 horas
dependiendo de las plaquetas, no duele, estás ayudando a una persona para que siga viviendo.
Uno está excelente de salud y ese gesto de amor y de fe no duele, y no es un riesgo. Eso sí: te
hacen estudios antes de esto donde controlan y ven si estás en condiciones para donar, de lo
contrario el proceso se corta.
-¿Es la primera donación que hacés? ¿Se puede donar más de una vez?
-Es la primera vez como donante de médula. Es muy difícil ser compatible con una persona. Es
difícil conseguirlo con un familiar, así que imaginen con un extraño… Ojalá me toque donar más
veces. Debe pasar un tiempo pero se puede donar más de una vez y lo volvería a hacer sin ninguna
duda. En cuanto a sangre, es un acto que hace bien a la misma persona, lo he hecho varias veces,
cada tres meses se puede y ojalá todos se prendan de esta buena acción y donemos.
-¿Por qué creés que la gente es reacia todavía a donar órganos, sangre o médula?
-A la gente le falta este empujoncito de historias, que conmueven, y un poco de información a lo
que es la persona que está donando, que su organismo recibe buenas noticias al donar sangre o
médula. Son actos de amor y el cuerpo pasa buenas facturas en el buen sentido, pero se necesita
información. Hay muchos que piensan que donar médula es un método muy doloroso y de
punción pero está el otro como dije anteriormente. Pienso en lo que vivió Tristán. Esa espera debe
haber sido eterna, por eso, que la gente tome conciencia y que acepten figurar en este registro. En
Argentina solamente hay 600 mil personas siendo más de 40 millones, si estuviéramos todos en
ese registro, la incidencia de compatibilidad sería mucho más alta. Después que esa persona
acepte ser donante es un paso más.

-¿Qué enseñanza te dejó todo este proceso?

-Es difícil responder eso. Mi mamá me dijo que estaba muy orgullosa del hijo que tenía por este acto… pero yo le dije que era gracia a cómo ellos me educaron. Ser buena persona hace generar estos buenos actos, y estas historias contagian por eso queremos difundirlas para que la gente la lea y se interese.

-¿Qué le dirías a la gente para que se ofrezca como donante?

-Que lo haga: donar no duele y le da vida otra persona. Pueden salir bien las cosas o no, porque el que recibe la donación puede tener problemas con las células extrañas pero eso ya es otra cosa. Donar salva vidas, es un acto de buena fe, de bondad y de buena persona.


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