Una vida dedicada a sostener las tradiciones
Juliana y Daniel son profesores de danzas folklóricas. Además de enseñar a bailar, hacen a sus alumnos valorar las costumbres argentinas. Aseguran que la cultura necesita más apoyo.
Juliana y Daniel son profesores de danzas folklóricas. Además de enseñar a bailar, hacen a sus alumnos valorar las costumbres argentinas. Aseguran que la cultura necesita más apoyo.
Daniel Bogado y Juliana Oyarbide son palabra mayor en Concordia cuando de arte se trata. El 22 de agosto fue el día del folklore y ellos, como bailarines destacados de danzas típicas argentinas aseguran que “la fecha está instituida, pero podemos celebrar todos los días en nuestro país”.
Se conocieron cuando eran jóvenes, y hoy son un matrimonio que no solamente formó una familia con sus hijos, sino que se definen como “los padres de un grupo enorme que consideramos familiares”.
Todo sucedió casi por casualidad. En el año 1991, mientras eran jurados en un concurso, evaluaron a varios grupos y se fueron sorprendidos con uno en especial, oriundo de Benito Legerén, en la zona periférica del departamento Concordia. “No tenían la mejor técnica, pero sentían mucha pasión”, aseguraron. Al terminar ese certamen, los bailarines les pidieron que les enseñaran y ellos decidieron darles clases para una muestra del 22 de agosto. Allí, y de esa manera, justo en el día en que se conmemoran las costumbres de nuestro país, comenzaron a transitar un largo camino de dedicación, esfuerzo y amor.
Para ellos el folklore es mucho más que la danza. “Es lo que nos identifica en el mundo, las raíces que traemos, lo que heredamos de nuestros antepasados, las comidas y costumbres. Folklore es lo que nos hace ser quienes somos, y eso es lo que transmitimos”, dijo Bogado a Mirador Entre Ríos.
“Eligieron esa fecha, 22 de agosto, pero el folklore es lo que hacemos en el día a día como reunirnos en familia, compartir, tomar mate. Claro que bailar, cantar y recitar es parte, pero no es el todo, por eso nosotros remarcamos que más allá de lo que enseñamos como arte debemos sostener todo lo que rodea a los argentinos, debemos sostener nuestro folklore, lo que sentimos, amamos y nos identifica”, aseguró Oyarbide.
VALORES Y COSTUMBRES
“Nuestra misión, más allá de estar en el escenario, es enseñar y valorar lo nuestro. Cuando bailamos no solo movemos el cuerpo, sino que también estamos transmitiendo valores y costumbres del pasado. La danza tiene mucho de lo que se vivía y se sentía antes. Mantenemos vivo aquello que sabemos que tenemos, pero no valoramos. Creo que debería ser una obligación que conozcamos esta danza y otras típicas porque nos transmiten historia, van de la mano con lo que vemos en los libros de historia argentina. Tenemos un profesorado en el que los chicos descubren qué sentido tiene lo que están haciendo, por qué se hace desde tiempos remotos. Todo es descubrimiento, todo puede ser una ocasión para conocernos y conocer nuestras raíces para mantenerlas vivas e identificarnos”, indicó la mujer luego.
Esos valores y costumbres no quedan solamente limitados a Argentina. Latinoamérica tiene culturas parecidas, sobre todo en la danza, y eso puede transmitirse. “Fuimos a Chile y justo era la celebración por los 100 años de Pablo Neruda. En el hotel nos tocaron grandes artistas, como el autor de los libros que destacaban al escritor, personas que conocían a grandes personajes. Para nosotros esa experiencia fue hermosa porque culturalmente nos golpeó. Era el año 2000 y allá todos tenían celular, otro nivel, pero al momento de expresarnos a través del arte notamos que éramos iguales. Tenían instrumentos típicos de Argentina, sacaron pañuelos y se pusieron a bailar incluso sin saber hacerlo. Hay una transmisión de costumbres en lugares que no nos imaginamos”, contó el bailarín.
Esa pasión por transmitir, que definen como “misión”, hace que los vínculos sean especialmente valorados. “Esta actividad nos permite lograr muchas cosas, pero valoramos las relaciones que generamos. Somos una familia que crece cada día más y que más allá de los ensayos y presentaciones se mantiene junta. Nuestra casa tiene siempre las puertas abiertas, no tenemos prácticamente vacaciones porque estamos planificando y juntándonos, pero lo hacemos con tanta pasión que no nos cuesta”, señalaron.
UN SECTOR CON NECESIDADES
Más allá de la pasión y el esfuerzo, el matrimonio de profesores y bailarines reconoce que no es sencillo dedicarse a su actividad, sobre todo si falta apoyo por parte de inversores o del gobierno.
“Nosotros peleamos mucho para que Concordia tenga este tipo de danzas y que se valoren las costumbres. Todo lo que hacemos sale de nuestro bolsillo, hemos estado más de 15 veces en Cosquín y siempre nos ingeniamos para conseguir recursos. A veces sentimos que remamos contra la corriente, y no solo nos pasa a nosotros sino a los representantes de la cultura en general, de deportes. Vemos grandes deportistas haciendo ventas para poder viajar a alguna competencia, nosotros también lo hacemos para competir o confeccionar nueva vestimenta. Lo hacemos con gusto, pero tal vez sería mejor si contáramos con algún apoyo”, dijo Oyarbide.
En tanto, su esposo, remarcó: “Nosotros no tenemos lugar para hacer un festival. Antes el teatro Auditorium era la cuna de muchas bandas que no tenían escenario y ahora eso murió porque los pocos grupos vocales que había no tienen dónde tocar. Eso lleva a que se haga una cadena porque caen las casas de ropa típica, de botas o sombreros. En nuestro caso, si queremos hacer un festival al aire libre con asado, choripanes y danzas no contamos con espacio, porque los pocos que hay son cerrados y chicos. En ciudades cercanas tienen polideportivos con escenarios para grandes grupos, eso me hace pensar que está mal planificada la parte cultural en Concordia. No lo digo enojado, pero creo que es algo en lo que se debería pensar”.
Mientras esperan respuestas, siguen preparando bailes y presentándose en otros puntos del país y del mundo para mantener vivas las tradiciones argentinas.