Claudia Giordana, Hilda Besso y su hija natural Paula Fernández Besso se ponen en contrapunto físico, textual y espacial junto a la dirección poética de Vilma Echeverría. El trabajo colectivo conforma “Espina Dorsal”, una obra que desde la estética y narrativa se funda en la decisión de seguir trabajando con la genética del Teatro Tapera, que conforma la tríada métrica Mujeres / Teatro/ Paisaje.
Espina Dorsal completa una trilogía estética de la obra de Vilma Echeverría, que inició con Tapera, monólogos del propio allá (merecedora de la Beca Fondo Nacional de las Artes 2015) y continúo con Los cielos de la Diabla, puesta en escena elegida para representar a Santa Fe en la Fiesta Nacional de Teatro/ Chaco 2022.
La obra se inscribe en una dramaturgia de dirección, intentando captar la dimensión poética del lenguaje coloquialFoto: Gentileza.
El proyecto creativo se inicia en la indagación biográfica y territorial con las actrices. La escritura de los textos nace de la forma en que fueron organizando el tiempo y los cuerpos en el espacio de ensayo, a partir del momento en que se adentraron en el universo de las experiencias y delirios vinculares de una madre y una hija.
La obra se inscribe en una dramaturgia de dirección, intentando captar la dimensión poética del lenguaje coloquial, junto a las acciones domésticas de las mujeres en vínculo con el paisaje. La dramaturgia se pone en juego a partir de imágenes, voces recuperadas, memorias personales y también, a partir de algunos textos poéticos propios de la directora Vilma Echeverría.
Con todas las textualidades se fue entramando un conjunto de cuadros y escenas, con formas rotas, cuerpos a la intemperie, restos en un mapa resquebrajado, replegado en el horizonte de lo campal: piel, tierra, aire, fuego / tela, vestido, mantel, sábana, mortaja.
Mirador Provincial mantuvo diálogo con la directora.
La voz de Vilma
Cuerpo y paisaje: la escritura
-¿Cómo fue el proceso de escritura?
-Fue un proceso arduo. Nos empezamos a juntar con las actrices en agosto del 2022. La idea era encontrar voces, y ese paisaje. A mí me interesa mucho hallar la obra paisaje, no como idea ilustrativa, sino también, como una yuxtaposición de elementos discontinuos. Trabajar ese despojo, ausencia, carácter contingente de la escritura en relación con él, y más el paisaje de Santa Fe y Córdoba, que es de donde somos las cuatro. Empezamos con Hilda, que su fuerza tiene que ver con el maternaje, luego con Claudia que tiene mi edad. A tres meses de estrenar se incorporó Paula, que en la vida es hija de Hilda, y se reencontró con la actuación. Ella rompió el dúo, y la trama se terminó de mixturar, para perderse, porque la obra no está cerrada.
-¿Cómo es la relación intertextual con la naturaleza en la obra?
-El primer germen dramático tuvo que ver con un viaje de estas dos mujeres con la idea de errancia, y de un universo discontinúo, fantasmal, evanescente. Algo que uno lo tiene y se pierde. Esta forma de pensar la dramaturgia y el espacio. Las imágenes previas, generadoras, que entran en la creación siempre son las mismas. En principio es un cuerpo de mujer atravesando el paisaje. Siempre abunda la idea de lo campal. Es un modo de escritura tapera, con toda la connotación de esa palabra. Todo el tiempo construimos mientras escribimos. Hay mucho texto poético, reciclado y propio que entró a la obra. Fragmentos de fragmentos para generar nuevas relaciones y nuevos sentidos de esos materiales.
-¿Desde lo formal cómo se puede pensar la escritura?
-En lo formal y metodológico, es una escritura de dirección, pensada desde las imágenes e impulsada también por los plásticos, las luces y sombras. Hay mucho abordaje significante. Yo trabajo partiendo con algunas líneas formales y concretas del espacio que después se pueden cruzar con algo más estallado, pero en este caso, las formas tenían que ver con una ruta, con ese viaje, línea que atravesaba el espacio. A partir de ahí se fueron acomodando como un poema si fuera un libro y como un cuadro si fuera una pared. Imágenes, vectores, líneas en el trazo concreto y cuerpos de mujeres de diferentes edades, con sus voces, andares y silencios también. La grupalidad se constituyó por el deseo de trabajar juntas.
Mujeres del subterráneo
-Es una obra que piensa a tres voces la naturaleza femenina, en un diálogo no solo introspectivo, sino como sistema abierto, en comunión con el ecosistema. ¿Qué relación encontrás entre la naturaleza y los arquetipos sociales que determinan las distintas feminidades?
-Me interesa ahondar, porque ya en “Los cielos de la Diabla” lo he trabajado, el “entre” del cielo y la tierra; en este paisaje. Esos cuerpos de mujeres maltratadas, mal pagas, mal queridas, golpeadas, violadas, asesinadas. Pensar la ruta, no solo como el camino que moviliza, sino la ruta que tiene marca de cuerpos de mujeres bajo la tierra, y compañeros muertos en épocas oscuras de este país. Todo el tiempo pensaba a la ruta como la banquina, la curva peligrosa, el lugar por donde cada vez pasa menos gente, el quedarse varada. Ahí apareció la idea de quedarse al borde de la ruta, y del al borde de la ruta, pasamos a ese estadio de buscar un lugar. El objetivo era que esta madre encuentre un lugar con agua, en un sitio que estaba seco. Aparece la idea de universo distópico, poblado por la falta.
El germen dramático en relación con los arquetipos femeninos, siempre están, (la prostituta, la santa, la bruja), pero más allá de eso, me aboqué a la idea de la madre junto a la hija y el hacer nacer. A pesar de eso, también pensar en la oscuridad de los cuerpos que quedan.
-¿Hay alguna historia particular que te acompañe?
-Me conmovió mucho, y siempre viene conmigo, la historia de una maestra en Cañada de Gómez, y otra chica en época de pandemia, en Berabevú, que en quince minutos murió y el novio la enterró en el patio de su casa y puso cemento. Yo todo el tiempo tenía la imagen de que estaba viva. Son historias que me movilizaron en esta obra, más allá de que temáticamente eso no está.
Crear, y escribir, me lleva a estar atravesada por este tiempo. Nuestras hijas nos han abierto los ojos, nos han hecho ver y escuchar, para sacar los oscuros arquetipos perversos del sistema patriarcal. Somos mujeres, nos autopercibimos así y construimos un modo. El género, la historia se construye todo el tiempo, nada se termina cerrando.
-Desde tu lugar como creadora, y artista, ¿pensás que es importante debatir sobre el devenir del mundo femenino?
-No sé si lo llamaría el mundo femenino. Sí la idea de mujeriedad, de cuerpo construyendo su género y modo de vivir, decir, hacer, sentir. Obvio que es importante. Estamos siempre empezando de nuevo, amplificando los haceres, ahondando en las diferencias para construir unidad en esa diferencia. Eso sería hermoso.
Construir espacios colectivos es fundamental, el teatro por naturaleza es colectivo.
Vilma culminó el diálogo afirmando que la obra le hizo pensar en “el maternal y todas las contradicciones que nos habitan, atravesados por esa palabra, ese verbo y acción. El maternaje atravesado por la clase social, el género, la raza y el agobio que muchas veces implica la institución familiar, sus relaciones”. Afirmó que son temas que están en carne propia en el artista, y que es necesario tomar distancia. “Como madre a veces estamos, y a veces huimos de nosotras mismas”, reflexionó.
Bio
Vilma Echeverría es profesora Superior de Teatro. Actriz y directora/ dramaturga del sur santafesino.
Formó parte de incontables obras de teatro y se destaca su participación en festivales y colectivos artísticos y pedagógicos/sociales.
Crea “Teatro Tapera”, con una visión y poética en vínculo con el paisaje y el territorio.
Con “Los cielos de La Diabla” fue elegida para participar de la Fiesta Nacional de Teatro Chaco 2022, representando a la provincia de Santa Fe.
Sinopsis
Varadas en una curva de alguna ruta del pajonal pampeano, tres mujeres se buscan y derivan entre memorias, sueños y pesadillas.
Un monólogo a tres voces. Un cuadro desnudo. Una naturaleza muerta.
Espina dorsal es la escritura de un devenir descarnado en el cuerpo de tres mujeres, que son una. Aborda la infancia , el maternaje, la vejez, la violencia y la muerte.
Ficha técnica
Actrices: Hilda Besso , Claudia Giordana y Paula Fernández Besso
Iluminación: Ciro Covacevich
Asistencia: Ivana López
Dramaturgia y Dirección: Vilma Echeverría
Última función: jueves 12 de diciembre a las 21 horas
Lugar: La Orilla Infinita (Colón 2148, Rosario)
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