Diego Montejo
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Cosquín (enviado especial)


Aprender jugando suele ser una forma lúdica de obtener resultados desde muy pequeño. Daniel Orellano comenzó de causalidad cuando de niño recostaba la guitarra sobre su regazo e iba combinando sonidos que se convirtieron posteriormente en bellos acordes que a mediano plazo fueron canciones. Mixtura de destino, esfuerzo y dedicación, forjó una carrera estupenda, pasó por varios grupos folclóricos de nuestra provincia, fue cesionista en una peña de Rosario y tocó cumbia santafesina. Su pasión por la música logró que la ceguera no fuera un impedimento para llegar lejos. Cada paso que da ha sido firme y conciso. También compuso bellas canciones para otros artistas, muchas de ellas fueron grandes éxitos. Cosquín fue un nuevo desafío y como si estuviese marcado en un legado artístico que llevó toda su vida, lo superó ampliamente, le esperan otros escenarios por recorrer.
- Muchos se deben preguntar por qué tocas la guitarra de forma inclinada, es muy curioso verte ejecutar así.
- Todo comenzó cuando tenía seis años, mi papá llegaba del trabajo a la noche y entre el ratito que tenía entre la llegada del laburo y la cena se pegaba una ducha y su terapia era tocar la guitarra y cantarse un tanguito o una milonga. Y después cuando él dejaba la guitarra y se iba a cenar aprovechaba yo para treparme a su cama y sentarme en canastita con la guitarra acostada ya que no había manera de tenerla porque la guitarra era más grande que yo. Entonces apoyaba la guitarra sobre las piernas con las cuerdas hacia arriba y comenzaba a buscarle un sonido.
- ¿Cómo pasás de ser un sesionista a ser un músico que hace su propio repertorio?
- Yo canté siempre, iba a tocar con un grupo a determinado lugar, entonces el encargado del grupo en un momento me presentaba y cantaba un tema. Si tocaba un tema la gente me aplaudía y listo. Si cantaba y tocaba me bajaba del escenario y el mismo tipo que había contratado al grupo quedaba sorprendido y me terminaba contratando a mí. Así me di cuenta que podía hacer algo yo solo, que gustaba mi trabajo.
- ¿Cómo definís a tu música?
- Dentro de la música folklórica más volcada a la música del litoral. Mi banda está compuesta por tres músicos: un bajista, un percusionista y un bandoneonista. Hago canciones clásicas, hay canciones que no se pueden dejar de cantar. A mí me encantan y a la gente también, está bueno recordar esas canciones. Yo en el segundo disco grabé temas como La compañera, la chacarera Del tiempo de mi niñez, en el primer disco rescaté Luna cautiva, Sin ti no valgo nada, de Daniel Toro... siempre fui mixturando todo eso con canciones que yo escribo.
- Pasaste también por la movida tropical santafesina ¿Cómo fue esa experiencia y de qué manera se dio?
- Hubo una época donde la cumbia santafesina comenzó a sonar muy fuerte, en principio con lo que venía de Santa Fe Capital, Los Palmeras y otras propuestas. En mi caso me sentía con un grupo de amigos movilizado por el género, que en aquella época se hacía más sencillo que hoy. En algún momento se nos ocurrió formar un grupo. De hecho yo arranco a tocar con Sergio Morán, que fue el cantante de Revancha. Arrancamos como hobby y se fue dando el trabajo de a poco.


Aplausos

El público de la plaza Próspero Molina acompañó al músico santafesino y le regaló un fuerte aplauso. Uno de los temas con los que se lució fue Orgullo santafesino, del eximio compositor Miguel Ángel Morelli. También tocó temas propios, la actuación duró unos quince minutos dentro del horario televisivo de la TV Pública.
En la movida tropical se destacó como acordeonista, la banda en la que fue director musical fue El toro blanco, recordada por los adeptos al género.