Solidaridad escolar

Educar con el ejemplo

Una escuela santafesina fue distinguida por el cuidado que reciben sus mascotas. Una historia sencilla que dice mucho.
23-01-2020 | 15:37 |

Proteccionistas. La tarea de la escuela 262 fue reconocida por el Honorable Concejo Municipal de Santa Fe.
Foto:Gentileza.
Mauro L. Muñoz
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A diferente escala, con distintas acciones, las escuelas santafesinas desarrollan relaciones con sus comunidades. De su inserción dependerá el éxito de sus estudiantes. Lo que allí sucede significa mucho más que un lugar que ofrece servicios. Un corte de pelo, dos recipientes donde servir alimento y bebida, cuatro pallets y una chapa con aislante que hacen de refugio en los días calurosos y en las noches frías. Esas son algunas de las tareas llevadas adelante en la escuela 262 "República Argentina" como parte de la atención para sus mascotas, que le valieron la distinción entregada por el Concejo Municipal por su labor proteccionista.

En el acto de cierre de año de la 262 —en el cual egresó la primer camada del nuevo edificio escolar— a este medio le llamó la atención el trato para con los animalitos, que recibían saludos de docentes y estudiantes. Además, en el discurso se hizo una mención especial a la particular historia que los unió. Lo que motivó la curiosidad por saber sobre la relación entre la escuela y sus mascotas.

"Decidimos cuidarlos y hoy ya son parte de nuestra historia. Lo ideal es que tengan una familia, pero mientras llega los cuidamos y mimamos. Comparten juegos y disfrutan al sol con los alumnos que nos ayudan con el traslado de sus casitas. Alguno hasta le compró un colgante. Y ellos, moviendo sus colitas, nos reciben a cada uno de los integrantes", comentaron docentes de la institución sobre la decisión de adoptarlos como miembros de la comunidad educativa.

El cuidado se vuelve imposible sin solidaridad, por lo que muchas manos son las que se encargan de las tareas. La escuela recibe ayuda de asociaciones y vecinos. Y ellos hacen lo propio con el personal de la escuela. Con este intercambio que no espera recompensas, todos salen ganando. Alumnos con mascotas, una combinación singular que busca educar con el ejemplo.

Encuentro inesperado
"Todos los seres vivos tienen su historia. Y la de ellos con nosotros, en un punto se encontraron", contaron desde la escuela.

Ese punto de encuentro fue a raíz de la mudanza al nuevo edificio en calle Rivadavia al 7.000. Allí llegó todo el personal docente, no docente, estudiantes, asistentes y directivos. El 22 de julio fue el día clave. A cuestas con la emoción por la conquista de un reclamo de larga data, se encontraron con la sorpresa de que el lugar ya tenía sus inquilinos: Mustafá y Maia.

Los perritos vivieron allí durante toda la construcción de la escuela. Son testigo de ello los albañiles, serenos y vecinos de la zona. También los directivos que, cuando se arrimaban a ver el avance, ellos los acompañaban por el lugar.

"En esos días conocimos a Nancy, quien todos los días les lleva comida. También a Lorena Arber que fue quien castró a Maia. También son conocidos de los guardias del super de enfrente y del señor de la tienda Mordiscos", comentaron las docentes.

Cuidado en conjunto

No todo es alegría, el cuidado también implica ciertos contratiempos. Por ejemplo, contaron que a Maia en una oportunidad se le cayó un tarro de pintura, y las vecinas fueron las encargadas de todos los trabajos para su recuperación.

Por este motivo, crearon el grupo de Whatsapp "MASCOTA 262" (con foto de perfil de las mascotas) con todos los conocidos, haciendo de la atención una verdadera tarea comunitaria. "El veterinario Gramaglia va a verlos a la escuela, los vacunó, los desparasitó, les puso la pipeta para las pulgas y garrapatas", detallaron.

Asimismo, contactaron con el equipo de Bienestar Animal de la Municipalidad para castrarlos. "Entre todos lo controlamos para que no tomen agua y no corran. Fue emocionante ver cómo se involucraron los chicos y cómo venían a preguntar los vecinos que estaban preocupados", narraron con alegría.

En tanto, las casitas fueron donadas por Un techo para un callejerito y Perros Comunitarios Santa Fe. Luego, los profesores les consiguieron almohadones, trapos y el alimento.

Ahora, con motivo del receso de verano, las docentes hicieron saber que las mascotas se mudaron. "Están de vacaciones en Santo Tomé en la casa de un profe, esperando para el inicio del próximo ciclo lectivo".

Reconocimiento

La encomiable tarea de proteger a los perros callejeros es reconocida desde hace unos años por el Honorable Concejo Municipal de Santa Fe.

Entidades y personas que recuperan y atienden a los animales reciben la distinción por su "la labor proteccionista".

En ese contexto, también se realiza una muestra fotográfica itinerante denominada "Perros comunitarios".

Más allá de una caricia

Un mundo con realidades cada vez más críticas despierta advertencias sobre dinámicas deshumanizadas, profetizando aquella premisa —tan vieja como la historia— de la autodestrucción de nuestra especie. Estas realidades son denunciadas por renovados grupos (como ecologistas y feministas), que imponen temas en la agenda mediática a fuerza de sus reclamos. Así, resuenan con mayor frecuencia discursos en torno a la solidaridad, ayuda y protección. En apariencia, estos conceptos sobrevuelan sobre una problemática mayor: la "crisis del cuidado". En un país con altos niveles de desnutrición y pobreza, el contexto general se vuelve desfavorable para los ya menos favorecidos, haciendo que las condiciones de crecimiento se vuelvan hostiles. Frente esta situación, el rol de las escuelas queda comprometido. Los resultados deficientes en pruebas estandarizadas ayudan a que se hable con más insistencia de lo mal que se enseña y lo poco que se aprende. Sin embargo, se pierde de vista que en la responsabilidad adulta y la cuestión del cuidado puede encontrarse una vía posible de solución para con las nuevas generaciones.

A contracorriente del pensamiento tecnocrático educan muchas de nuestras escuelas, entendiendo que no todo es medible y calculable. Aunque se vuelve preciso mejorar en la transmisión y adquisición de contenidos, no resulta accesorio desconocer qué hay más allá de una caricia: no existen respuestas incorrectas en dar una mano al otro.

Maestras y maestros santafesinos así lo entienden y lo expresan en cada gesto. En el caso de la escuela 262, el año que se fue dejó experiencias concretas que resultaron paradigmáticas para las crónicas de este medio. A la felicidad por la conquista del edificio propio y el sufrimiento por la pérdida de uno de sus alumnos, esta comunidad escolar sumó un tercer componente: la preocupación por el bienestar de sus mascotas.

Vinculado a la contención social o ligado a la sensibilidad frente al sufrimiento, el cuidado se asemeja a la búsqueda de una forma alternativa de educación. Poder generar esta cultura, comprende un acto pedagógico fundamental para la vida en comunidad: que los jóvenes de hoy cimienten sobre la curiosidad, propiciando que los adultos de mañana construyan conocimiento crítico. Por eso, este simple gesto escolar recupera un valor central de los seres humanos, la conciencia del "cuidado".



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