Las bibliotecas populares rosarinas celebran su día reconvertidas en pandemia

Guardianas de los libros

Son 23 las bibliotecas populares que cobijan libros y vecinos en la ciudad de Rosario. En el día que celebran su existencia, y tras medio año de encierro y protocolos, con la dificultad económica de mantener los espacios con gastos de servicios y alquiler, todas permanecen activas, en contacto con la gente, y reconvertidas en formatos virtuales de diversos modos.
23-09-2020 | 9:32 |

La Cachilo funciona como un aglutinante. En los 20 años que lleva de vida, logró convocar a los vecinos de los diversos barrios que estaban muy fragmentados hacia los lados de la avenida Godoy.
Foto:Gentileza.
Hagar Blau Makaroff
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La Cachilo entre los barrios Villa Urquiza, Triángulo y Moderno. La Storni en Pichincha. Homero de Refinería y Las Malvinas. La biblio de La Florida, y en Tablada las emblemáticas y complementarias Constancio Vigil y Pocho Lepratti. Con similares acciones como las colectas solidarias o suelta de libros, pero cada una en su unicidad, contaron a Mirador cómo se conectan con sus asociados de diversas formas, y mantienen los estantes llenos de libros cuidados para protegerlos de bichos y polvo, mientras esperan con ganas de volver a abrir y que los libros vuelvan a circular de mano en mano.

Conocido es el espíritu de arraigo de las bibliotecas populares de la ciudad con sus barrios, sus vecinos y sus asociados, que sortearon crisis y dificultades a lo largo de muchos años. Su fortaleza se encuentra a la altura de las circunstancias de la cuarentena estricta por la pandemia del virus Covid-19, porque todas ajustadas al protocolo, cerraron puertas y retuvieron libros y frenaron talleres y ciclos, pero abrieron sus alas hacia nuevos horizontes de reencuentro con su gente.

Si bien son tiempos muy difíciles para sostener espacios con la economía reducida, "no se lamentaron cierres definitivos", confirmó la presidenta de la Asociación de Bibliotecas Populares de Rosario, María Luisa Carletti, y esa es una buena noticia para celebrar en su día como cada 23 de septiembre.

Varias se dedicaron a llamar a cada socio para consultarle si tienen necesidades de algún tipo, o acompañan a los adultos mayores a la distancia. Las que cuentan con recursos de movilidad han tenido etapas de arrimar libros a sus socios cuando era permitido, y casi todas fomentan su vínculo con el público desde las redes sociales. Varias tuvieron sus aniversarios en pleno encierro y celebraron por Zoom.

A los libros que se pudieron devolver en la fase de distanciamiento los pusieron en cuarentena, y las colectas solidarias fueron un distintivo categórico, ya que en la mayoría de los barrios donde se ubican las "biblios" algunos vecinos viven tiempos complicados y sin trabajo, por lo que les vienen acercando donaciones de comidas, ropa, artículos de limpieza y de higiene contra el covid.

Carletti además de la Asociación, es activista en la Biblioteca Popular La Florida, ubicada en Mina Clavero 885 del barrio homónimo. Recordó cómo se acercaban libros a usuarios, en la apertura que duró poco, y llamaron a los socios que viven solos.

Homero siempre jugó al ajedrez
La Biblioteca Homero, de Vélez Sársfield 902, nació allá por 1936 por deseo de sus vecinos de contar con su propio club de ajedrez, y hasta la actualidad mantiene su impronta. Es un reconocido semillero de grandes jugadores y campeones, y siguiendo su impronta, fue sumando la parte de biblioteca con los años, contando con un material bibliográfico muy valioso sobre este juego de estrategia de alfiles y reyes.

"Es un patrimonio que nos enorgullece tener, con un público asociado de más de mil personas, la mayoría de este barrio, pero hay de toda la ciudad, donde adultos y niños se apasionan por este juego, así como también de leer cómics y literatura fantástica", precisó Mirta Fernández, quien además de estar en la Homero, es presidenta de la Federación de Bibliotecas Populares de la Provincia.

El ajedrez sigue vivo en pandemia, ya que las clases se volvieron virtuales, mientras que las redes se volvieron un espacio para continuar con lecturas. "Tenemos arraigado mucho el concepto de que una biblioteca es presencial, pero lo virtual siguió activo, y hubo nueva gente que se sumó también en pandemia", aseguró Mirta.

La energía de Alfonsina
"Siempre decimos que en la biblio habita la energía de Alfonsina, que ella nos cuida. Es un lugar maternal, de gestación de muchos proyectos", aseguró Franca Piedrabuena, secretaria y miembro de la comisión directiva de la Alfonsina Storni.

En el corazón de Pichincha, este es un lugar de encuentro intelectual y de aprendizajes, donde siempre se convocan ciclos de cine, obras teatrales, reuniones de organizaciones, talleristas de la ciudad realizan sus encuentros de cierre del año, y autores presentan libros nuevos.

Esta biblioteca, ubicada en Ovidio Lagos 367 cumplió 30 años en plena pandemia, y se está organizando su festejo por Zoom, donde promete intervenciones artísticas y lecturas aseguradas. Para cuando la pandemia pase, ya varios proyectos que se están gestando, como revivir el concurso de relato breve que hicieron en 2019, y celebrar con un fiestón como Alfonsina se merece su 30 aniversario, "con muchas ganas de reabrir las puertas y nos volvamos a abrazar, porque Alfonsina es una energía que sucede, cada uno aportando desde sus saberes y lugares creativos, desapareciendo el egoísmo", aseguró Franca.

La barriada y un tesoro en la biblioteca Alberdi
En calle Zelaya 2089, a la vuelta del Distrito Municipal Villa Hortensia de la zona norte rosarina, una casona pintada de naranja con dibujos de jóvenes regando plantas crecientes resalta de la cuadra, y en su fondo cobija un galpón con nada menos que 60 mil libros, de los cuales 400 son de la biblioteca personal de las hermanas Cosettini. Difícil imaginar ese número en los tomos que se atesoran desde hace 85 años, y que vecinos adultos, mayores, y niños de la barriada aprovechan. Sus asociados son más de 800.

"Cumplimos los 85 años el pasado 25 de mayo, y fue un hermoso festejo en Zoom, con un brindis, cada socio prendió una velita y la sopló, y hasta una maestra se puso corona de flores. Realmente nos llegó al corazón", relató la docente.

Si bien la Alberdi tiene voluntarios históricos, y hasta una bibliotecaria dedicada, fue un grupo de mujeres jóvenes el que tomó las riendas en pandemia, manejando las redes, y armando lo que anunciaron el pasado día del bibliotecario: una mediateca con contenidos de ciencia, narraciones, canciones y juegos, para que sean usados en sus clases escolares online.

Amanda Pacotti es una de sus impulsoras, y reconocida ex alumna de las hermanas Cosettini, miembro de la Red Cosettini también. Ella destacó que "la biblio tiene 30 talleres muy activos, mantuvimos los viernes de narraciones, y los maestros con sus alumnos organizaron videos con narradores orales online, con el nombre de 'La biblio te cuenta', donde ya pasaron más de mil chicos de los barrios La Cerámica, Nuevo Alberdi y Fontanarrosa (ex barrio Zona Cero)".

La Cachilo todo lo puede

La Cachilo funciona como un aglutinante. En los 20 años que lleva de vida, logró convocar a los vecinos de los diversos barrios que estaban muy fragmentados hacia los lados de la avenida Godoy. "En ese camino de unir surgió la 'Biblioteca ambulante' hace 12 años, un programa de lectura y arte para llegar a todos los lugares con un carrito, con talleres de lectura en las veredas con la idea de que si la montaña no va hacia Mahoma, la biblio debía ocupar la calle, y los vecinos se habituaron a reconocernos por la calle y a pedir libros", precisó Claudia Martínez.

Muchos proyectos se diluyeron: el pasado 20 de agosto fue el aniversario, y el festejo iba a ser cortando la calle, unos 20 talleres artísticos y de oficios iban a comenzar en abril, se armaron espectáculos para llevar a escuelas del barrio, pero todo se frenó, y lejos de quedarse sentados, los voluntarios organizaron una serie de actividades virtuales.

"Surgió una serie audiovisual con videos cortos, de lecturas hechas por los mediadores, llamados 'La Cachilo va a tu casa'. Los talleristas se organizaron: los de plástica armaron enseñanzas, los de cine compaginaron los videos, y creamos un personaje, una bibliotecaria clown, basado en una novela donde se quedaba encerrada en la biblioteca en la pandemia, fue un video corto muy divertido de hacer".

La Cachilo tiene la cualidad, como la Pocho Lepratti también, de trabajar en conjunto con su propia radio comunitaria, y eso en estos tiempos fue una fortuna, porque las radios son espacios que siguen funcionando, ajustados a un protocolo, y son un nexo con los barrios muy fuerte.

Cada año se cierra con una gran kermesse que es "la fiesta del barrio", con muestras temáticas, juegos, presentaciones de los talleres de los chicos, y van hasta 700 vecinos. Este año incierto las probabilidades de este encuentro se reducen, pero siguen los proyectos activos, y las redes sociales y la radio pasaron a ser la centralidad en el vínculo con la gente, como una vez que Claudia recuerda con cariño, que una niña envió un mensaje con la frase 'la Cachilo todo lo puede'".

La Lepratti, solidaria con sus hormiguitas
La biblioteca Pocho Lepratti es un pulmón joven donde respira barrio Tablada, y como dijimos (de otra forma y tamaño) el otro pulmón es La Vigil. La Pocho se piensa a sí misma como comunidad de aprendizaje para jóvenes y niños, en cultura y en oficios para los más grandes, para encontrar salidas laborales camino a su adultez.

De las bibliotecas contactadas es una de las que más debió cumplir un rol social fundamental en pandemia, un tiempo que se agravó la economía de los vecinos del barrio y de las familias que asistían a la biblio. Por esto, se vienen realizando entregas de bolsones de limpieza para 80 familias (y en cada bolsón se entregan libros), y todos los viernes hay una olla comunitaria para 150 personas entregando la comida para llevar, para seguir el protocolo covid. "Son tiempos muy difíciles para nuestros chicos, y para que no dejen el vínculo, el día de las Infancias se les regaló bolsones de juguetes, y cuando se habilitó, liberamos libros para que sigan leyendo", aseguró Carlos Núñez, director de la Pocho.

Afortunadamente desde antes la Pocho trabaja con otras instituciones como COAD, la Mutual Medica, y el Banco de Alimentos Rosario, y la ayuda se reforzó en estos meses difíciles, pero se siguen recibiendo donaciones, a través de depósitos en la cuenta bancaria de la biblioteca (Banco Credicoop Suc 288 Cbu: 19102885-55028859716082), y se puede también colaborar con ropa, alimentos o elementos de limpieza, y para eso se debe coordinar con Alejandra al 341-156 246151.

Aún en estos tiempos difíciles, se realizó una maratón de lecturas, y unos 250 niños desde muy pequeños hasta sus 13 años vienen participando. Para los adultos se hizo un ciclo llamado 'El beso de las letras' con 110 protagonistas de la cultura local, que grabaron un texto suyo y se armó de forma audiovisual al comienzo de la pandemia. "Fue muy compartido y visto en las redes con miles de visitas, fue un lindo ciclo", aseguró.

La Pocho tiene para la primera infancia su jardín de infantes "Las hormiguitas", y una bebeteca, donde juegan los niños y exploran con mamás y abuelas, pero estaba comenzando el ciclo anual y se canceló con la pandemia. En la segunda infancia tiene talleres de apoyo escolar y de muchas actividades como circo, hip hop, guitarra, que comenzaron pero se suspendieron. En esta biblioteca es más difícil pasar los talleres a la virtualidad porque los asistentes no tienen el mismo acceso a la conectividad. Y con los adolescentes se trabaja en un centro de día, ya que hay mucha deserción escolar en el barrio, y se trabaja en volver a escolarizar a los chicos, a la vez que los oficios les da una salida laboral posible. Pero todo eso se debió posponer este año.

La radio que funciona con la biblio es la Che Guevara, y todos sus programas siguieron funcionando, con un rol educativo clave en el barrio, ya que allí hay espacios para las escuelas del barrio. Hay micros orales de narradores, y programas de educación popular con referentes invitados que cuentan sus experiencias.

La Vigil y una editorial que se expande
La biblioteca Constancio Vigil de calle Gaboto 450 con su gigante edificio es una usina educativa y cultural de Tablada que desde marzo pasado quedó en pausa, sin actividades, circulación de libros, reuniones, talleres, ni nada. Pero se reformuló de tal forma que lejos de un cierre de actividades totales, se volvió una especie de herbario, porque tiene mucha actividad en la quietud. Fotosíntesis.

"Lo que comenzó desde el anuncio de la cuarentena y continuó ante la necesidad de los vecinos fue la colecta solidaria, fue la primera reacción de qué hacemos con las dificultades económicas y del aislamiento, e inventamos un sistema de retiro de las donaciones en los domicilios y los comedores (que son de Empalme Graneros, La Sexta y Tablada), que nos van pidiendo sistemáticamente. Las necesidades estallaron con la pandemia, una familia perdió todo en un incendio, y hubo que donar de todo", precisó el miembro de la comisión directiva y coordinador de la Editorial La Vigil, Patricio Bordes.

En paralelo, La Vigil vive un tiempo que se podría ver como apogeo de su editorial, que se encuentra cumpliendo dos grandes sueños postergados: está por lanzar un sitio web propio en octubre con todos los libros en catálogo y la idea de irlos digitalizando, con todas las actividades informadas y hasta el e-commerce para vender los libros de forma online, y esta semana recibió las máquinas para comenzar a imprimir sus propios libros, así como ofrecer el servicio de imprenta a editoriales amigas.

En su comisión directiva hay un grupo de gente joven y entusiasta, es un grupo que crece y que mientras prepara la web oficial y la imprenta, planifica más ideas para el futuro aunque no se sepa cuándo será. La Vigil sigue recibiendo abrigo, ropa de cama, artículos de limpieza y de higiene como barbijos, alimentos no perecederos, y aporte económico también. Los teléfonos de contacto son: 4811149 y 3412149165.



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