Fincas y viñedos

Mujeres entrerrianas se asocian para proyectarse en la cultura vitivinícola

Un grupo de mujeres vinculadas a fincas de diez departamentos entrerrianos se nuclearon en la Asociación Entrerriana Mujeres del Vino. La alianza productiva se forja entre las participantes, el terruño y la herencia histórica, y abre nuevos caminos para valorizar las experiencias de la vitivinicultura regional en la búsqueda de una identidad propia.
22-12-2019 | 17:13 |

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“Lo que vimos recorriendo las fincas de la provincia, es que había muchas mujeres vinculadas a la vitivinicultura que de manera aislada hacían sus esfuerzos para aportar a la materia, las cuales no estaban visibilizadas porque cuando íbamos a visitar las haciendas siempre salían los hombres a mostrar las producciones, a promocionarlas o eran ellos quienes participaban en los eventos”, reconoció Lina Bosch, presidenta de la Asociación Mujeres Entrerrianas del Vino. Foto: Gustavo Cabral/Archivo




Silvia Simmone
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La producción de vinos en Entre Ríos tiene una historia de larga data que comienza en la época de Urquiza. Según el Censo Nacional de Viñas de 1907, la vitivinicultura en la provincia se ubicaba en el cuarto lugar a nivel país con una producción que se encauzaba en 4.900 hectáreas. En 1930, el entonces presidente de la Nación, Agustín P. Justo prohibió producir vino por fuera de la región de Cuyo y como consecuencia de esto cerraron alrededor de 60 bodegas entrerrianas que cultivaban, según un informe del Inta, en 1890 más cepas que en la provincia de Mendoza y San Juan.

En la actualidad, las historias y las prácticas asociadas a la cultura del vino en Entre Ríos son recuperadas a través de diferentes organizaciones como la Asociación de Vinos de Entre Ríos (Aver), pero también irrumpen en este ámbito las mujeres, las cuales aportan producciones innovadoras y de gran valor para los circuitos enológicos que existen en el territorio. Lina Bosch, presidenta de la Asociación Mujeres Entrerrianas del Vino, y Sonia Cot, responsable de las relaciones institucionales, recibieron a Mirador Entre Ríos para charlar sobre la organización que nuclea a fincas de diez departamentos de la provincia.

Momento propicio

Mujeres enólogas, agrónomas, ampelólogas, ampelógrafas, viveristas, vendimiadoras, bodegueras, catadoras, sommelier, vinicultoras, responsables de logística y marketing, técnicas en enología y fruticultura, especialistas en comercio internacional, académicas y mujeres vinculadas a la cultura vitivinícola, son las que integran la Asociación Mujeres Entrerrianas del Vino.

La organización que tuvo sus inicios en 2016 a través de diferentes acciones que alcanzaron la parte técnica, social, educativa y productiva en torno a la vid, logró su personería jurídica durante este 2019, pero en el trabajo previo se destaca el relevamiento que realizaron junto a Aver de las pequeñas fincas de Entre Ríos que poseían viñedos e industrializaban sus vinos de forma artesanal o bien llevando su producción a bodegas industriales.

Bosch explicó que “lo que vimos recorriendo las fincas de la provincia, es que había muchas mujeres vinculadas a la vitivinicultura que de manera aislada hacían sus esfuerzos para aportar a la materia, las cuales no estaban visibilizadas porque cuando íbamos a visitar las haciendas siempre salían los hombres a mostrar las producciones, a promocionarlas o eran ellos quienes participaban en los eventos. Entonces ahí pensé en la necesidad de que las mujeres que estamos implicadas en el rubro nos asociemos para promover la cultura del vino, la cual tiene muchos aspectos que van desde la producción, la elaboración, la transformación y el consumo”.

En la provincia cada finca presenta una particularidad que está marcada por el “terroi” término francés para nombrar el terruño, pero todas comparten las mismas condiciones de producción: un ambiente húmedo en el que se debe luchar contra hongos y plagas, y por eso una de las características principales de los vinos entrerrianos es que son temporados (jóvenes) y se producen a baja escala.

Una ruta para la integración

Las historias de las mujeres que trabajan el sarmiento se fueron constituyendo colectivamente a través de la Asociación, porque una vez realizados los relevamientos en las fincas, las mismas vitivinicultoras comenzaron a intercambiar, a innovar, a asociarse para la presentación de sus vinos y a crear una red para fomentar las prácticas culturales asociadas a la bebida fermentada.

La responsable de las relaciones institucionales comentó: “Trabajamos el asociativismo desde varias líneas pero fundamentalmente vinculamos experiencias que tienen que ver con las formas de producción y los intereses propios de las mujeres. Por ejemplo, a 25 km de San Salvador, en el departamento Villaguay, tenemos el caso de Finca Los Pioneros, una iniciativa encarada por una de nuestras socias fundadoras, Edith Ramat, en donde se producen los vinos Don Román y Di Motta, pero lo que rescatamos de aquí es la producción del Mistela, un vino que se hacía en la época de la colonia y que se caracteriza por la cosecha de las uvas cuando sale el sol, lo que permite que la fermentación preserve al máximo su expresión aromática. El mistela tiene la identidad de las poblaciones rurales ya que no faltaba en las fiestas populares, en los encuentros de amigos, en los almacenes de ramos generales, y Edith recupera esta historia en su finca a través de una ceremonia en la que cuenta a sus visitantes sobre su elaboración y consumo. También tenemos una experiencia de vino agroecológico, que se produce en la Finca Pampa Azul de Marta De Pedro en Concordia. En este sitio hay una plantación de tannat muy interesante y toda la actividad se hace de acuerdo a los calendarios biodinámicos lo que implica una gran apuesta para el trabajo de la vid en relación a la preservación del ambiente”.

Además de la visibilización de los vinos ecológicos/orgánicos y de la valorización en el regreso del mistela entrerriano, las líneas de trabajo de la Asociación se encauzan sobre otros ejes, entre los cuales se desarrolla el concepto de Bodega Boutique. “En Entre Ríos, tenemos tres fincas con estas características, que son las que realizan sus producciones en parcelas reducidas y la embotellan pero sin superar las 200.000 botellas al año. Hay una en Victoria (Borde Río), otra en Crespo (Los Aromitos) y la más antigua está en Colón, que es la bodega Vuillez-Sermet. Nuestra idea es que el concepto de Bodega Boutique se expanda hacia las fincas pequeñas, las cuales solamente siembran la vid y la cosechan, para promover que éstas puedan tener su producto para compartirlo con su familias, amigos y con los turistas. Y con esto estamos proponiendo que se generen emprendimientos, que se embellezcan los campos rasos, los viñedos y los cascos de las estancias para venderlos como un paquete turístico, porque uno de nuestros objetivos es generar un circuito de enoturismo en donde se valorice el trabajo de las pequeñas fincas, sus particularidades y el mistela”, detalló Cot.

Mujeres aplicadas a la difusión de la enología

La historia de la producción vitivinícola de Entre Ríos se puede conocer en el único libro publicado sobre el tema que fue escrito por Susana Domínguez de Soler, madrina honorífica de la Asociación y directora del Instituto Genealógico de Entre Ríos, quien está vinculada a la actividad por sus antepasados. Es por eso que las Mujeres Entrerrianas del Vino se interesan por la difusión de las prácticas de antaño durante sus presentaciones, como la de la ceremonia del Primer Paso o entre Cata y cata, como la llaman las entendidas.

Este rito —que tiene su origen en la familia Urquiza— fue compartido a la Asociación por Domínguez de Soler, quien hizo una recuperación de la historia de la ceremonia. “El primer paso es una infusión hepatoprotectora que se toma fría en las prácticas de cata, en donde muchas veces probamos hasta siete vinos y se prepara a base de Cedrón del Monte, que generalmente crece en cercanías de viñedos u olivares. En las presentaciones públicas que hacemos con el grupo, la encargada de prepararlo es la bióloga Mariana Acosta, y lo presentamos como una infusión que ayuda al organismo a prepararse para las catas y colabora en el mundo del vino al placer de tomar sin dificultades”, mencionó Cot.

La ceremonia está relacionada con los “Road Shows” que son presentaciones públicas promovidas como un aporte a la socialización de la cultura enológica, en donde se realizan degustaciones a nivel provincial en las fincas que integran la Asociación, pero además a nivel nacional e internacional. Bosch indicó que “en todos los encuentros a los que asistimos, nosotras nos vamos vinculando, por eso cuando participamos en Uruguay de la fiesta de la Patria, en mayo, llevamos la idea del terroi porque nos unen las orillas. El vino es la instancia final de todo un proceso de vida de la planta con el hombre, pero también alrededor de eso hay un montón de significados sociales que están relacionados como la celebración, la vinculación social, los momentos, porque con el vino se produce eso. Entonces hay cuestiones históricas que en un momento dificultaron el desarrollo, pero que hoy lo propician y es por eso que en el encuentro en Uruguay propusimos que se asegure la presencia de nuestros vinos en todos los eventos que involucren al consulado de Argentina y a los países miembros del Mercosur porque consideramos importante que toda la producción que se hace en la provincia se ponga en valor nuevamente”, concluyó la presidenta.

Una práctica que se aprende

A principios de noviembre egresaron en San José, los primeros Técnicos de Enología y Fruticultura de Entre Ríos. La carrera, que ya va por su quinta cohorte, es una apuesta educativa que busca recuperar las experiencias vitivinícolas y frutihortícolas en la zona, pero sumándole el conocimiento científico agropecuario y la tecnología aplicada al cultivo. Lina Bosch, que además de ser docente de la carrera es su coordinadora, explicó que “la tecnicatura hace aportes técnicos que hoy son muy necesarios porque hay cada vez más productores abocados a la vid. Con la formación, un técnico puede insertarse en la parte laboral desde el inicio, desde de la implantación de un viñedo, hasta el final, en donde se aprende a cómo acompañar un vino, diferentes tipos de cepas, cuidado, fertilización, seguimiento de maduración de la uva, poda, la prensa, el mosto. Y lo interesante es que también trabajamos con la fruticultura en donde este año nos vinculamos con producciones de nuez pecan, cítricos, arándanos y también recuperamos olivos de la zona. Ahora estamos trabajando con el Molino Forclaz, en donde se están recuperando manzanos y perales de la época de la colonia y también estamos tratando de recuperar las parras que fueron traídas por Urquiza. La gama de trabajo es amplia porque en la provincia hay un excelente desarrollo de parras y frutales”. 

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