Ovación en la Casa del Bicentenario

El embajador del chamamé deleitó a los colonenses con su música

Luego de una gira exitosa por Europa y el sur de Brasil, Raúl Barboza desembarcó en Colón donde presentó su reconocido repertorio, con clásicos y nuevas composiciones. El guitarrista gualeyo Nardo González, quien viene acompañándolo desde hace más de 15 años, dialogó con MIRADOR ENTRE RÍOS sobre el “maestro del acordeón”, los proyectos y los inicios de esta relación que se consolidó con el tiempo.
02-02-2020 | 20:53 |

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El consagrado músico Raúl Barboza, junto al guitarrista gualeyo Nardo González.



José Prinsich
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Faltan pocos minutos para que empiece el espectáculo y la Casa del Bicentenario se encuentra colapsada. Los últimos que llegan a la sala tratan de buscar como sea una ubicación porque no quieren perderse un concierto de semejante magnitud. Las ansias son cada vez mayores y no es para menos: la ciudad de Colón se preparaba para recibir al embajador del chamamé, Raúl Barboza, quien llegaba al país luego de una exitosa gira por diversos países de Europa y el sur de Brasil.

Cuando las luces se apagaron y el nombre del acordeonista se pronunció en el lugar para darle la bienvenida, un sinfín de aplausos se infiltraron rápidamente. El reconocido músico ingresó al escenario ovacionado por los presentes. Con los ojos cerrados y abrazando con tanto cariño aquel instrumento que lo hizo conocido por todo el mundo, el compositor comenzó a deleitar a los espectadores con un repertorio que iba desde los temas clásicos hasta nuevas composiciones.
Aquella noche de enero no faltaron los temas que se ganaron un lugar en el cancionero popular como “Kilómetro 11”, “Tren Expreso”, “La Calandria”, “La Torcaza” y el cierre con “Merceditas”, entre otros. La hora y media que duró el deslumbrante show pasó volando como quien diría. Durante ese tiempo, Barboza repasó su prolífica trayectoria, con más de treinta álbumes grabados y que han cruzado las fronteras de varios países. El gualeyo, Nardo González, quien viene acompañando a Raúl desde hace más de 15 años, fue el encargado de armonizar los sonidos con la guitarra. Ambos se completaron perfectamente, como esa primera vez que tocaron juntos.

Después de haberse pasado por la Capital Nacional de la Artesanía, el binomio partió rumbo a Corrientes para decir presente en la multitudinaria Fiesta Nacional del Chamamé; más tarde llegaría el turno de Buenos Aires, La Plata, Rosario y la dicha de estar nuevamente convocados al Festival Nacional de Folclore en Cosquín. “En marzo vamos a parar el tren para descansar un poco pero tenemos varios proyectos más para Argentina y el exterior”, expresó el oriundo de Gualeguay.
“Barboza es un sin duda, un virtuoso que desafía al tiempo y a la tecnología logrando una armonía que trasciende el escenario y logrando que el acordeón hable a través de sus manos. El chamamé se hace sentir a través de las notas convincentes que nacen de la guitarra inspirada o desde el acordeón y sus tonos profundos”, expresó la periodista colonense Nora Zorzoli, luego de la brillante presentación en la Casa del Bicentenario. Y agregó: “bajo una luz blanca, roja o azul las notas cuentan historias, esas mismas historias que a través del maestro han llevado el sonido profundo de la tierra guaraní a lugares tan disímiles como Japón, Alemania, España y tantos otros. Y se podría decir que el acordeón es un instrumento hecho a la medida de su sentir”.

Balance

–¿Qué balance haces de la gira hasta el momento?, consultó MIRADOR ENTRE RÍOS a Nardo González.

–Esta gira en Argentina arrancó en diciembre con festivales y conciertos. Los balances son siempre positivos, llenos de muchos aprendizajes en los encuentros con la gente. Siempre los públicos son diferentes pero en todos los lugares se repite la misma forma, que es la forma de la emoción. La gente tiene una apertura muy importante a la música que venimos haciendo y por eso se produce este diálogo, un encuentro con las raíces. A la vez vamos con una proyección porque el chamamé que hacemos tiene mucho de renovar. Nunca tocamos un tema igual que otro. Siempre tratamos de innovar en cuanto a este tipo de formas.

–¿Y del concierto en tu provincia natal?

–Fue muy lindo tocar en la Casa del Bicentenario. Una experiencia hermosa por la cantidad de gente. Recibimos un público muy cálido, con muchas ganas de escuchar tanto las cosas nuevas como las tradicionales. Cada público nos entrega cosas diferentes. Acá me encontré con gente amiga y a la vez conocí gente nueva. Tuve la oportunidad de tocar una parte como solista en guitarra. Para mí es un privilegio porque habla de la humildad y de la grandeza de Raúl, quien deja un espacio para que yo pueda hacer un pequeño desarrollo de lo que hago. Eso fue una alegría para mí. Ya tocar con él es un privilegio increíble porque es el máximo exponente de la música del Litoral argentino y lo tenemos andando todavía.

–¿Cómo es la relación con Raúl?

–Desde el primer momento entendimos que lo que habla es lo que uno trae dentro, la cultura de uno, de lo que somos. Cuando tuvimos el primer ensayo lo primero que hicimos no fue ensayar sino preparar el mate. Ahí empezamos a charlar y él vio cómo preparaba el mate. A partir de eso sentí que ya estábamos ensayando. Dialogamos sobre cómo estaba la gente del interior, los campos, los pájaros y cuestiones que tienen que ver con nuestra naturaleza.

Virtudes

–¿Cómo definirías a Raúl Barboza?

–Raúl es una persona con mucho mundo, conocimiento y humildad. “A ustedes no les voy a enseñar lo que ustedes ya saben”, nos dijo al principio. Es fue algo grande para nosotros porque nos llena y nos predispone a nuestra máxima expresión, nos dispara hacia nuestro propio límite. Es una gran alegría compartir la música con él porque uno aprende de toda su experiencia y trayectoria en sus más de 70 años en el rubro. Tiene toda la predisposición y la energía, cosa que muchas veces nos sorprende pero nos llena de alegría. Eso es un tesoro y es extremadamente valioso.

–¿Dónde lo conociste?

–Él estaba volviendo a la Argentina, ya que se encontraba en Francia allá por el 2004, y le pide a la producción con la que estaba trabajando que encuentren a gente que conozca los géneros del Litoral, que los puedan tocar y ejecutar, que tengan conocimiento de la cultura, sepan leer música e improvisar. Raúl no conocía mucho lo que estaba pasando acá pero había escuchado unas grabaciones mías. A partir de eso me llaman y me convocan. Cuando me llamaron fue una sorpresa, al borde del sueño cumplido.

–¿Te acordás del primer concierto juntos?

–Fue en el Teatro 3 de Febrero, de Paraná, luego de un ensayo cortito, donde nos transmitimos la confianza y el hecho de poder respirar la misma música. No duró más de una hora pero a la semana hicimos un concierto de dos horas. Desde el comienzo fue una conexión, lo que me permitió que podamos tocar, improvisar y hacer de la música un lenguaje del encuentro.

–¿Qué podés contar de “Chamamé Yeroky Ñeemboé”, la gira con Barboza y el Chango Spasiuk?

–Fue una experiencia compartida muy linda y contundente porque los dos acordeonistas tienen mucha fuerza. Para mí fue una vivencia enriquecedora. Anteriormente habíamos hecho varios recitales con los dos grupos, el de Raúl y el del Chango. A la gente le gusta mucho ese encuentro porque está eso de recrear lo que sucedía antes en los patios de las casas, en las guitarreadas y en la naturaleza de la cultura.

–¿Cómo reciben los europeos al chamamé?

–Al europeo le gusta mucho el chamamé pero sobre todo lo respeta porque es un género que tiene mucha riqueza y características que lo distinguen como la rítmica, la melodía, los matices y colores. Hay muchos elementos de la música del chamamé que están a la altura de cualquier otro género, principalmente en lo que refiere a las rítmicas. Los europeos saben tratar las cosas que están bien cuidadas y realizadas desde lo más genuino de la cultura.

Desafíos

–¿Consideras que la música del Litoral se está ganando un lugar importante?

–Felizmente está ocurriendo. Es un desafío para nosotros hacer que la música llegue de una manera sostenida, presentable y que esté a la altura de los otros géneros, que han sabido darle lustre a su música. Es también un compromiso para hacer las cosas bien y que cuando se escuche un chamamé esté a la altura de la reglística y de la forma que puede tener un tango, una música clásica bien arreglada o cualquier otro tipo de género que han tenido desarrollo y proyección en el mundo.

–¿Cuál es tu anhelo hoy?

–Si yo no estuviera aquí tocando como guitarrista con Raúl y pensara con quién me gustaría tocar y compartir la música diría con Raúl Barboza. Mi anhelo es la felicidad y la alegría de la gente, la de mi pueblo, con la que me cruzo en lo cotidiano en los lugares donde vamos. El deseo es ser mejores personas a partir de la música, transformar el mundo para que sea lo más digno posible y que las cosas que no son gratas tengan otro significado.
Temas: ENTRE RIOS 
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