Aventureros de pura cepa

Ni soja ni ganado: dos amigos armaron un viñedo en pleno oeste santafesino

Oriundos de la localidad de María Juana, establecieron una plantación de uvas en el pequeño poblado de Garibaldi en medio de la pandemia. Sembraron 1.200 plantines y se ilusionan con producir vino de alta calidad en un par de años. Contaron su historia a Mirador Provincial.
01-03-2021 | 9:40 |

Foto:Gentileza.
Rodrigo Pretto
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Posiblemente, si habláramos de un viñedo en Mendoza, la noticia sería algo intrascendente o una más de muchas tantas. Ahora bien, que en pleno oeste santafesino un grupo de amigos hayan montado un proyecto para producir vino es, al menos, curioso y rompe con todo esquema tradicional.

Oriundos de la localidad de María Juana, Rodolfo Cornalis junto a Osvaldo Ferrato se jugaron un pleno para comenzar con un emprendimiento llamativo. Armaron un viñedo orgánico en Garibaldi -un pequeño pueblo del departamento Castellanos-. En plena pandemia buscaron asesoramiento en Mendoza, sembraron 1.200 plantas en septiembre y esperan poder producir en algunos años. "Nos sorprendió la velocidad con que brotaron y crecieron. Es una planta muy noble", contó uno de los promotores.

Ingeniero agrónomo, ex docente de una escuela agrotécnica, y apasionado de la gastronomía y la huerta, Cornalis se entusiasma con cerrar el círculo productivo que él mismo creó. Todo un aventurero de pura cepa, ya incursionó en la producción hortícola, el cultivo de frutillas y hasta se anima a la fabricación de cerveza artesanal. "Poder cocinar lo que siembro es un placer para mí", contó.

Pero la historia del vino y las hortalizas van de la mano en este desenlace. Ferrato, otro apasionado de las huertas, decidió destinar un terreno de una hectárea que trabajaba en Garibaldi para poner en marcha el nuevo proyecto. Fue así que los dos amigos establecieron contacto en el año 2020 con el INTA de Entre Ríos, y si bien la pandemia fue una piedra en el camino, no terminó con la ilusión. Sin resignar el sueño, entablaron comunicación con un vivero de Mendoza quienes ofrecieron asesoramiento para el desarrollo de las vides. "El 19 de septiembre plantamos 1.200 plantas y ahora estamos en el proceso de cuidado", deslizó uno de los emprendedores.

Sin apresurar los tiempos y aguardando con la paciencia que requiere el largo proceso, aguardan que recién al tercer año puedan observar los primeros frutos productivos. Sin embargo, entienden que el máximo jugo se le sacará a partir de la sexta o séptima temporada. "Es sorprendente que las plantas ya dieron racimos en estos pocos meses. En esta región tenemos una gran ventaja, y es la fertilidad de los suelos. Además prácticamente no necesitamos regar por las lluvias que tenemos normalmente", explicó.

Fue un trabajo cooperativo. Los impulsores del viñedo recibieron la colaboración de sus amigos para plantar los 1.200 plantines. En total estuvieron 5 días a sol y sombra realizando un arduo trabajo hasta terminar la etapa inicial y ver el terreno con su proceso inicial finalizado. "Implementamos el sistema de riego por goteo armado por nosotros mismos, sobre todo para que este año comience el cultivo. Posiblemente no lo necesitemos en el futuro porque tenemos tierras con napas altas y la vid no requiere abundante agua", destacó Cornalis.

Un viñedo de variedad
En total son cinco las variedades de plantas que los amigos del vino decidieron sembrar de manera inicial. Por consejo de su asesor mendocino, la mayor parte del viñedo está destinada a las uvas malbec y cabernet. También existen syrah, chardonnay y frutos de mesa para la venta.

"Estamos muy entusiasmados por la respuesta de las plantas", describió Cornalis, quien agregó: "Plantamos pocas uvas para hacer vino blanco porque se necesita mayor tecnología. Si bien el proceso es el mismo, se oxida rápido y es necesario trabajar a menor temperatura. La fermentación debe ser a 25 grados, con lo cual si no hay una máquina que controle su temple hay que acondicionar las instalaciones. Por eso es algo más complicado".

Siguiendo la idea de la huerta que también tienen en el mismo terreno en la localidad de Garibaldi, fueron por una producción netamente natural, sin la aplicación de líquidos para el control de plagas. "Nuestro viñedo es orgánico. No usamos ningún producto agroquímico. Con lo cual todas las malezas las tenemos que sacar a mano", contó el ingeniero agrónomo.

La producción, paso a paso
Pensando que recién al tercer año las vides comenzarán a dar algún volumen importante para iniciar el proceso productivo de vino, quienes llevan adelante el proyecto son cautos y no apuran el emprendimiento. Son conscientes que en algún momento será el turno de realizar la inversión inicial para poner en marcha la cocina, aunque ahora no están en esa etapa. "Todavía no compramos ningún equipo. Ya tendremos tiempo para analizar y estudiar la situación. Pero para comenzar todo vamos a hacer algunas pruebas, posiblemente compremos maquinaria usada y luego evaluaremos la forma de seguir", explicó Cornalis.

Apuntando a la excelencia
Los emprendedores de María Juana piensan en grande. Y entienden que el producto puede pararse frente a los mejores. Es que de acuerdo al asesoramiento recibido, un vino de calidad puede producirse en cualquier región, siendo su secreto la cosecha de una uva de excelencia. "El ingeniero que nos aconseja nos dijo que apuntemos a hacer una botella por planta. Cada una de ellas da como fruto entre 5 y 7 kilos. Para fabricar un litro es necesario un kilo de uvas. Con lo cual, siguiendo esos pasos vamos a seleccionar los mejores racimos de cada planta para que el producto sea lo mejor posible", adelantó Cornalis.

Entre temporales y loros
El docente e ingeniero agrónomo indicó que una de las desventajas de esta región para la producción de vino es la época del año en que se debe realizar la cosecha de uva. Considerando que entre fines de febrero y principios de marzo deben comenzar la campaña, las lluvias abundantes del primer trimestre del año pueden complicar el trabajo.

Asimismo, el ex docente oriundo de María Juana explicó que para un buen desarrollo de las plantas es necesario tener "amplitud térmica", con días de 25 - 30 grados y noches frescas, condición que en esta región no existe por lo general. "En ese ambiente se genera mayor cantidad de azúcar en la uva. Pero ese es uno de los inconvenientes con los que corremos. Tampoco es bueno para ninguna planta el calor extremo. Respecto a lo climático son los mayores problemas que afrontamos", destacó.

A su vez, Cornalis indicó que, por otro lado, deberán afrontar un grave problema: las aves que suelen atacar las plantas. "Hay muchos loros en la zona. Vamos a ver qué sistema implementamos para combatirlos. Vienen mallas antipájaros, sonidos para ahuyentarlos. Pero todavía no decidimos que vamos a aplicar para evitar que dañen los cultivos", aseguró.

Potencial por decreto y no por geografía
Cornalis, docente de la escuela agrotécnica, quien supo incursionar en la plantación de frutillas en dos ocasiones y junto a un curso de alumnos había investigado sobre vitivinicultura, entendió que si bien la zona por excelencia para llevar adelante la técnica para elaborar vid y producir vinos es Cuyo, existían razones para desarrollar el emprendimiento en el oeste santafesino.

De acuerdo a la historia argentina, originalmente los inmigrantes se asentaron en diferentes puntos del país con la tradición de elaborar vid. Tal es así que Entre Ríos era una de las principales provincias productoras de vinos de Argentina. Sin embargo, a principios de 1930 el presidente de ese entonces, Agustín Pedro Justo y quien era entrerriano, decretó la Ley Nacional del Vino. Mediante la normativa, se prohibía la producción y elaboración en todo el territorio nacional, a excepción de la región de Cuyo. Fue así que la vitivinicultura desarrolló todo su potencial en dicha zona.

Por ese entonces, y con el afán de extinguir cuanta bodega existía en Entre Ríos, el gobierno nacional recorría la provincia junto a las Fuerzas Armadas para arrasar con todo viñedo que se encuentre en el camino. "Se incendiaban las plantaciones y se agujereaban los toneles para vaciar las producciones. No dejaron nada. Había muchos intereses de por medio", repasó Cornalis. La Ley Nacional del Vino fue derogada recién en 1998 y al día de hoy ya son 19 las provincias que producen vino en todo el país.



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