Gabriel Obelar 





La forma en la cual se dio la derrota de Patronato el último sábado ante Huracán, hizo estallar al hincha, socio y seguidor de la institución de calle Grella. El equipo dejó en evidencias muchas falencias, sobre todo defensivas, más allá de que el partido, en líneas generales, no mereció perderlo; aunque no acusó reacción.


El partido fue bueno en muchos aspectos, porque Patrón fue el Patronato de Delfino, que fue al frente, incomodó al rival, presionó y robó pelotas en la mitad de cancha, atacó con gente y siempre buscó el arco contrario. Defensivamente, tuvo las flaquezas que no quiere el Viejo, pero encontró en Matías Ibáñez, el bombero que apaga incendios (salvo en el gol).


Pero lo que de verdad hizo encender la bomba, fue la manera en la cual Huracán llegó al gol, con una simpleza y facilidad táctica, muy poco vista. Pablo Oro, solo, sin marca, ganándole las espaldas sin querer a Gustavo Canto, encaró solo para tener tiempo y espacio para acomodar la pelota como él quisiera. De ahí en más, el Negro no acusó reacción, se desmoronó como cual torre de cartas al resbalarse una.


Las respuestas desde el banco de suplentes no hubo, en ningún momento. Jerarquía para sostener lo hecho por los titulares, tampoco. Respuestas de voz de mando, tampoco. Eso puso en jaque la continuidad de quién llegó para ordenar una situación, que se le hizo cuesta arriba.


No pierde fuerzas 


Lo único que le podía faltar a Patronato, luego de coronar su peor arranque en la historia del profesionalismo (6 derrotas consecutivas) y su peor racha en condición de local, donde hace 9 partidos que no gana (y antes era un calvario llegar a Paraná), era la salida y el paso al costado de Iván Delfino.


“Lo analizaré en frío”, expresó el Viejo Iván en Conferencia de Prensa, que sabe que en cualquier otra institución, ya estaría en la comodidad de su casa en Sunchales, masticando bronca y relajando tras años dirigiendo.


“Esta con todas las fuerzas”, dicen aquellos que lo vieron el domingo en La Capillita, dirigiendo y de manera exaltante, no dejando nada al alzar y demostrando a un plantel que no da la cara, que el camino está, pero hace falta un poco más de ellos.


Que Delfino no se haya ido (más allá de que su salida puede ser el próximo fin de semana si pierde con Lanús), hace que la dirigencia y el propio cuerpo técnico se replantee cuestiones que, a estar alturas, sin margen de error, no pueden ocurrir sobre momentos que son evitables, desde los armados, hasta las apuestas y realización de cambios.


¿Campaña de campeón?


Es a lo que tendrá que aspirar o mentalizarse Patrón. Es prematuro hablar de la tabla de promedios con varios meses de competencia, pero en este trayecto, es lo que deberá hacer el conjunto paranaense.


Primero lo primero, comenzar a sumar el próximo viernes en Lanús, ratificar la continuidad con argumentos de Delfino, despejar los fantasmas de la salida que aún están, porque esto sigue cuestión de resultados y seguir dando en la tecla para salir de la zona roja.


Faltan meses, pero Patronato, Arsenal y Godoy Cruz, podrían convertirse en el Arsenal (vale la redundancia), Olimpo, Chacarita y Temperley, que ya se encontraban descendidos cuando comenzó un torneo y debía aspirar lo que Tigre, en semestres anteriores, campañas de campeón para salvarse del descenso.