Aldana Badano
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Desde su fundación en 1973, la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) ha sido formadora de pensadores, profesionales y docentes. En la actualidad cuenta con una variada oferta académica distribuida a lo largo y ancho de la provincia. Gabriela Andretich es licenciada en Ciencias de la Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, magister en Política y Gestión de la Educación por la Universidad Nacional de Luján y doctora en Ciencias Sociales por la UNER. Además, es docente en Planeamiento de la Educación e investigadora en la Facultad de Ciencias de la Educación desde 1990, docente de maestrías de la UNER y UTN. Desde 2018 es vicerrectora de la UNER y coordinadora del Plan Institucional Participativo de la universidad. Es oriunda de Rafaela, provincia de Santa Fe. Desde su desempeño cotidiano en la Universidad, Andretich brinda un panorama de la historia y actualidad de la Institución educativa y resalta en esta fecha tan particular que “el desafío en este nuevo aniversario es reafirmar y efectivizar para la actual y para las futuras generaciones el derecho a la educación superior como un bien público social y un derecho humano universal”.

—¿Cómo fue el proceso para que en mayo de 1973 se funde la UNER?

—La UNER surge como resultado de la demanda histórica y reivindicativa de la población de la provincia, especialmente de docentes, políticos de distintas banderías y los jóvenes que, desde dos décadas anteriores bregaban por tener una universidad en la provincia. A partir de 1962 se registran distintas gestiones en el ámbito provincial y ante el senado nacional para impulsar la creación de la UNER. Entre 1971 y 1973 se crean 16 universidades nacionales, entre las que se encuentra la UNER, a partir del Plan Taquini. Este proceso de regionalización brindaría mayores posibilidades de desarrollo en el interior, pero también permitiría la desconcentración de la población estudiantil y con esto, la despolitización de esos sectores. Para los entrerrianos significaba la posibilidad efectiva de que sus hijos pudiesen estudiar en la provincia. Debido a que la ley de creación fue dictada bajo el gobierno de facto del Gral. Lanusse, recién en diciembre de 1973, durante la presidencia del Dr. Héctor Cámpora, se aprobó definitivamente el funcionamiento de la UNER.

—¿Por qué el rectorado de la Universidad decide fundarse en la costa del Uruguay siendo que Paraná es la capital provincial?

—Visto desde la actualidad, esta pregunta no tiene una respuesta única, a partir de la lectura de documentos de la época, es posible conjeturar algunas causas. En principio hay que tener en cuenta el contexto político al momento de efectivizarse el inicio de las actividades de la UNER puesto que, al poco tiempo de la creación formal de la universidad, se produce la toma del poder a nivel nacional por parte de una junta militar que en materia de política universitaria anuló la autonomía y el cogobierno y desalentó toda posibilidad de concentración de estudiantes. En cuanto al desarrollo de los procesos provinciales de creación de la UNER, aparece en el libro del Dr. Cerrudo una nota al pie que remite a una investigación donde se explica: “podría arriesgarse la idea que el espíritu de tal decisión (rectorado en Concepción del Uruguay) constituyó un desafío a través de un diseño de organización que atendiera a las problemáticas locales… suponía la posibilidad de que las zonas no atendidas suficientemente en la organización provincial, lo fueran en este diseño adoptadas” (Cerrudo, citando a Larrazábal). También puede suponerse que se tuvo en cuenta una distancia geográfica considerable con universidades nacionales ya existentes, que la comisión pro-universidad de la Costa del Uruguay hiciese prevalecer en el momento de creación y ante la comisión de la Costa del Paraná, sus ideales de lograr una universidad de frontera, su preocupación por no contar con carreras de la UNER en Concepción del Uruguay y lograse entonces que se elija esta ciudad como sede para el rectorado.
Ante las variadas causales que justifican la instalación del rectorado en Concepción del Uruguay es necesario hacer prevalecer la mirada geopolítica con la que fue pensada la UNER, en la que se subrayó entre sus fines fundacionales el “suministrar conocimientos humanísticos, científicos y tecnológicos para su aplicación como respuesta a las necesidades de la provincia, promocionar la capacitación técnico profesional que permita activamente en el desarrollo a nuestro Hombre intervenir en el desarrollo socioeconómico de la región…”

Por estos tiempos

—¿Cómo es la actualidad de la UNER?

—La UNER se encuentra ampliamente distribuida en las principales ciudades de la provincia de Entre Ríos: en Concepción del Uruguay, en Villaguay, en Concordia, en Gualeguaychú, en Oro Verde y en Paraná. Actualmente en la UNER se dictan 40 carreras de grado, 33 carreras de pregado y 35 posgrados. Este año se inscribieron a toda la oferta académica 8.300 estudiantes.

—¿Por qué crees que es importante sostener esta Universidad pública en un territorio como el entrerriano?

—Desde sus orígenes, se planteó que la UNER fuera una universidad regional, descentralizada y preocupada por su contexto. Este mandato institucional acompañó el desarrollo y el crecimiento de la institución y se renueva en la actualidad. Es así que este nuevo aniversario —y mirando al cincuentenario— encuentra a la universidad en su conjunto abocada a algunas cuestiones estratégicas: sostener una mirada planificada con la participación de sus claustros de la universidad en lo que hace a sus funciones esenciales así como a su vínculo con el entorno; renovar las normativas en función de la dinámica actual; consolidación de espacios de investigación en vinculación con organismos nacionales y provinciales, reflexión sobre temas transversales (como accesibilidad y género) y propuestas de intercambio con el territorio provincial, sobre todo aquellas iniciativas de formación que atiendan requerimientos según regiones o sectores específicos.

En la actualidad, todo el quehacer universitario está atravesado por la situación sanitaria que, si bien afecta el trabajo cotidiano, puso a la UNER —y en general a las universidades nacionales— en un lugar destacado en relación a la continuidad del dictado de clases. También centró sus decisiones en el cuidado de las personas y los espacios, además de enfocarse en la producción de conocimiento específico sobre la pandemia. Esto es la mejor muestra de lo que significa hoy en día no sólo sostener sino jerarquizar la universidad pública.

Además de las iniciativas aquí planteadas, el desafío en este nuevo aniversario es reafirmar y efectivizar para la actual y para las futuras generaciones el derecho a la educación superior como un bien público social y un derecho humano universal.