“La lectura debe ser democrática”, dijeron las organizadoras

El proyecto “ciudad lectora” diseminó libros por los barrios de Chajarí

 
24-06-2021 | 15:38 |

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“La propuesta es sumamente sencilla, buscamos que la circulación de libros sea libre, entonces más allá del fomento de la lectura, es el encuentro de la persona con la lectura”, coincidieron las propulsoras de “ciudad lectora”.


Lucía Torres
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Patricia Capovilla es junto a su hermana Patria dueña de La Casa Florida, una venta de libros que propone ir un paso más allá que el simple ofrecimiento de publicaciones. Realizan talleres gratuitos de fomento de la actividad lectora en barrios de Chajarí, intentando llegar principalmente a los sectores más vulnerables y a los más chicos, “creemos que lograr atraer al lector en una edad temprana, abre un abanico de posibilidades, pero siempre buscando el disfrute, que entren al mundo mágico de las letras”, dijo Patricia a Mirador Entre Ríos.

En cuanto a “ciudad lectora” contó que es una propuesta que nació dentro de La Casa Florida almacén de libros, “porque si bien nuestro emprendimiento es una venta de libros, siempre con mi hermana pensamos que tenga un anclaje social”.

Al tener que cortar los talleres producto de la pandemia, comenzaron a buscar cómo continuar con este nexo a la sociedad, y así nació “ciudad lectora”. “La propuesta es sumamente sencilla, buscamos que la circulación de libros sea libre, entonces más allá del fomento de la lectura, es el encuentro de la persona con la lectura, sin mediar datos, porque la persona que es usuaria de Ciudad lectora no deja sus datos en ninguna parte, hay un trabajo de confianza y entrega”.

La intención es que las personas puedan buscar el libro que les atraiga, leerlo y volverlo a la casita de la que lo sacó o en otra, “si tiene y quiere, la idea es que al llevarse uno, deje también otro en la misma casita, para lograr un circulación de libros, pero si no tiene también puede retirar para leer”. Estas casitas que menadas son las estructuras en las que permanecen los libros y que son realizadas por el municipio a través de un pedido realizado por las hermanas Capovilla en la Dirección de Educación del Municipio de Chajarí.

Un proyecto de todos

Actualmente hay ocho casitas en distintos barrios de la ciudad de Chajarí. “Las casitas están todas en la vía pública en las veredas, hay que afirmarlas con cemento, hay un responsable por casita que todas las noches entra y luego saca los libros, para que no se deterioren, pero durante el día están en la vía pública”.

Vale aclarar también que las personas que solicitan contar con una casita son quienes inician colocando de su biblioteca personal los primeros libros para iniciar la circulación. Al respecto, Patricia remarcó que “el proyecto comunitario que se gestó tiene todos los engranajes del sistema que funcionan de manera sincronizada; el privado, en este caso nosotras con La Casa Florida que dimos el puntapié inicial y coordinamos los primeros pasos, el vecino que se apropia del proyecto y quiere replicarlo poniendo de su propiedad libros para que circulen y el estado, que en este caso es la municipalidad de Chajarí, a través de la dirección de Educación que se encarga de armar y colocar las casitas”.

La entrevistada contó algo que ocurre con este proyecto, “las casitas van tomando la personalidad de la familia que las tiene, hay casitas que tienen más que nada autoayuda, otras que tienen mucho para niños, porque en la casa había chicos, o novelas, porque los primeros libros son de las bibliotecas de los dueños de casa”.

Otro de los objetivos del proyecto, más allá de la lectura, es la formación de vínculos comunitarios, “la lectura debe ser democrática, que las personas nos responsabilicemos del material, porque nadie va a venir a controlarte cuánto hace que lo llevaste o en qué condiciones, cada uno es responsable; la confianza de que vas a hacer circular el libro después de leerlo y la empatía con el otro para entregar un libro que tengamos para que sea leído por otra persona que no conocemos, porque no sabemos quién va usar el libro que dejo, pero sé que es lectora y le puede gustar”.

Comienzo truncado

Al principio no todo fue color de rosa. Cuando el proyecto comenzó, con una sola casita, en ese caso colgada de un árbol, a los pocos días habían desaparecido todos los libros, y la casita. De este episodio Patricia contó que fue fundamentalmente por falta de información y que sirvió para ir aprendiendo con prueba y error, por eso ahora las casitas están colocadas con cemento en el piso.

“Gracias a que en las redes pusimos que había desaparecido la casita, nos la devolvieron. Además, lo que pasaba era que durante mes o mes y medio poníamos los libros y se llevaban todos, pero no ponían otros, y nos estábamos quedando sin libros de nuestras bibliotecas. No podíamos enganchar a quien se los llevaba para explicar la metodología, pero hasta que lo conseguimos y era un chico del barrio, que le gustaban mucho los libros, los veía y se los llevaba, pero cuando le explicamos sin problema nos dio los libros y todo quedó en una simple anécdota”, recordó Patricia.

Letras en todos los formatos

Más allá del proyecto presente, se la consultaba a la entrevistada sobre l vigencia de los libros físicos frente a los libros virtuales o en formato PDF. Al respecto Patricia aseguró que “en tanto y en cuanto se dé la experiencia lectora, y te produzca algún tipo de emoción, es válido, no importa si es en un libro de papel o virtual”.

Además mencionó que “la experiencia de lectura es tan inmensa que no hay por qué limitarla, además lo que nos dio internet es la posibilidad de acceder a literatura que en papel a veces no se consigue, pero después de eso, va en la comodidad de cada uno, siempre que sea disfrutable y nos abra nuestra creatividad”.


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