Un pionero de la ecología y del ambientalismo

Recordando a Henry Thoreau, el escritor bohemio de Estados Unidos

Henry David Thoreau (Massachusetts, 1817-1862) fue uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana. Thoreau quiso experimentar la vida en la naturaleza de forma plena y para ello, el 4 de julio de 1845, Día de la Independencia de Estados Unidos de América, se fue a vivir durante dos años a una cabaña en los bosques, donde redactó su obra más conocida, Walden. Un acto de valentía que lo llevo a erigirse como uno de los más reputados escritores bohemios de los Estados Unidos.
21-11-2021 | 10:48 |

Foto:Gentileza.
Álvaro Javier Marrocco


Fue en 1845 cuando Henry David Thoreau se trasladó a una cabaña de madera que había levantado con sus propias manos en la costa norte de la laguna Walden, cerca de la localidad de Concord, en el estado de Massachusetts. Su objetivo era comprobar si podía llevar una existencia aparentemente sencilla -pero interiormente rica- y así demostrar a la burguesía que era posible conjugar una vida de escasez material con la autorrealización psicológica.

Disidente nato, convencido de la bondad de la naturaleza como para proclamar un «pensamiento salvaje», se le considera también . Sin embargo, su auténtico empleo fue, según él mismo se ocupó de recordar, «inspector de ventiscas y diluvios». Sus libros más reconocidos son: Una Semana en los Ríos Concord y Merrimac (1849), La desobediencia civil (Civil disobedience, 1849). Este último libro nace debido a que años antes, se había negado a pagar impuestos debido a su oposición a la guerra contra México y a la esclavitud en Estados Unidos, por lo que fue encarcelado. Luego le siguieron, Una Excursión a Canadá (1853), Esclavitud en Massachusetts (1854), Walden (1854), Los Últimos Días de John Brown (1860), Caminar (1862), Excursiones (1863), y Una Vida sin Principios (1863).

Ansiedad por el estatus
La idea del bueno de Thoreau era demostrar “de qué forma tan barata se podía subsistir cuando uno dejaba de preocuparse por impresionar a los demás, compartiendo una lista de los mínimos costes en los que había incurrido para construir su cabaña”. El reputado bohemio no sólo logró su objetivo en esos años, sino que confeccionó una lista para dejar establecido que el precio por algunas cosas es ínfimo a la hora de tasar la felicidad. Una de sus frases reza: “El más rico es aquel cuyos placeres son los más baratos”.

En uno de los pasajes del libro titulado Ansiedad por el estatus (2004), escrito por el suizo Alain de Botton, lo cita a Henry Thoreau quién se propuso llevar adelante una vida interiormente rica, sin preocuparse en seguir la idea generalizada de sus demás conciudadanos en cuanto a acumular riquezas como garantía de felicidad. Además aborda el problema creado en la sociedad occidental por la necesidad de acumular estima y riqueza para con ello demostrar a los demás que se poseen virtudes como la creatividad, el valor, la inteligencia y la energía para desenvolverse en la vida y los negocios. El libro transita a través de las angustias, inseguridades y daños provocados por un par de milenios de ansiedad por el estatus y saca a la luz un aspecto de la condición humana del que se ha hablado poco. Con la ayuda de la psicología, la política y la economía, el autor se plantea diferentes motivos para esa ansiedad y, a continuación, se centra en una serie de formas de sobrellevarla que se han utilizado a lo largo de la historia, como la filosofía y el arte, el cristianismo y la bohemia.

Una cabaña de madera en Walden
Walden es un experimento literario sin precedentes como un manual para una vida salvaje: un libro escrito contra toda servidumbre y prejuicio, a favor de la libertad como único faro del ser humano. Walden es una defensa de la vida libre y salvaje, así como una crítica a la sociedad de su época, sus costumbres y sus imposiciones, que apenas han variado desde la época de Thoreau hasta la nuestra. Walden no es una fuga, o una vida de ermitaño (ya que Thoreau regresaba a menudo a ver a sus amigos), pero sí una elección deliberada. Este es el comienzo de un experimento que dura dos años, dos meses y dos días, durante el cual Thoreau lee, escribe, estudia la naturaleza y cultiva sus propias verduras.

La idea de llevar a cabo una vida sin preocupaciones materiales, hoy en día pareciera algo inverosímil, pero fue llevada a la práctica -como estrategia publicitaria- por la empresa MasterCard, al pretender destacar que lo importante es “aquello” que no tiene precio. La tradicional publicidad de MasterCard con su lema ya casi inolvidable: “Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, existe MasterCard” retoma, -quizás sin pretensión alguna-, aquella idea bohemia de apostar por emociones sinceras, sin olvidar el humor y siendo siempre muy conscientes de las cosas que verdaderamente importan en la vida real. Todas aquellas, por cierto, que “el dinero no puede comprar”. Hilando fino en torno al eslogan que hoy recordamos, la idea de que las cosas “verdaderamente importantes” son todas aquellas “que el dinero no puede comprar” fue utilizado por Henry Thoreau, quien tuvo que invertir escasos US$ 28,12 para ser inmensamente feliz.

“Simplifica, simplifica”
Thoreau vivía con lo puesto y le gustaba simplificar su existencia. “La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no solo son dispensables, sino también obstáculos para la elevación de la humanidad”, escribió en Walden. Aseguraba, por ejemplo, que la manera de combatir el frío es justamente con lo mínimo; es decir, sin abrigarse con capas y capas de ropa, ya que solo al acostumbrarnos al frío podemos combatirlo. O se preguntaba por qué tantas personas buscaban entretenciones modernas, cuando el mejor show posible lo tenemos frente a nuestros ojos: el ciclo de la vida y la muerte reflejado en las plantas y animales: “Todas las cosas buenas son salvajes”.

Thoreau falleció en 1862 a la edad de 44 años, dejando inconclusas varias de sus obras. No obstante, sus ideas han inspirado a generaciones. Su llamado a crear «reservas nacionales» de zonas silvestres bien puede haber influido en las generaciones ambientalistas posteriores, así reza otra de sus célebres frases: “De qué sirve una casa si no se cuenta con un planeta tolerable donde situarla”.



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