Folcorno

Julián Marcipar, pionero del folklore argentino

El músico santafesino Julián Marcipar presenta Folcorno, una propuesta original y sin muchos antecedentes: introducir el corno o trompa como instrumento protagonista en la ejecución de un repertorio de raíz folklórica.
27-12-2021 | 15:10 |

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"El folklore épico que conseguí, lo encontré buscando mucho en la forma en que los compositores de películas como John Williams", confiesa Julián Marcipar. Foto: Gentileza.


Gisela Mesa [email protected]


Cantautor, cornista santafesino, Julián Marcipar renueva el folklore argentino con un estilo personal y único. Comenzó sus estudios muy pequeño, a los 7 años ya estudiaba en la escuela departamental del l`oise, Francia. Se recibió de cornista orientado a interpretación de música clásica en la escuela de música provincial Nº 9901 "Orquesta de Niños y Juvenil de la Provincia de Santa Fe" con el profesor norteamericano Scott Bohannon. Se le reconoció alumno destacado de esta institución con una medalla entregada por el ex gobernador de la provincia de Santa Fe Antonio Bonfatti. A la par, desde temprana edad, tocó junto a su padre ritmos de folklore ejecutando charango, acordeón, sikus, quena, entre otros instrumentos, y a la edad de 13 años empezó a hacer pequeñas giras por el país. En 2020 editó su primer disco solista al que llamó "Nativos mutantes". Actualmente trabaja en la casa de Fernando Birri, en su amado Santa Fe.

Mirador Provincial dialogó con el cantautor para descubrir esta idea pionera que él mismo presenta.

-Contanos cómo fueron tus comienzos desde tu infancia en Santa Fe hasta los primeros acercamientos a la música.
-Mi primera infancia fue en el pueblo de San José del Rincón (ahora ciudad) donde viví hasta los 5 años. Fue una infancia muy hermosa en donde vivía en contacto con la naturaleza, me trepaba a los arboles e iba a nadar y a embarrarme al río siempre rodeado de animales. En esa casa no había computadora ni cable para el tele, así que me divertía improvisando largas horas en el piano, mi papá se la pasaba tocando y ensayando, mi mamá tocaba la guitarra y cantaba para sus alumnos del jardín y nos dormíamos escuchando las canciones infantiles de mi abuela Mari. Sentía mucho amor en el piano, con una grabadora de cassette, me grababa lo que el cassette duraba para después escucharlo y analizarlo entero, realmente entraba en un especie de trance en la improvisación, a veces hoy en día me gusta improvisar libre en el piano, solo para mí.

A partir de los 6 años empieza mi otra infancia, cuando mi papá consigue trabajo como músico docente y compositor en Francia en la ciudad donde él, sus hermanos y sus padres (mis abuelos) se refugiaron huyendo de la dictadura cuando él era niño. A esta etapa la recuerdo un poco como cuando Heidi deja los Alpes y viaja a Fráncfort. Extrañaba mucho los ríos, el barro, el andar desnudo y las calles de arena, aunque había bosques, ciervos, y castillos medievales muy hermosos. Y acá si teníamos computadora, en donde mi papa se pasaba horas componiendo para orquestas y agrupaciones grandes. Cuando él se iba a trabajar me iba a la computadora y componía obras sencillas en el programa de escritura (mis primeras obras escritas son de cuando tenía 8 años). También empecé a tocar el corno francés en la escuela de música donde trabaja mi papá con un cornista de música popular llamado Lionel Riviere y grabé mi primer disco de mentirita con mi mamá, ella nos estimulaba mucho a mí y a mi hermana, pero como a diferencia de mi hermana Camila, yo no tenía amigos, pasaba más tiempo con ella. En esta ocasión grabamos un disco en casa donde yo tocaba la tuba y mi mamá el clarinete, me acuerdo que hasta me hizo diseñar la tapa del disco y imprimimos uno.

-¿Podemos decir que Folcorno es como un folklore épico?
- El folklore épico que conseguí, lo encontré buscando mucho en la forma en que los compositores de películas como John Williams (basados a su vez en Richard Wagner) usan este instrumento para retratar al héroe, creo que semióticamente se remonta a la casa de los reyes, en donde el monarca interpretaba quintas y cuartas justas en su corno de caza de manera diáfana y abolenga. Creo que este sonido quedaría increíble en el cine argentino.

-Lo más importante y ejemplar es que tu disco cuenta con la participación especial de músicos como Vitillo Ábalos, Lito Vitale, Chango Spasiuk, también con el cornista norteamericano Scott Bohanonny el pianista y cornista francés Jeans Hirons. ¿Cómo se dio este trabajo en equipo y la conexión con ellos?
-Con respecto a los invitados, el norteamericano Scott es mi profesor a quien junto con mis papás le dedique el disco. Jean Hiron es un virtuoso y muy querido amigo francés, y luego tuve la fortuna milagrosa de tocar con gente que admiro muchísimo.

A Lito Vitale lo conocí cuando gané con mi primer disco un concurso en donde el premio justamente era grabar con él. Luego a Jorge Cumbo, Micaela Chauque, André Pilar y el Chango Spasiuk los contacte por Facebook y afortunadamente les gustó mí propuesta. Por último a Vitillo lo conocí gracias a Andrés Pilar, el me pasó el contacto de su mujer Elvira, estaré eternamente agradecido con Andrés por este gesto porque conocer a Vitillo fue de las cosas más hermosas que me pasó en la vida.

-Siendo el folklore tan tradicional cuesta encontrar a veces nuevas formas de verlo, ¿En algún momento tuviste que defender tu idea musical?
-Sí, cuando uno innova o emprende algo nuevo, siempre estás solo al principio. El corno pareciera ser propiedad privada de la música académica y no todos mis colegas ven con buenos ojos que se toque el corno con un sonido rústico, que lo desarme, se le agregue bocinas o que lo explore en general. La orquesta es un régimen militar en donde las formas de estudiar, tocar e interpretar son muy acotados y lo único que lo sigue sosteniendo es una pedante superioridad para que el que consiga imitar a la perfección esos parámetros.

Por otro lado en el folklore también pasa un poco esto, incluso en el folklore culto, cuando se ve que en todos los concursos de folklore gana o un pianista que hace folklore con acordes sus 7ma 9na, un guitarrista que arrastras las cuerdas haciendo CUIJJ en la trastiera o un ensamble con una cantante, un clarinete y una flauta traversa, en donde también usan acordes sus 7ma 9na. Y hace ya dos décadas que pareciera que el folklore se estancó ahí y si no se usa esas reglas, no es válida la exploración.

Pero bueno, a todos les toca cuando se arranca, andar como el Quijote peleando contra grandes molinos de vientos.

-¿Cómo ves la escena local en el folklore?
-Justo hoy hablaba con mi papá de cómo cada vez la sociedad escucha menos folklore a la par de que aparecen cada vez más folkloristas increíbles y súper talentosos, que a falta de público tienen que vivir de la docencia o de lo que sea. Estamos cada vez más lejos del boom folklórico de los 60 y creo que el Estado debería hacer algo al respecto.

Los folklores y sus fusiones son fundamentales a la hora de empoderarnos como sociedad. Personalmente creo que el Estado debería urgente desfinanciar las orquestas sinfónicas (lo digo yo que trabajo en una orquesta, me recibí de cornista clásico y estudio dirección orquestal). Si bien amo profundamente la música sinfónica, no puede ser que los únicos organismos financiados por el Estado sean los que se encarguen de hacer música alemana del siglo 18, es una locura absurda y ridícula. Creo fundamental empezar a usar esa plata en fomentar nuestra música, en hacer recolecciones de tipo antropológicas y en nuevas composiciones y músicas argentinas.

-¿Con qué músicos te gustaría compartir escenario?
-Por mi haría como hace Lito Vitale, que en Folcorno tocó con Julian Marcipar, después toca con Trueno, otro día con Pablo Lescano, al otro con Liliana Herrero y quizás mañana toque con el compositor y pianista contemporáneo Oscar Edelstein. Mi corazón es polígamo y amante de las diversidades, cada músico es un mundo y de cada uno aprendo un montón.

-¿Cómo ha impactado en vos la pandemia? ¿Te ha dejado alguna enseñanza este tiempo de cuarentena?

-La pandemia me ha sido de gran ayuda, podía cursar por Zoom una materia de la facultad mientras que a la par, de manera remota terminábamos de mezclar mis dos discos solistas. Las horas que ante pasaba en el colectivo yendo a la universidad, ahora las usaba para avanzar con todos mis proyectos. Cuando me saturaba de tanta pantalla, me iba a visitar a mi mamá, que vive en la mitad de la isla, sin electricidad ni agua ni nada y me tiraba al rÍo. Lo bueno de ser ermitaño es que el día que llega una pandemia no te afecta mucho.

-¿Qué transmite según vos nuestro folklore argentino?

-Creo que el folklore argentino, así como todos los folklores, son una construcción en constante mutación, a veces más artificial y a veces más fluidamente, pero siempre nos empodera como ciudadano. Es importante sentirnos parte de algo y diferenciarnos del resto con raíz y originalidad (desde el origen) para fortalecernos como sociedad.

-¿Y respecto al público santafesino qué sentís?
-Son lo más, súper abiertos, eclécticos, y entusiastas. Aquí el público de la cumbia santafesina, el folklore, el trap y el rock, es muchas veces el mismo, gente de gustos muy abiertos y amplios. Eso me resulta genial.



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