Trigo: radiografía de la producción, exportación y contratos de la campaña argentina

El trigo argentino, tercer cultivo más sembrado del país y pieza clave de la Pampa Húmeda, sostiene la agricultura, la industria molinera y las exportaciones, con la provincia de Santa Fe y los puertos del Gran Rosario como nodos esenciales. La comercialización de este cereal se articula desde la chacra hasta los contratos de venta y la descarga en destino, delineando sus principales mercados y las habituales modalidades de negociación.

El trigo, pilar de la producción y la economía nacional

El trigo ocupa un lugar central en la matriz agropecuaria argentina, consolidándose como el tercer cultivo más sembrado y el tercero en volumen de producción. Su cadena de valor es estratégica, al combinar una robusta industria molinera, que garantiza el abastecimiento del mercado interno, con un significativo flujo de grano destinado a las terminales portuarias para la exportación. De esta manera, el cereal no solo asegura la mesa de los argentinos, sino que también genera divisas esenciales para la economía nacional.

Según los datos de SIO Granos, en los últimos cinco ciclos comerciales se comercializaron, en promedio, 18,3 millones de toneladas (Mt) de trigo por campaña. Este volumen refleja la magnitud de un sector dinámico y exportador, que se adapta a las condiciones de mercado y a las necesidades globales.

Las principales zonas productoras y el rol santafesino

La producción triguera argentina se concentra geográficamente, con más del 90% del grano proveniente de solo cuatro provincias. Buenos Aires lidera con el 41% del total, seguida de cerca por Santa Fe con el 29%, Córdoba con el 12% y Entre Ríos con el 9%. Estas provincias, que en gran parte conforman la zona núcleo y su área de influencia, son el corazón de la producción triguera nacional.

Dentro de la provincia de Buenos Aires, destacan los partidos del sur como Tres Arroyos, Necochea y Tandil por su importante aporte. En nuestra provincia de Santa Fe, los departamentos de General López, Rosario y San Lorenzo se erigen como polos productivos clave en cada trilla. En Córdoba, Unión, Marcos Juárez y San Justo son los principales referentes, mientras que en Entre Ríos sobresalen Paraná, La Paz, Diamante y Gualeguaychú. Estas regiones no solo aportan volumen, sino que también cuentan con la infraestructura y la experiencia necesarias para sostener la siembra, la trilla y la comercialización del cereal.

Destino de la cosecha: entre el plato argentino y el mercado global

El destino del trigo cosechado se divide principalmente entre la molinería, que abastece mayormente al mercado interno para la elaboración de harinas y derivados, y la exportación del grano sin procesar. La demanda interna se mantiene estable en torno a 7 Mt, un volumen que asegura el consumo local. Por su parte, el volumen exportado fluctúa anualmente, influenciado por la disponibilidad del grano, la dinámica del mercado doméstico y las condiciones del comercio internacional, a menudo marcadas por variables como el clima, las condiciones de sequía o los precios globales.

En promedio, el 55% del trigo comercializado se dirige a puertos, lo que representa aproximadamente 10 Mt por campaña. La estratégica ubicación de Santa Fe la convierte en un actor central, con el 38% del total exportado desde el Gran Rosario. Le siguen Bahía Blanca con el 11% y Quequén con el 6%. Otros destinos relevantes dentro del país incluyen el Norte de Buenos Aires (20%) y el Centro-Este de Córdoba (11%), zonas donde se concentra una parte significativa de las plantas molineras y la demanda industrial.

Estrategias de comercialización y cobertura de precios

La modalidad de comercialización del trigo muestra un patrón definido. El 43% del grano se negocia antes del inicio de la campaña, típicamente entre diciembre y noviembre del año previo a la trilla. Durante la campaña, se comercializa el 54%, mientras que el 3% restante se negocia una vez finalizado el ciclo. La gran mayoría de las operaciones se concretan a través de contratos de compraventa (95%), siendo el canje una opción minoritaria (5%).

Los contratos de comercialización se distinguen por el momento de la entrega. Los contratos «disponibles» o «contractuales», de entrega inmediata, predominan durante y después de la cosecha (71% y 86% respectivamente). Por otro lado, los contratos «forward», de entrega diferida, son la modalidad principal antes de la cosecha, superando el 87% de las operaciones, permitiendo a los productores asegurar un precio futuro y a la industria planificar su abastecimiento.

Respecto a la fijación del precio, el 84% de los contratos disponibles se negocia «a precio hecho», brindando certidumbre inmediata. En contraste, el 29% de los contratos forward se negocian «a precio a fijar», ofreciendo flexibilidad. En estos casos, casi la mitad de las operaciones toman como referencia el Precio Cámara, publicado por las Cámaras Arbitrales de Cereales, un indicador clave para la transparencia del mercado que siguen de cerca entidades como la Bolsa de Comercio de Santa Fe y la BCR.

En cuanto a los plazos de pago, el 68% de los contratos se salda «contra entrega» de la mercadería, el 21% después de la entrega y el 6% de forma anticipada. En el caso específico de los contratos forward, el 79% de la mercadería se entrega entre 0 y 30 días desde la habilitación de descarga, lo que asegura una disponibilidad oportuna y eficiente tanto para los exportadores como para las molineras.

El pulso de las últimas campañas: la anticipación como herramienta

La gestión del riesgo de precio mediante contratos a precio hecho y el uso creciente de herramientas de cobertura en el mercado a término son tendencias claras en el sector agropecuario. Un claro ejemplo es la campaña 2024/25, donde hasta diciembre se comercializaron 17,8 Mt de trigo. De este total, el 28% se había vendido antes del inicio del ciclo, el 60% durante la campaña, y un 12% quedaba pendiente de negociación.

Mirando hacia adelante, la campaña 2025/26 ya registra hasta la fecha ventas por 8,8 Mt. De este volumen, la notable cifra de 8,1 Mt se negoció de manera anticipada, consolidando la estrategia de los productores de asegurar ventas previas a la siembra o la trilla, en un contexto de mercados volátiles y desafíos como las condiciones climáticas.

Estas características brindan una clara fotografía de cómo se estructura la cadena comercial de uno de los cultivos más importantes del país, equilibrando la necesidad de abastecimiento interno con la competitividad en los mercados internacionales. La Pampa Húmeda, con Santa Fe como un baluarte, sigue demostrando su capacidad productiva y su adaptabilidad a las dinámicas del comercio de granos.


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