Como parte de los festejos por el 25° aniversario de la Escuela Secundaria N°25 “General San Martín” de Concordia, los estudiantes de sexto A y sexto B participaron de una experiencia tan simbólica como emotiva: el entierro de una cápsula del tiempo que será abierta dentro de 25 años, cuando el establecimiento cumpla su medio siglo de vida.
El proyecto, impulsado por la profesora de Geografía, Lidia Monzón-Guichón, surgió con la idea de dejar un testimonio de esta generación para las futuras camadas. Los estudiantes eligieron objetos que representan su paso por la escuela y el momento que viven: desde cartas y escritos personales hasta celulares y elementos que forman parte de su día a día.
El trabajo comenzó a principios del ciclo lectivo, cuando se planificó el contenido y el espacio donde serían guardadas las cápsulas y contó con la especial participación de excombatientes de Malvinas, que sumaron su presencia.
Participaron 36 estudiantes, quienes con entusiasmo y nostalgia sellaron esta cápsula que quedará enterrada como una huella del presente para ser descubierta en el futuro.
La iniciativa busca trascender el tiempo y convertirse en una tradición institucional, repitiéndose cada 25 o 50 años, según las futuras generaciones decidan. “Es una linda manera de dejar objetos que hacen a la historia de la institución y consideramos que también lleva a nuestros estudiantes a aumentar el sentido de pertenencia”, dijeron desde la institución.
IDENTIDAD INSTITUCIONAL
La profesora Liliana Rueda es la rectora de la escuela secundaria San Martín. Días después del evento, habló con Mirador Entre Ríos para explicar por qué tuvieron esta idea innovadora y qué significa para la escuela y la comunidad educativa. “La idea es de la profesora Lidia Monzón-Guichón, que decidió llevar adelante este proyecto con sexto año A y B, los últimos de secundaria. Lo concretamos justo ahora, que estamos con todo este espíritu de los 25 años de la escuela, las bodas de plata, entonces también es emblemático porque tiene que ver con la identidad de la institución, con lograr ese sentido de pertenencia que siempre buscamos”, aseguró la rectora.
Acerca del trabajo con los alumnos y lo que esto significa y genera, explicó: “Dejamos este recuerdo y los chicos quedan comprometidos, de alguna manera, con la institución. Ellos son los encargados de ver que eso siga ahí, que se mantenga el lugar en el que enterraron sus cosas y que, dentro de 25 años, cuando sean las bodas de oro, lo descubran para recordar. Fue un trabajo lindo, aunque al principio los chicos no se sentían interesados, pero una vez que fueron haciendo la cápsula se sintieron motivados y salió un trabajo hermoso”.
La propuesta de la profesora que inició el ocurrente proyecto incluía la libertad de hacer lo que cada uno sintiera, por eso hay objetos diversos dentro del frasco que enterraron en la escuela. “Algunos pusieron objetos personales con pequeñas insignias o escritos distintivos, otros hicieron cartas acerca de cómo están viviendo hoy, como para comparar cuando abran esa cápsula en 25 años. También había un celular en desuso, que servirá para saber cómo era la tecnología en esta época y se les ocurrió poner un barbijo con la insignia de la escuela para recordar que ellos son una promoción que pasó por las aulas en medio de la pandemia. No hubo una consigna, una orden de qué poner, cada uno lo hizo desde su sentimiento y por eso tendrá más valor cuando dentro de más de dos décadas vuelvan a ver esas cosas que eligieron enterrar y conservar allí”, describió Rueda.
EL LUGAR ELEGIDO
La cápsula de los alumnos no es la primera que entierran en la escuela, la anterior tuvo una participación muy especial. “El 20 de agosto fue el aniversario de la institución y en el acto enterramos una primera cápsula del personal de la casa, que tenía objetos de ordenanzas, profesores y directivos. En ese acto estuvieron dos veteranas de Malvinas, que eran enfermeras y tienen muy buena relación con la escuela, ya que fueron entrevistadas por los chicos de sexto año para la revista escolar que armamos. En esa ocasión ellas tiraron puñaditos de tierra para ayudar a enterrar esos objetos. Fue algo simbólico, pero muy significativo para nosotros”, comentó la docente.
Al ser consultada sobre si conocen antecedentes de algo similar, la rectora de la escuela explicó: “Nos contaron que en la escuela Técnica 1 hicieron algo parecido, pero le perdieron el rastro. Según nos explicaron, lo colocaron a la altura de lo que ahora es el hall, entonces es imposible romper el piso para buscarlo. Nosotros, para que no pase algo así, hicimos una placa con indicaciones y con los nombres de los alumnos. Además, pintamos en la pared un cartel para que todos sepan que en ese lugar hay algo importante e hicimos un plano en el que está todo detallado. Creo que nuestra experiencia es distinta”.
MEMORIA
“Considero que más allá de lo que pase, todos tuvimos una lección de humildad. Dejamos algo para la posteridad sin saber siquiera si vamos a ver cuando vuelva a abrirse. Fue una experiencia enriquecedora y creo que eso va a quedar grabado para siempre en la memoria y los corazones de los alumnos que participaron de la actividad, que esperamos que puedan estar el día que desentierren sus objetos”, auguró la rectora Liliana Rueda.
De esta manera, la Escuela San Martín no solo celebra su historia, sino que también proyecta la memoria de sus estudiantes hacia el futuro.
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