Sergio Carlos Galarza

A cielo abierto

Tiene una naturaleza didáctica; es un docente que lleva interrogantes al aula, motiva con el discurso y se desplaza por las distintas localidades de la provincia promoviendo la belleza oculta que se descubre con el telescopio.


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Lucía Dozo
redaccion@miradorprovincial.com

Sergio Carlos Galarza (1962) es técnico electromecánico, docente de ajedrez y divulgador de astronomía. De su afán por rescatar un telescopio viejo y olvidado surgió la idea de un proyecto: poder llevar la observación astronómica a espacios abiertos, a públicos diversos, acercando así la distancia de los cielos. Esa idea se concretaría en el llamado Proyecto Sagitario, que durante cinco años funcionaría de manera independiente y autogestionada.
Actualmente Galarza trabaja en el programa “Ojo con el telescopio”, que se enmarca en el ciclo “Ciencia en Movimiento”, dependiente del Ministerio de Educación de la provincia. La propuesta se desprende de lo que fue aquel Proyecto Sagitario, y se mueve alrededor del territorio santafesino llevando la ciencia a las escuelas y los clubes. En la práctica, “Ojo con el telescopio” se divide en dos segmentos, una primera actividad donde se proyectan imágenes cósmicas, y se hace un breve desarrollo teórico adaptado al público pertinente. Una vez terminado, se emprende una observación a cielo abierto.
El estudio de los cuerpos celestes es para Galarza un disparador para el aprendizaje, y puede ser utilizado para el abordaje de otras disciplinas en el aula. “Enseñar trigonometría, la medición de los triángulos, dentro de las matemáticas, resulta generalmente tedioso para los chicos, que se pierden entre en el seno, coseno y la tangente. Cuando voy, lo que hago es presentar las estrellas, explicar que están a una determinada distancia de nosotros, y que podemos utilizar estas técnicas de triangulación para medir dicha distancia. La astronomía puede entenderse como un gancho para el aprendizaje, es una carta que siempre genera motivación en la clase.”
Su rol como docente de ajedrez también transita ciertos paralelismos con los estudios de los cielos. “El ajedrez es un idioma. Nace como un juego, pero a medida que se complejiza, se transforma en una herramienta de nuestra voluntad, esta modela la partida y se enfrenta con la voluntad del rival. Quien mira desde afuera verá el movimiento del alfil, pero el contrincante verá la intención que subyace al movimiento de la pieza, esta enredadera que crece, es como la estructura del adn, de doble espiral. Así, lo que nació como juego, se transformó en un lenguaje” explica Galarza- “Entendido como un lenguaje, con sus metáforas y metonimias, el ajedrez puede hacer lecturas sociales, como hablar de astronomía, porque hay más jugadas posibles que átomos en el universo”.


Distancia inconmensurable
Galarza describe una escena: un hombre de pueblo, sentado en una reposera en la vereda de su casa, murmura contemplando el cielo nocturno “tanta distancia”. Y esa idea le resuena. “La distancia de los cielos es tan grande, que es inabarcable para la mente humana. Que una galaxia se encuentre a dos millones de años luz, es una idea difícil de figurar. Sin embargo, en la distancia hemos aprendido. La estrella Betelgeuse, está en la constelación de Orión y es la novena estrella más brillante en el cielo, se encuentra a unos 700 años luz, y sin embargo sabemos su edad, su temperatura, su tamaño, qué sucede en su interior”.
El placer de conquistar conocimientos astronómicos no se limita a la comunidad científica y esa es la idea de “Ojo con el telescopio”, despertar o jugar con la fascinación latente de las diversas audiencias.
“Lo que hago es presentar las estrellas, explicar que están a una determinada distancia de nosotros, y que podemos utilizar estas técnicas de triangulación para medir dicha distancia. La astronomía puede entenderse como un gancho para el aprendizaje, es una carta que siempre genera motivación en la clase”.

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