En el centro

Los hoteles históricos de Rosario, parte del acervo cultural de la ciudad

 


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Lucía Dozo


La céntrica vereda sur de calle Santa Fe, desde Corrientes hasta Entre Ríos, a principios del siglo XX mostraba todo el esplendor del edificio del Hotel Roma. En su cúpula -que sobrevive y continúa sorprendiendo a los transeúntes atentos a la arquitectura de la ciudad-, una loba amamanta a Rómulo y Remo, según el mito de fundación de Roma, y debajo se podía ver la entrada de la farmacia Barchi, en la ochava.

El hotel, construido a principios del siglo XX, fue un proyecto del arquitecto Alejandro Máspoli y, en años sucesivos, sede del Jockey Club (antes de que este se instalara en su actual dirección de Córdoba y Maipú) y de una gran tienda rosarina de la época, que se incendiaría tiempo después, en la primera década del siglo pasado. La construcción ha quedado en la historia de nuestra ciudad como uno de los edificios más antiguos construidos en altura en su época. Ubicado sobre una de las esquinas más concurridas de Rosario, a pocas cuadras del Bar El Cairo, su cartel con la referencia a la loba romana y las ninfas esculpidas que sostienen los balcones transportan a las formas del art nouveau.

Durante los años posteriores, funcionaron diversos negocios en ambas plantas. A finales de los ’80 se convirtió en un pequeño shopping o paseo de compras llamado Plaza Roma, muy popular en esos días. En la actualidad funciona como galería comercial, aunque en el conjunto resultan opacadas su majestuosidad de origen y la impronta arquitectónica de principios de siglo. En la planta baja se encuentra el restaurante Garden, de los mismos dueños de Verde (de la galería Palace Garden, de peatonal Córdoba con salida a calle Corrientes), lugar que se especializa en comida saludable. Además, la galería recibió mejoras realizadas en su interior, que intentan preservar la integridad de esta construcción de alto valor patrimonial.

Sobre Rómulo y Remo 

La imagen de Rómulo y Remo junto al cartel con el nombre del Hotel Roma siguen llamando la atención de quienes observan y valoran los detalles urbanos. Cabe recordar sobre este mito que, en el pasado, el territorio de la actual Italia era llamado Alba Longa y estaba bajo el mando de los hermanos Numitor y Amulio. Este último decidió echar a toda su familia, dejando solo a su hija Reasilvia, a quien encerró. Ella logró escapar y, en el camino de su huida, se topó con el dios Marte, de quien se enamoró.

Quedó embarazada de gemelos, los dio a luz y, para protegerlos, los abandonó arrojándolos a las aguas del río Tíber. Una loba llamada Luperca los descubrió y amamantó como si fuesen sus cachorros. Finalmente, fueron encontrados por un campesino que, junto a su esposa, los crió como hijos propios. Al crecer, su padre adoptivo les contó la verdad y los hermanos decidieron buscar venganza. Rómulo y Remo regresaron a Alba Longa con la idea de fundar una ciudad sobre la que gobernar. Cuestiones de poder surgieron entre ellos; las disputas provocaron peleas, siendo una de ellas fatal para Remo. En el año 753 a.C. Rómulo, según este mito de origen, fundó la ciudad de Roma. 

Circuito de hoteles históricos

Muchos de los hoteles rosarinos de los años finales del siglo XIX y principios del XX respondían a las necesidades de un público de viajeros heterogéneo. Había una serie de establecimientos muy similares uno del otro en cuanto a la oferta de comodidades, comida y servicios en general.

El Hotel de la Paix, propiedad de María R. de Mirat, fue inaugurado el 1º de febrero de 1865 en la esquina de San Lorenzo y Bajada de la Aduana (actual Sargento Cabral) y allí funcionó hasta 1871. Su estructura en ángulo recto en la ochava y sus arcadas lo transformarían en una construcción distintiva de la zona (cabe señalar que el nombre de Hotel de la Paix se iba a reiterar unos años después en Buenos Aires, en la esquina de Cangallo y Reconquista, frente a la Iglesia de la Merced, y que en él se instalaría en 1879 el primer ascensor hidráulico del país para el transporte de carga y pasajeros). 

En ese mismo predio de la esquina de San Lorenzo y actual Sargento Cabral, se construyó en la primera década del siglo XX otro de los hoteles importantes de los años del Centenario: el Majestic, cuyo importante edificio ha sobrevivido y sigue funcionando como tal. Proyectado, según algunas fuentes, por los arquitectos Gatta y Cuglioti, su cúpula y la de su "colega" cercano, el Hotel Savoy, levantado en los mismos años, competían en estilo y belleza, que aún persisten.

El año 1871 fue también el de la construcción del Hotel Argentino, emplazado en Sarmiento (entonces llamada Libertad) y Urquiza; en él se alojaría, contemporáneamente a su inauguración el 9 de octubre de ese año, el presidente Domingo Faustino Sarmiento y su comitiva. Su construcción -a cargo de la empresa del ingeniero Rochi- fue considerada como una de las de mayor envergadura de su tiempo; en 1890, el propietario registrado era Ramón Montenegro. El edificio iba a servir para la posterior instalación de otros establecimientos del rubro, uno de ellos sería el Grand Hotel de la Paix, que reiteraría así el nombre del ya mencionado antecesor con el agregado de Grand en su inicio.
 
Al Grand Hotel de la Paix sucederían, en el mismo lugar y en el mismo inmueble, el Hotel Turín, de Bartolomé Pipino; el Hotel Plata (que contaba con 46 habitaciones en sus tres pisos y locales comerciales en planta baja), cuyo propietario en 1918 era Alberto Gambero, quien ese mismo año promocionaba su restaurant a la carta y presentaba a su establecimiento como casa recomendada para colonos y comerciantes. Un año después, Gambero lo vende a Pablo Ferranti; luego de una importante ampliación, se inaugura en el mismo inmueble el Hotel Firenze, de la empresa Cañavera Hnos. y Palma. En 1973, dos años después de haber cumplido un siglo de existencia, el viejo edificio, que albergaba por entonces a un sexto negocio del rubro, el Hotel Litoral, sería demolido.

También hubo reconocidos hoteles en la esquina vecina de San Lorenzo y Sarmiento, en el edificio propiedad de Francisco Correa. El primero de ellos, el Grand Hotel, funcionaba ya en 1886, habilitado por Eneas Pirata y regenteado en 1890 por su viuda. Le sucedieron el Hotel Royal (publicitado en 1905 como "de propiedad de Antonio Chiesa") y, en 1911, el Hotel de Mayo u Hotel Mayo, como también se lo publicitara. Este último en particular fue alojamiento de muchos reconocidos artistas que llegaban con sus compañías para actuar en los teatros rosarinos.



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