Una cualidad muy antigua

Rosario, sus raíces italianas y el crecimiento de la ciudad

 


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Lucía Dozo


En los últimos años, los pedidos de ciudadanía europea incrementaron de manera exponencial. Las consultas sobre los orígenes se extienden por todo el territorio santafesino, y las ciudadanías italianas son las más solicitadas. Esta gran demanda produjo un movimiento de personas que comenzaron a rastrear la genealogía del territorio rosarino, y crecen con ello las dudas de cómo se desarrolló la ciudad a lo largo de su historia.

En ese sentido, Rosario no es una ciudad como las otras grandes ciudades de Argentina. No fue fundada por los españoles en el siglo XVI (como en otros casos) sino que se desarrolló a partir de una pequeña población establecida alrededor de una capilla, al menos, hasta mediados del siglo XIX, momento en el cual su puerto se consolida como nexo entre las mercaderías provenientes del interior del país y su salida desde el puerto de Buenos Aires.

Según el segundo censo de la provincia de Santa Fe de 1858, en Rosario vivían en ese momento 836 italianos, de los cuales la mayoría provenían de la provincia de Génova, de ciudades como Savona, Chiavari, Rapallo, Santa Margherita, Ligure, Lavagna o Finale Ligure. Estos primeros inmigrantes eran alrededor de 46 familias de buena posición económica, relacionados entre sí y dedicados al tránsito comercial fluvial, actividad que conocían desde su lugar de origen.

Fueron dos investigadores rosarinos quienes identificaron el desembarco de las primeras 46 familias de inmigrantes italianos que llegaron a Rosario desde mediados del siglo XVIII hasta 1870. La ciudad fue un centro receptor de numerosas colonias que arribaron desde la región de Liguria, cuyo eje es el puerto de Génova. Eran familias que no escapaban de la miseria, como sí sucedería en épocas posteriores; por el contrario, habían acumulado un importante capital económico, conocían muy bien la navegación y ejercían el comercio.

En Argentina, comprobaron que Rosario contaba con una ubicación geográfica privilegiada y eso les permitió extender sus fortunas. En el libro “Historia genealógica de las primeras familias italianas de Rosario”, de Sebastián Alonso y Margarita Guspi Terán, se establecen los lazos de parentesco tanto paternos como maternos y se prolonga la genealogía, aun cuando el apellido no continúe por varonía: una suerte de ADN familiar de la primera corriente inmigratoria que vino desde Italia.

La recopilación de datos aborda la historia genealógica de las primeras familias italianas establecidas en la ciudad y su zona desde mediados del siglo XVIII y la primera parte del siglo XIX, hasta 1870. Se calcula que la mitad de la población argentina es de origen italiano y la corriente inmigratoria que influenció a Rosario está estrechamente vinculada a este fenómeno social.

La influencia italiana en Rosario marcó su impronta. La colectividad proveniente de la Liguria tuvo importancia en cuanto al impulso del comercio, la navegación, la actividad del puerto, la actividad agrícola y la colonización. La actividad comercial ejercida en la zona derivó en la creación de hospitales, sociedades de beneficencia y socorro mutuo. La mayoría de las 46 familias estudiadas en la investigación provenían de la provincia de Génova. Parte de estos italianos contrajo matrimonio con miembros de antiguas familias de la zona como Moreira, Paredes, Urraco, Benegas, Baigorria, Fontanilla, Peralta y Acevedo.

Con el pasar de los años, y en particular a partir de 1865, se fueron agregando nuevas migraciones provenientes del norte de la península: Piamonte y Lombardía. Aparece la necesidad de la colectividad de ayudar a los compatriotas a través del mutualismo. Es así que, en 1861, nace la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Unione e Benevolenza y, algunos años después, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Umberto I, que dan asistencia sobre todo a los recién llegados. De esta manera, empieza el movimiento asociacionista que se mantiene hasta hoy.

Historias de inmigración

Ya en 1887, más del 20% de la población de Rosario era italiana. Venían desde diferentes regiones como el Véneto, Abruzzo, Le Marche, Calabria y Sicilia. Con un perfil distinto, dominaban los oficios relacionados a la metalurgia y la construcción, hecho que se evidencia en el paisaje urbano (edificios, casas y monumentos). Un ejemplo es el Palacio Municipal, llamado Palacio de los Leones por la presencia de dos leones de mármol que custodian sus puertas. Fue construido por el arquitecto Gaetano Rezzara, nativo de Vicenza, parte de un grupo de profesionales que llegó a nuestro país a fines del siglo XIX.

La ciudad crecía alrededor de un puerto que cobraba cada vez mayor importancia, hecho ligado especialmente a su cercanía con las zonas agrarias que cada vez producían más, en parte debido a la inmigración rural europea. Como consecuencia, la población de Rosario pasa de 112.000 habitantes en el 1900 a casi el doble en 1914.

La Primera Guerra Mundial dio como resultado un cambio en la migración del período 1919-1939. Uno de ellos fue referente al costo del viaje, que ya no era gratuito. No obstante, muchos italianos que habían partido a participar de la guerra, habiendo visto la situación político-económica de su país, decidieron volver, y otros se acercaron buscando paz y posibilidades de prosperar.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la inmigración italiana en Rosario había dado un salto sin precedentes. Eran los años más difíciles para Italia, mientras en Argentina la situación era diametralmente opuesta. Ya había pasado la crisis de los años '30, y el estallido de la guerra había hecho que la producción del país fuera muy requerida. La migración italiana retoma su crecimiento entonces, desde 1947 hasta 1952, para volver a descender hasta la década del '60.

Asociaciones italianas en Rosario

En la ciudad funcionan diversas asociaciones italianas, entre ellas la Familia Abruzzesa, la Familia Calabresa, Molisana, Piamontesa, Mesina y Véneta. Son numerosas las comunidades de inmigrantes que fundaron asociaciones, centros y clubes con el objetivo de mantener vivas sus tradiciones y costumbres típicas lejos del respectivo país de origen, y la italiana no es excepción.

Merece destacar que una de estas instituciones es la más longeva: el 28 de abril de 1861 un grupo de residentes Italianos de la ciudad conviene en fundar una mutual con el objetivo de la ayuda solidaria y el socorro mutuo. Serán los encargados de promoverla entre sus connacionales con el objeto de procurar nuevos suscriptores, bajo la denominación de Societá Italiana di Mutuo Soccorso Unione e Benevolenza.



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