Grandes mentes entrerrianas

Facundo Noya busca cumplir su sueño de capacitarse en una de las universidades más prestigiosas


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Este miércoles, Facundo Noya publicó en sus redes sociales una carta explicando la situación que atraviesa. Luego de años de grandes logros con su empresa Ebers, que fabrica plantillas inteligentes para pacientes con diabetes y que le permitió ganar premios en diferentes partes del mundo, buscó seguir capacitándose.

En su escrito el joven ingeniero biomédico, recibido en la Universidad pública de Córdoba, decidió volver a estudiar, pero esta vez aprendiendo de las mejores mentes del mundo. Su meta era estudiar en las mejores universidades del mundo y tuvo la suerte, y el mérito, de ser aceptado para una maestría en Estados Unidos con una prestigiosa beca Fulbright, “la cual incluye varios premios nobeles y miles de investigadores y emprendedores que están transformando sus realidades y los cuales admiro profundamente”, detalla el profesional.

Después de superar diferentes pruebas, rendir exámenes de inglés, matemática, presentar ensayos y esperar ansiosamente, recibió la carta que cambiaba su vida: “Fui seleccionado para estudiar en la Universidad de Columbia, una de las diez universidades más importantes del mundo, con una tasa de aceptación inferior al 4%. Para mí, esto era un sueño hecho realidad. De Feliciano, hijo de una costurera y un maestro de escuela primaria, habiendo estudiado en el sistema público toda mi vida, tenía las puertas abiertas del mundo”.

Sin embargo, no todo fueron buenas noticias. Facundo se encontró con el impedimento económico. “Estudiar en Estados Unidos es costoso (muy costoso), y aunque la universidad cubría el 50 por ciento de mi matrícula, necesitaba encontrar el resto del financiamiento para poder participar”. Así comenzó su derrotero para conseguir apoyo con el dinero.

“Decidí acudir a los políticos de mi ciudad natal, Feliciano, para que me ayudaran a través de la provincia, a convencer a la beca y a la universidad de la importancia de mi educación para mi región y que de esta manera les recomendaran cubrir parte de esos gastos que faltaban ya que para mí es prácticamente imposible. Pensé que iba a ser un hito para mi ciudad que alguien logre llegar al nivel más alto de estudio, y que quizás iba a servir para mostrarle al resto de las generaciones que con esfuerzo y estudio el mundo te abre las puertas y podemos hacer de él un mejor lugar”.

Pero más allá de las felicitaciones, las respuestas nunca llegaron, “mensajes vacíos sin intención de una ayuda real y a una semana de mi fecha límite para aceptar la oferta todavía sigo escribiendo sin una respuesta concreta. Mi pedido, una carta de recomendación”. Con todo esto Facundo reitera que desafortunadamente, no recibió una respuesta positiva ni el apoyo que necesitaba.


Vale aclarar que Facundo no busca aportes de vecinos en particular, ya que considera que no sería ético, al tratarse de un objetivo personal.


Mensaje esperanzador

Más adelante en su escrito, el ingeniero biomédico asegura que a pesar de los desafíos, “sigo adelante con mi sueño y mantengo la esperanza en mi corazón”. Pero esta experiencia le deja algunas reflexiones que textualmente detalla.

- Si yo, una personas con miles de privilegios no logro que los políticos de su pueblo lo ayuden, ¿qué podemos esperar para quienes más lo necesiten? ¿Qué respuesta le dan?

-Si la educación no es una prioridad, ¿cuál es?

-La urgencia del día a día a veces pareciera ser mayor que lo importante a largo plazo.

-Demostrar que hacemos es más relevante que la acción misma. Si esto es así, el futuro me da menos esperanza.

Finalmente sostiene que se mantiene “con fe en que las ventanas se abrirán y voy cumplir mi sueño de estudiar junto a los mejores del mundo y volver a mi país para compartir todo lo aprendido. Estoy seguro que la educación es el presente y el futuro, siendo la única herramienta que tenemos para luchar por la desigualdad, la pobreza y todos los males de nuestra sociedad. Pero para ello tenemos que trabajar en que las cosas pasen y enseñarle a las generaciones que vienen que tenemos futuro, pero hay que buscarlo y que no es imposible. Si el hijo de una costurera pudo llegar hasta acá, muchos pueden y nuestro trabajo es mostrarles ese camino ayudando a nivelar el camino para los que el sistema se los olvidó en el camino. Les animo a que nunca dejen de soñar y que sigan adelante con sus metas, a pesar de los obstáculos. Juntos, podemos hacer de este mundo un lugar mejor para todos".


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