Paraná

Turismo, educación, naturaleza y preservación en el islote Curupí

A Ñangareco Nderejhe es una asociación que hace 28 años trabaja en el Islote Curupí, y recientemente logró firmar un nuevo comodato con el municipio paranaense. De esta manera, podrán continuar con el proyecto durante los próximos 20 años. Mirador Entre Ríos dialogó con su secretario, Dante Gariboglio, y conocer desde dentro a la entidad ambientalista.

29-11-2023 | 16:03 |

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El Curupí se encuentra a solo 300 metros de la costa de la ciudad de Paraná.



A solo 300 metros de la costa de Paraná y compartiendo un mismo río, se encuentra el islote Curupí, un espacio natural que con el correr de los años fue protagonista de discusiones en torno a la función que debía cumplir. Hace 28 años, la asociación A Ñangareco Nderejhe ganó esa primera disputa y, mediante un comodato, prevaleció el cuidado de la flora y fauna por encima de un proyecto turístico que arrasaría con todo eso. Desde entonces el islote fue ganando en preservación de las especies que lo habitan en sus 20 hectáreas y en estructuras que permitan la llegada de personas desde una perspectiva respetuosa y cuidada.

El río Paraná abraza a ese islote. En épocas de aguas bajas lo destapa un poco más. En momentos de creciente, el espacio aparece como un lugar de resistencia para aves y especies que necesitan de un suelo firme. Su propia dinámica, con una laguna interior, animales que vienen y van, nuevas plantas que aparecen, permite que lo que hoy conocemos del islote sea muy diferente a lo que era 20 años atrás y será distinto a lo que podrán ver las generaciones futuras.

Desde hace algunos años, en el lugar se construyeron estructuras que permiten realizar ciertos recorridos al interior del islote. Esto se presentó como una oportunidad de turismo, desde una visión eco ambiental, así como también de concientización y educativa. Una de las funciones primordiales de la asociación es recibir a distintos contingentes que provienen de escuelas primarias y secundarias de Paraná y la región con el objetivo de conocer más sobre el río y la naturaleza propia de esta zona de Entre Ríos.

De ese comodato firmado en 1995, ya poco le quedaba de estable y formal. Fueron muchos años de prórroga de ese mismo contrato que les permitía y autorizaba a cuidar del lugar pero que no le generaba una seguridad a futuro. Durante esta última semana se concretó la firma de un nuevo comodato, el segundo en 28 años, que le otorga otras dos décadas, ahora formales y estables, para el desarrollo del islote como un ecosistema natural a pocos metros de la capital provincial.

Esta herramienta legal se suma a otras dos que favorecen a la preservación del espacio: el ingreso al Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas, que son reguladas por la ley N° 10.479, y el Plan de manejo del lugar, pedido por la Municipalidad de Paraná y aprobado por la Secretaría de Ambiente de la provincia. Estas dos cuestiones son novedosas, ya que ambas fueron formalizadas en septiembre de este año. Ambas herramientas definen qué se puede hacer y qué no en este espacio y el comodato, que enlaza a la asociación con el islote, facilita un control del equipo de trabajo sobre este lugar municipal.


UN CAMINO QUE AÚN SE TRANSITA


La estabilidad conseguida con la firma de este nuevo convenio fue largamente esperada y recibida con una gran emoción por toda la asociación, que cuenta con muchos años de trabajo y es conformada por muchas personas con una vida realizada a la vera del río Paraná. En esta ocasión, Mirador Entre Ríos pudo dialogar con su secretario, Dante Gariboglio, quien comentó sobre sus funciones, actividades y expectativas a futuro.

–¿Por qué se crea la asociación?
–La asociación se creó exclusivamente para el cuidado del islote Curupí, porque el espacio tuvo en su momento otros objetivos dentro de lo que es la comunidad, ya que una parte quería otorgárselo en comodato a un privado para que construyera un hotel, un centro deportivo y una guardería náutica. Proyectos que arrasaban con todo lo que era la fauna del lugar porque se intervenía mucho.

–¿Cuáles son sus objetivos?
–Hoy por hoy es convertir este lugar en un aula abierta, en un espacio de concientización. Primero de disfrute del lugar, de que la gente de la ciudad y los visitantes, puedan acceder a un espacio isleño, natural. A partir de allí mostrarle cómo funciona un ecosistema fluvial, cuál es la importancia del cuidado de este espacio, a partir del acercamiento en vivo y en directo, empezar a comentarles cuáles son las especies que lo habitan, cómo funciona una laguna interior, cuáles son las características, para qué sirven, cómo se reproducen los peces dentro de la laguna, qué función cumplen los animales, cómo el río crece, baja y crece, por qué es importante el cuidado del agua, y qué función cumplen las plantas hidrófilas dentro de la humedad. Entonces, la idea fundamental es hacer del islote un espacio de concientización ambiental.


RECONOCIMIENTO


–En cuanto al ecoturismo ¿cómo trabajan?
–Esta modalidad aparece como una cuestión secundaria y tuvo un gran auge en el último tiempo. Hoy el islote se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de la ciudad, con una intervención mínima y poca infraestructura, pero que permite ese contacto directo con la naturaleza. Todo visitante que llegue al islote es acompañado por guías de turismo ambiental, que cuenta toda la historia sobre qué es una isla, qué es un albarradón, cómo está formado, para qué sirve la laguna interior. Eso es lo interesante, porque no solamente el recorrido es ver un árbol, sino que lo acompañamos contando una historia, una leyenda, y cómo funciona todo el sistema de la isla.

–¿Qué significa para ustedes la renovación del Comodato?
–Desde lo simbólico, es un reconocimiento al trabajo, de renovar la confianza en la asociación para cuidar de ese espacio que es público. Eso quiere decir que lo hemos hecho bien. Además, lo tomamos como un reconocimiento de la comunidad. Nosotros habíamos propuesto hace dos años poner en funcionamiento el proyecto del islote escolar transitable con la cuestión de educación ambiental como bandera, hacer el plan de manejo y trabajar en la promulgación de la ley como ayuda a la protección provincial. Después de todo eso, sólo nos quedaba la última labor, que era la renovación del contrato para darnos certeza en el trabajo y lo pudimos lograr.


SEGUNDA ETAPA


–¿Qué se viene en el futuro?
–Ahora estamos construyendo la segunda etapa del proyecto, que es el centro de interpretación de flora y fauna. Estará ubicado en el centro del islote en un rescoldado antrópico, que es una elevación de mucha cantidad de arena acumulada que se hizo en los años 90 y donde se iba a construir un hotel. Va a ser un lugar de investigación permanente. Ahí también está la casa del guardaparque, que está en construcción, así como también un futuro museo interactivo de flora y fauna y de las comunidades originarias. Igualmente, lo que consideramos más importante es un espacio áulico para el dictado de clases. Tenemos el compromiso de muchas escuelas para venir a dar una jornada de clases dentro del islote.

También tenemos en funcionamiento lo que es el centro de generación de energía fotovoltaica que se inauguró hace poco, y que está conformado por ocho paneles solares con 24 baterías de gel que almacenan la energía, y nos va a permitir alimentar todo este nuevo sector. Ahora el proyecto está un poco parado por falta de recursos, pero la idea es continuarlo. Eso cerraría el ciclo, con los cuales tendríamos en total funcionamiento el islote y nos permitirá saber qué hay, monitorear las especies y cómo evolucionan para ir adaptándonos a ellas.


 
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