Música

El cantautor rosarino Gerónimo Pavani de gira y estreno por Latinoamérica

 


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Ariel Gustavo Pennisi


“Una canción hermosa” es el primer corte discográfico del álbum “Los Jardines del Gran Tolteca”, nueva producción artística del cantautor rosarino Gerónimo Pavani. La canción con rítmo de Huayno se puede disfrutar en las distintas plataformas digitales desde el lunes 13 de junio junto a su video clip, y es la antesala no solamente del disco sino de una gira por Latinoamérica que incluirá México, las ciudades colombianas de Medellín, Cali, Ibague y Bogotá para finalmente desermbarcar en nuestro país el mes de noviembre con visita asegurada a su ciudad natal. Desde Mirador Provincial dialogamos con el multifacético músico.

Los orígenes
-Sobre tus raíces musicales, ¿desde cuándo componés?, ¿quiénes fueron tus maestros e influencias ?

-De niño estuve muy ligado a la música. Empecé a tocar la flauta desde muy chico, y también inventaba canciones improvisando. Pero desde la adolescencia, cuando comencé a tocar la guitarra me empecé a interesar en escribir canciones. Escribí un cuaderno entero de canciones hasta llegar a lo que yo creo que fue mi primer canción, llamada “Nadie va a ser feliz”.

En cuanto a influencias, se escuchaba mucha música en mi casa. Se escuchaba folklore, música clásica y algunas cosas de rock. Algo que me marco mucho fueron los discos de Mercedes Sosa, gracias a ella entró a mi infancia la música de Charly y de Fito. Cuando empecé a tocar la guitarra no tenía un gusto definido, tocaba las canciones que me daba el profe hasta que me crucé con “Canción para mi muerte” y ahí hubo un click en mi. Ahí supe que me quería dedicar a eso, tenía unos 9 años mas o menos. Me tocaba todas las canciones de Sui Generis, y gracias a eso quise ponerme a estudiar piano clásico.

Una vida nómade
-Hace cuatro años que decidiste dejar la ciudad y llevar tu música por Latinoamérica, ¿qué fue lo que te llevó a emigrar y sumergirte en la nómade experiencia?

-Bueno, la primera vez que salí a viajar tenía 19 años, y lo que motivó esa primera vez a salir fue la búsqueda de la libertad, en mi casa no estaban muy de acuerdo con que me dedique de lleno a la música, entonces me las tomé. Llegué hasta Colombia tocando la guitarra, tocaba en donde sea que hubiese un espacio. Desde entonces, no paré de viajar. La última vez que salí, hace cuatro años, ya estaba seguro de que no iba a volver tan pronto. Yo acababa de sacar mi disco “Inti”, que había compuesto viajando por Chile, Perú y Bolivia, y tenía muchas ganas de llevar esas canciones a esos lugares donde habían nacido. La decisión vino cuando recibí un subsidio del INAMU para hacer la gira del disco. Acababa de llegar de tocar por Europa, me enteré que me habían dado el subsidio y eso me dio la fuerza para renunciar a mi trabajo en la escuela donde daba clases en Rosario, y entregarme a lo que viniera.

-¿Te imaginaste lo que estás viviendo? ¿Qué cambios trajeron tus nuevas experiencias en tus formas de composición?

-No, imposible imaginar todo lo que trajo este viaje. En cuanto a cambios, son varios. El disco "Inti" tiene una impronta muy andina con charangos, quenas, zampoñas, que surgió justamente de andar caminando por los lugares donde se respira esa música. Cuando empecé a pensar en el disco siguiente que fue “VíaGero” empecé a buscar el sonido del paisaje donde me crié, que es la ciudad de Rosario. Entonces digamos que el emigrar me conectó más con mis raíces, la guitarra eléctrica, los teclados. Y ese sonido se fusionó con los ritmos andinos que ya venía tocando.

Por otro lado, en plena pandemia empecé a tocar mis canciones en ceremonias de plantas medicinales, y eso fue gracias al mensaje que tenían muchas de estas canciones. Un mensaje de autoconocimiento, de conciencia. Me di cuenta que mucha de la gente que se acercaba a mi música se acercaba por las letras. Entonces ahora cuando escribo una canción tengo mucho en cuenta que lo que esté diciendo no salga solamente desde una emoción personal, sino que busco direccionarlo a que contenga una experiencia más colectiva.

Y finalmente en el aspecto técnico hubo una renovación importante gracias a que en el año 2019 fui seleccionado para cursar un curso de composición de canciones en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM). Esta experiencia fue muy enriquecedora, y me dio muchos recursos. Gracias a todos los maestros que tuve, hoy cuando quiero escribir una canción tengo muchas maneras distintas de abordarla.

-¿Cuáles son tus próximos destinos de ruta? ¿Tenés proyectado presentar tu música en Rosario?

-Ahora en junio voy a estar adelantando las canciones de mi nuevo álbum por Colombia. Voy a estar en Medellín, Cali, Ibague y Bogotá. La idea después es presentar el disco en México, y en noviembre estoy planeando hacer una gira por Argentina. Claro que Rosario es uno de los lugares que siempre está en mente.

Sobre el contexto y la difusión
-Venimos de años atravesados por profundas crisis en la humanidad, ¿qué lugar creés que tiene la música en la actualidad en la vida de las personas?

-Bueno, si bien pienso que hemos atravesado muchas crisis en muchos ámbitos, también creo que estas crisis han traído mucha conciencia a la humanidad. Conciencia sobre el valor que tiene la vida antes que nada. La música puede ayudar mucho en los procesos personales de la gente, pero también creo que no deja de ser un entretenimiento. Lo digo por salir de ese papel que esta un poco trillado de creer que cantando canciones vamos a cambiar el mundo. Creo que el mundo lo cambiamos siendo mejores personas, mirando para los costados y ver qué necesita realmente el que está al lado. Cosas básicas como estar atento al que te hace malabares en el semáforo, o el amigo que necesita un espacio para pasar la noche. Esa experiencia puede estar plasmada o no en lo que uno canta, pero a fin de cuenta lo importante es lo que se hace y no lo que se dice que se hace.

-Con la actual crisis de las industrias discográficas, ¿qué medios de difusión artísticas encuentran los músicos en la actualidad? ¿En cuáles te sentís más cómodo?

-Bueno yo hace unos años empecé a vender mi música digital directamente a la gente, y eso significó un cambio total en mis ingresos. Lo hacía de una manera muy artesanal, de pedir el contacto a quien estaba interesado y mandarlo por mail. Desde hace unos días abrí mi sitio en internet www.geronimopavani.com donde la gente puede comprar directamente la música sin que yo tenga que enviárselas personalmente. Para mi ha significado todo un avance.

En cuanto a crisis, creo que los que están más en crisis son los músicos en primer lugar, antes que las discográficas. Los costos de producción profesional son muy elevados comparados con lo que las distribuidoras reparten a los artistas. Por lo general los músicos invierten cantidades en sus producciones que casi nunca se llegan a recuperar.

En mi opinión la difusión de la música desde siempre ha sido un gran acertijo que el músico ha tenido que resolver, lidiando con las posibilidades de cada época. Es como todo un arte dentro de otro arte. Creo que lo más importante es que uno no pierda el foco, el porqué se está cantando y para qué. Yo personalmente estoy en busca de la sensación que me produce tocar y grabar música, de esa búsqueda viene el impulso para crear. Si me falta esa sensación, me genera una especie de vacío y ese vacío es algo que nunca va a poder ser llenado con números de seguidores o reproducciones.

El nuevo corte
-“Una canción hermosa” es el primer corte de tu nuevo albúm. Muchas de tus producciones anteriores se caracterizaron por invitar al oyente a un viaje instropectivo a partir de la mixtura generada en el entrecruce musical de distintos ritmos folkloóicos. ¿En esta oportunidad, se continúa con aquella búsqueda iniciada?

-Sí, de hecho en este disco está mas profundizado el entrecruce. Hay varias canciones con ritmo de huayno, otra con ritmo de saya, hay canciones más rockeras, otras más acústicas. “Una canción hermosa” es una canción con ritmo de huayno, con una instrumentación media
bleatle, hasta le metí un sonido de melotrón al final que recuerda mucho a “Strawberry Fields”. Las percusiones son totalmente folklóricas, las grabó Alejandrina Zannini en San Marcos Sierra (Córdoba) por lo que vinieron con un poco de tierrita. El resto se grabó en la Ciudad de México con el productor Ricardo Martin-Jauregui.

También atrás de este disco hay algo importante que es el concepto de la toltequidad. Esto es algo que yo venía estudiando hace rato en los libros de Carlos Castaneda. Hace poco leí en un libro que la toltequidad es el conocimiento ancestral precolombino que existe en toda América, desde la Patagonia hasta Alaska, de ahí vino la idea de “Los Jardines del Gran Tolteca”. Es algo muy profundo y difícil de abarcar en pocas líneas, pero uno de los conceptos que más me atrapó de este conocimiento es la busca de la libertad de percepción, donde el mayor enemigo es nuestro ego, la sobre-identificación con el nombre y apellido. En mis canciones para mí es fácil identificar cuando las canciones las está escribiendo mi ego, o cuando vienen de un lugar más profundo, más eterno como puede ser mi alma . Entonces “Los Jardines del Gran Tolteca” son una selección de las canciones que han salido de lo más profundo de mi esencia.



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