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Impresiones literarias de los ganadores del Concurso Municipal de Poesía


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En la ciudad de Rosario, al igual que en otras ciudades, existe cierta tradición que premia a los autores jóvenes (y no tanto). El Concurso Municipal además de la difusión a quién lo gana, también es una gran vidriera. Los poetas ganadores fueron: Fernanda Jurado (Elortondo, 1998), autora premiada por "Ahora que no soy atleta" y con Santiago H. Aparicio (Salta, 1990) por su poema "Isla Decepción", ambos ganadores en la categoría Mayor. Las dos obras premiadas serán publicadas en papel por Editorial Municipal de Rosario en el transcurso de 2023 además de una recompensa de $ 180.000 a dividirse en partes iguales.

-¿Cómo les tomó la noticia de haber sido premiado/as en el concurso municipal de poesía 2023?

-Fernanda Jurado: Me tomó por sorpresa, estaba organizando material de la facu en la compu y me llamaron por teléfono, al principio no atendí la llamada y me avisaron por whatsapp que estaban intentando comunicarse conmigo, así que volvieron a llamar y me dieron la noticia. También fue una sorpresa porque había descartado la posibilidad de que pasara, ya que era uno de los últimos días para que dieran los resultados. Después de eso, fue una gran alegría que compartí con amigues y familia.
-Santiago H. Aparicio: Es una fiesta. Fue inesperado; envié el archivo con escepticismo unos quince minutos antes del cierre de la convocatoria en enero. El estupor perdura, porque se escriben tantos buenos poemas y el gusto de los lectores -incluso el de los lectores experimentados- es tan variado que me gusta pensar en una conjunción de la suerte. Me siento muy agradecido.

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-¿De qué trata la poesía? ¿Cómo surge la idea/contexto del poema?

-FJ: En realidad lo que gana el concurso es un libro con muchos poemas que rozan distintos aspectos de experiencias personales, desde el crecimiento, el irse a vivir a la ciudad, los recuerdos del pueblo, las estaciones, la comida, el deporte.
-SHA: Creo que la poesía puede tratar sobre lo que sea y si el hoy te dicta temas adecuados o normativamente poéticos no tenés más que mirar hacia el pasado para apreciar todos los territorios que la poesía ha ido recorriendo y, por lo tanto, la zona de promesas que tenés ante vos. En un poema muy hermoso, Tamara Kamenzsain dice: "Cuando escribí el primer poema me sobraban motivos / Girri nos enseñó que el motivo es el poema" y estoy fervorosamente a favor porque uno en el verso es libre. Con respecto a la idea del poema, en mi caso escribí Isla Decepción para no perderme durante los duros días de la cuarentena, para tramitar una situación límite. Solos con mi gato Chimi, me la pasaba soñando al punto que las horas de vigilia palidecían y quedaban en segundo plano. Entonces comencé a anotar los sueños, a hacer documentalismo onírico, y también comenzaron a aparecer los poemas sobre los muertos de antes y durante, sobre mí ante eso.

-¿En qué otros concursos han participado? ¿Han sido premiado/as?

-FJ: Participé en convocatorias para antologías y siempre fue divertido publicar con otra gente y conocer poetas de otras ciudades, pero nunca había participado de un concurso donde publicaran tu obra, así que estoy muy contenta.
-SHA: He participado en algunos concursos de creación a lo largo de mis 32 años, pero nunca había ganado un primer premio (que tengo la alegría de compartir con Fernanda Jurado). Sí me gustaría recordar aquel momento cuando mi anterior libro de poemas quedó preseleccionado en la convocatoria de Baltasara Editora y Liliana Ruiz, que nos dejó hace poco, decidió editarlo. Fue una experiencia significativa porque esa mujer sabía cómo hacer navegar las palabras y era muy cálida con sus autores, entre quienes tejía puentes.

-¿Qué autores/as santafesinos/as leen o siguen?

-FJ: Cuando pienso en autores santafesinos se me viene a la cabeza Estela Figueroa pero la verdad es que les poetas santafesines que más admiro son amigues, poetas del interior o poetas que son de otros lugares y terminaron viviendo acá. Por nombrar algunes, me gusta mucho Daiana Henderson (Paraná), Flor Giusti (Rosario), Lu Holograma (Córdoba), Belén Nahuz (Tucumán), Daria Milveces (Villa María) y Sofia Ceballos (Villa María).
-SHA: Bueno, para hacer de Santa Fe un hogar, transité mucho las palabras de otros. Si tengo que dar una lista, tomaría más espacio que el posible y, además, seleccionar siempre excluye algo importante que después lamentás haber obviado. Por eso, voy a mencionar a alguien cercano cuya poesía jamás deja de aguijonearme: Héctor Aldo Piccoli; y al hada que no invitaron: Estela Figueroa, que siempre me roba una sonrisa.

-¿En qué proyectos literarios están trabajando en este 2023?

-JF: Ahora tengo que trabajar en el libro que necesita algunos ajustes. Estoy haciendo un taller/clínica de escritura con Flor Giusti que me encanta, me gustaría que se mantenga esa dinámica de encuentro y apertura que posibilita el taller. Más allá de los concursos, siempre queda la experiencia de la escritura así que quiero disfrutar de eso y de compartir poesía con amigues.
-SHA: La visitante me ha abandonado por ahora. Estoy armando una antología caprichosa de poetas de todo el mundo y épocas para la escuela donde trabajo y, con el maravilloso equipo del que formo parte en la universidad, vamos a traducir un opúsculo latino de Nebrija, el humanista español. Tal vez eso dispare otras visitas.

Así escriben
Tiempo que sangra en el sueño

Soñé con el amor y la muerte / o con la muerte y el amor. / A la muerte la
perseguía, / buscaba clavarle un puñal por cobarde. / Soñé con el primero y con el
último de mis amantes. / Al último le debo el recuerdo / y del primero sólo sé que
llora tiernamente en mi hombro, / amargado por el corazón que no pudo dar / y
que se pudre lentamente en su pecho. / Así cumplí 32 años mientras dormía.

Ensueño

Mi poema de niño eran caminatas interminables / que remontaran el tiempo hasta
su guarida / y una voz de geografía vasta y arduos senderos, / a la vez el
extranjero impertinente y el extraño país.

Santiago Hernández Aparicio (Salta, 1990).

Caramelos

Me desesperaba que / papá me dejara en casa / cuando se iba a repartir remedios / si escuchaba la moto arrancar / dejaba todo lo que estaba haciendo / para correr hasta la vereda / y pedirle que me llevara / sentí el viento en la cara / mil veces, nunca / como en la scooter / los pies colgando / a los lados de la moto / me acostaba / en su espalda / viendo el pueblo pasar / llevaba las bolsitas de medicamentos / con pastillas coloridas que / alegrarían la vida / de mil señoras / si era una entrega fácil / me bajaba de la moto corriendo hasta la puerta / tocaba el timbre, esperaba por alguien / que recibiera mi tesoro / sonreía con vergüenza y volvía a la moto / si teníamos que cobrar una cuenta / bajábamos los dos, entrábamos a esas casas color caramelo / persianas medio bajas, / se desvelaba el misterio, / una oscuridad de tapera / el olor de las verduras / y el pollo / remoloneando en la sopa / un aparador desbordado / de fotos de nietos y adornos de porcelana, / alguna flor seca / escuchábamos a los clientes / con sus discursos idénticos / una y otra vez, / nunca faltaba el piropo / tocándome algún cachete / después de entregar / toda esa atención / nos íbamos en la Kymco / a seguir / sintiendo / el aire / en la cara.

Fernanda Jurado (Elortondo, 1998).

 


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