Emprendimientos y solidaridad

Un recital multitudinario que se convirtió en una oportunidad


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El sábado 20 de mayo, el Campo de los Deportes ubicado en la costanera de la ciudad se transformó. En ese lugar, en el que usualmente los deportistas practican, la banda de rock La Renga montó su escenario para ofrecer un show al que asistieron casi 50 mil personas.

En la previa, la gran duda era si tanto el espacio, ubicado en uno de los espacios verdes de Concordia a la vera del río Uruguay, como la ciudad estaban preparados para semejante evento. Pero las expectativas fueron colmadas.
Todo surgió casi de casualidad. Uno de los productores de la banda había vacacionado en Brasil y al pasar por la ciudad entrerriana para volver a Buenos Aires decidió parar, ingresar y conocer distintos lugares. Cuando vio el Campo de los Deportes pensó que era el espacio ideal para que la banda ofrezca uno de los pocos shows que tenía pensado para este año y así fue.

Los seguidores “rengueros” comenzaron a llegar el lunes anterior al recital. Colmaron los campings y lugares disponibles para alquilar y le dieron otro color a la zona en la que se haría el recital.


Entre la alegría y la sorpresa

Previo al encuentro musical, desde la productora y la Municipalidad aseguraban que se esperaba que unos 10 mil concordienses asistieran al show y unos 20 mil llegaran desde otras provincias, pero esos números se vieron superados. De los 47.600 que presentaron entradas, más de la mitad eran de otras zonas del país.

Ante la llegada de tantas personas, los comerciantes y vecinos buscaron hacer una diferencia económica y lo lograron. Los primeros, compraron mercadería extra, los vecinos, con permiso de la Municipalidad, improvisaron puestos de comidas y bebidas en las calles aledañas al predio en el que se llevó a cabo el concierto.

Gustavo Benítez es comerciante del barrio Nébel. Su despensa está ubicada a unas 10 cuadras de la costanera, pero su zona fue epicentro de la concentración de los seguidores de La Renga para hacer “previa”.

En diálogo con Mirador Entre Ríos, Benítez contó lo que vivieron y cuáles fueron sus impresiones luego de lo que ocurrió. “Yo era uno de los que pensó que todo sería un desastre, que venían rockeros que no iban a controlarse o que podía ser peligroso, pero de todos modos me preparé para vender y generar ingresos extra, ya que nos aseguraron que andarían rondando por el barrio miles de personas”, indicó.

“La verdad es que terminé gratamente sorprendido. En primer lugar por las ventas. Nosotros hacemos panificados y literalmente nos sacaban los productos de las manos. También llevaban comida, bebidas de todo tipo y hasta postres”, describió.

Más allá de su trabajo, a Gustavo lo sorprendió el intercambio que se generó con los fanáticos. “La gente que pasó por nuestro local era toda gente buena, muy educada, y por lo que hablé con otros comerciantes fueron así en toda la ciudad. Vimos un trato de familia. A nosotros no nos conocían, ni nosotros a ellos, pero éramos todos una gran familia. Además nos pedían los basureros, no dejaron nada tirado. Creo que en la previa no tomamos dimensión de lo que es un show de una banda tan convocante y por eso todo lo que nos ocurrió superó nuestras expectativas”, aseguró.

El exjugador de fútbol Jorge Llané tiene su local gastronómico en el corazón de la costanera y él también fue testigo de lo que sucedió y del “movimiento inusual” que generó ingresos para el sector.

“Nosotros estábamos preparados para trabajar intensamente, pero creíamos que iba a ser descontrolado, teníamos un poco de temor, pero lo que ocurrió fue diferente. Trabajamos muy cómodos y muy bien. Estamos realmente agradecidos por esto que vivimos”, explicó.

También para él, lo que sucedió quedará como un hito. “Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero la organización fue muy buena así que estamos agradecidos con la productora y con la Municipalidad que el día después limpió todo. Esto es histórico y funcionó tan bien que esperamos tener muchos más de acá en adelante”, cerró.

La otra cara de la moneda fueron los vecinos, que atentos a lo que ocurría pidieron autorización para vender sus productos en la calle. María tenía un puesto de tortas fritas porque esa -asegura- es su especialidad y las ventas fueron mejor de lo que esperaba. “A mí me gusta ver a la gente y mi familia me acompañó en la decisión de vender mis tortas fritas. El día estaba nublado y lluvioso así que vendí todo y tuve que producir varias veces. Estamos más que satisfechos”, contó a Mirador Entre Ríos.

Javier, su vecino, montó una parrilla sobre la calle. “En casa decidimos vender hamburguesas, choripanes y bebidas y nos fue muy bien tanto en la previa como en el post recital. La gente fue muy educada, respetuosa. También alquilábamos el baño e hicimos algunos pesos con eso. Este recital fue una oportunidad para generar ingresos extra. La situación económica está complicada y tener la chance de hacer plata mientras disfrutábamos de algo histórico nos hizo felices”, explicó.


El costado solidario

No todo fue música y ventas. Los recitales de La Renga también tienen un lado solidario. Cada vez que viajan a alguna ciudad del interior del país, los seguidores llevan alimentos no perecederos, ropa y calzados y se contactan con grupos de la localidad para que hagan entrega en los lugares que los necesiten. En este caso, Natalia Gabino y los Moto Solidarios de Concordia se hicieron cargo.

Según explicaron, entre los fanáticos que pararon en los campings y varios colectivos que dejaron donaciones, lograron juntar lo suficiente como para ayudar en varias zonas de la ciudad. Walter Gómez, integrante de Moto Solidarios, contó: “Gracias al aporte de Nati, su padre y algunos amigos de Buenos Aires pudimos organizarnos con los fanáticos y juntar lo que trajeron a Concordia. Todo lo que tenemos alcanza para ayudar a unos 20 merenderos y comedores de zonas necesitadas, así que estamos felices”.

El grupo de motoqueros tiene aceitado el procedimiento, así que en pocas horas ya habían repartido casi todo lo que los seguidores de la banda nacional habían donado. “Nosotros a las 8 de la mañana del domingo nos juntamos, hicimos la separación de todo, un inventario, y salimos en las motos a repartir. Todo fue claro y está en manos de los referentes de cada comedor. Estamos agradecidos a los seguidores de La Renga porque se sumaron y porque hicieron el bien”, indicó.

La solidaridad también tuvo otras caras visibles. Es que muchos de los fans de la banda llegaron sin tener a dónde ir y el viernes llovió. Fueron varios los testimonios que revelaron que los vecinos de Concordia tienen mucho para dar. Algunos abrieron sus cocheras, otros directamente habitaciones, hicieron guisos, asados y pizzas, armaron guitarreadas y el testimonio más emotivo fue el de un joven de Buenos Aires que contó que salió embarrado y sin calzado del recital y una mujer le lavó los pies con agua caliente.

Entre tantas dudas sobre el público rockero, la ciudad que en las estadísticas resulta “la más pobre del país” tuvo una oportunidad de mejorar la vida de comerciantes, vecinos con comercios improvisados, merenderos beneficiados por la solidaridad y corazones llenos por quienes viven en una ciudad que lidera estadísticas duras en cuanto a economía, pero que también demuestra que se puede ser rico en valores.


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