Desde ese 25 de mayo de 1910 nada fue fácil para Libertad de Sunchales, una de las entidades más importantes de la provincia de Santa, “cultivando la amistad y el deporte”, como rezaba el viejo “Chimentario” del querido Eldo.

La primera pelota de fútbol que llegó al Ferrocarril del pueblo, se pinchó. Al primer sueño del gimnasio propio se lo llevó un tornado y lo rompió todo. Al Rodo, que hubiera sido un calco de León, se lo llevó un ataque. Siempre son sufridos los equipos populares en sus pueblos, ciudades, comarcas.

Lejos de esos “equipazos” de Liga Nacional (un anillo y dos Sudamericanas), Libertad de Sunchales se bajó de la calesita hace algunas temporadas.

El proyecto en la Liga Argentina fue muy claro: un coach de perfil bajo, laburo y pertenencia como Sebastián Porta. Por todo lados, gente de la casa. Y un equipo menos que gasolero.
Se arrancó hace un par de años, con Seba a cargo y el mensaje de Enso Olocco: “Somos Libertad, una marca; necesitamos competir”.

Así se fueron formateando los equipos, con jugadores casi desconocidos, sin hacer locuras.
La temporada de Libertad fue tan rara como irregular. Muchos partidos se escaparon en la chicharra y hubo que esperar el final de los cruces. Siempre, contra cualquier rival, sin ventaja de localía.
El primer cruce con el respetable Colón: primer juego en casa, derrota y actuación magistral en el Roque Otrino para eliminar al Sabalero.

“Listo, hasta acá llegamos”, pensaron muchos cuando asomaba Barrio Parque, lejos el 1 de la Liga. Libertad, que robó uno en Córdoba, debió ganar los dos.

La cancha llena y las goteras ratificaron que Libertad siempre sufre. La victoria matutina y la fiesta nocturna en El Hogar de los Tigres lo pusieron en semifinales.

No importa como termine ese cruce, este equipo ya se ganó el respeto, devolvió la dignidad y alegró los corazones de los hinchas de Libertad de Sunchales.

Este equipo, de la mano de Seba, “Porta” el ADN de Los Tigres de calle Dentesano.