Los efectos de La Niña

Las lluvias dispares de marzo fragmentaron los cultivos del centro oeste santafesino

 


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Rodrigo Pretto


Después de la complicada situación que atravesó el agro por la última seca que agudizó la problemática de los cultivos –con la pérdida, incluso, de lotes completos– las lluvias de principios de marzo trajeron cierto alivio en parte del sector. La situación en el departamento San Martín es heterogénea. De acuerdo a las recorridas últimas del responsable de la Agencia Extensión Rural del INTA Carlos Pellegrini, Gustavo Almada, existe un escenario alentador en una parte del centro de la región. “En los alrededores de Carlos Pellegrini, Landeta, Cañada Rosquín, María Susana y Piamonte, las precipitaciones fueron inferiores a lo normal, pero sucedieron en momentos claves”, destacó en diálogo con este medio.

En ese sentido, a pesar que los cultivos y sus rendimientos se vieron afectados por la falta de agua, los milímetros registrados se encuentran dentro de un promedio históricos. Consecuentemente, “la afectación en el centro del distrito fue menor”.

Por el contrario, el ingeniero expuso las graves y preocupantes condiciones en el extremo norte y este del departamento –Sastre, Crispi, Castelar, Las Petacas, San Martín de las Escobas, Colonia Belgrano–, área en la cual las precipitaciones fueron menores a los promedios anuales para esta época del año (en el primer trimestre del año se registraron 197 milímetros). “Cuando uno recorre todas esas tierras observa que la sequía afectó mucho esa zona. Le pegó fuerte al maíz y hoy los rendimientos son bajos, de entre 30 y 60 quintales por hectárea. Las sojas de primera sintieron el impacto y se las puede ver con rodeos de plantas secas y muy poco desarrollo. Las de segunda tienen chances de mejorar un poco, aunque no demasiado”, precisó el ingeniero de la Extensión Rural.

A su vez, considerando las lluvias anunciadas para los próximos días, el encargado de recorrer los campos para el INTA en la región enumeró que los maíces de primera en plena cosecha y sojas de primera que se encuentran amarillando y próximamente ingresarán en etapa de trilla, ya no tienen posibilidades de recuperación. “Las de segunda es probable que carguen un poco más de granos por la humedad de los suelos. Pero el impacto de menor rendimiento se va a notar”.

En tanto, los registros de agua de otoño próximos serán prósperos para lo que se viene a futuro: implantación de pasturas para el sector ganadero, verdeos y recarga de perfil de suelo para el trigo. “Ese podría ser el vaso medio lleno. Mirar lo que viene”, pronosticó.

El último monitoreo a inicios de año daba cuenta de que las napas se encontraban a más de 2,5 metros de profundidad, incluso en algunos lotes llegaron a medir 4 metros. “A ese nivel ya no tienen ningún aporte para el perfil de los cultivos. Deben estar a un metro y medio, que es cuando las raíces pueden absorber parte de la humedad que sube por capilaridad”, concluyó.



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