Memorias de Santa Fe

Llega al cine la historia de Juan Carlos Masciaro, el abogado y homicida que se hizo corondino

 


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¿Cuál es la relación que podría existir entre una película de Nicolás Francella y Darío Grandinetti, un homicidio en 1980 ocurrido en Rosario, y la ciudad de Coronda? Lisa y llanamente se llama Juan Carlos Masciaro.

Por un lado, Francella y Grandinetti actúan junto a Matías Mayer, Malena Sánchez, Alberto Ajaka, Luis Luque, Rita Cortese y César Bordón en “Un Crimen Argentino”, una película rodada en Rosario, que se estrenará el 25 de agosto y cuyo tráiler fue presentado en aquella ciudad este miércoles.

Por el otro, el filme está basado en la novela homónima de Reynaldo Sietecase y cuenta una historia real… Se trata del homicidio del empresario rosarino Jorge Salomón Sauan, ocurrida en 1980, en plena dictadura militar perpetrado por Juan Carlos Masciaro, interpretado en la cinta por Darío Grandinetti.

El hecho

Masciaro se recibió como abogado a principios de los años ´70 pero en 1975 les vendió un mismo campo en Pergamino a dos personas y cayó preso por defraudación y estafa porque encima… el campo no existía. Ese delito lo trajo a la Unidad 1 de Coronda. Y no es un dato menor…

Si eso pareció una barbaridad… No deje de leer lo que sigue: el 16 de diciembre de 1980 se perpetró uno de los crímenes “civiles” más aberrantes de los que se haya tenido noticia. Las películas de Tarantino sonarán a cuento infantil una vez que sepa en qué crimen se basa la película.

Luego de salir de la Cárcel de Coronda, con libertad condicional, Masciaro no tenía chances laborales, por lo que urdió un plan para hacer dinero. Ese 16 de diciembre fue al club Sirio Argentino del centro rosarino con el empresario Jorge Sauan. Tomaron un trago en su departamento y en el whisky le colocó somníferos. Llamó a un tío de Sauan, y exigió un millón de dólares como pago del rescate.

En un primer momento lo consiguió. Pero con el dinero hizo una compra extraña: un tanque cilíndrico de fibrocemento, 50 bolsas de tierra, un ficus y dos bidones de ácido sulfúrico. Al estar con condicional y firmar el control de su libertad intermedia lo dejaron detenido porque Sauan no aparecía. Como si fuera poco el montaje Masciaro dijo que por problemas económicos Sauan había fingido que lo tenían cautivo para sacarle dinero a su tío. Y que estaba en Brasil desde donde lo llamaba para saber cómo evolucionaba el caso. Dijo ser solamente su cómplice en eso con una frialdad que todavía asusta a los testigos.

Los investigadores fueron a la casa de Masciaro y lo que les llamó la atención fue la temperatura del tanque de fibrocemento, encontraron dos bidones vacíos, luego la Jefatura recibió el tanque para también analizar la tierra. No era práctico así que fraccionaron el contenido del tanque. Luego de examinar estos elementos varias veces… apareció una prótesis dental, y una pulsera, y un zapato roto… y la parte de lo que fue un pie derecho.

La pericia concluyó que Masciaro durmió a Sauan con los somníferos volcados en el whisky. Luego lo ahorcó y puso el cuerpo en el tanque. Lo bañó en ácido sulfúrico contenido en los bidones y tiró las bolsas de tierra. Después plantó el ficus. Lo acusaron de privación ilegítima de la libertad seguida de muerte. Lo condenaron a prisión perpetua y una vez más volvió a Coronda.

En resumidas cuentas, en una acción digna de Hannibal Lecter pero con toda la realidad plausible, Juan Carlos Masciaro durmió al empresario, lo ahorcó, lo metió en el tanque, lo roció con ácido sulfúrico, lo tapó con tierra y quiso esconder su aberración con un ficus. Fue condenado por privación ilegítima de la libertad seguida de muerte estando con libertad condicional por lo cual fue restituido a su “segundo hogar”: la Cárcel de Coronda.

Su conducta ejemplar, su inteligencia y hasta su don de caer bien como todo un “gentleman”, Masciaro redujo su perpetua a 9 años y fracción. Salió en libertad, pero cometió un asalto en una farmacia rosarina y volvió, por tercera vez, al Instituto Correccional Modelo corondino.

Exactamente 14 años después del “Crimen Argentino”, el abogado salió definitivamente en libertad. No volvió a Rosario. Se afincó en Coronda y no hubo repudios pese a que todo el mundo comentaba: “Ese es el que disolvió su sociedad de la peor manera”. Mezcla de humor negro y de realidad tangible.

Más allá de que su pasado era terrible, comenzó a trabajar en estudios jurídicos locales. No podía firmar, está claro que su matrícula estaba suspendida “in eternum” pero su brillantez para analizar los casos les sirvió a varios colegas para sumar clientes y triunfos en causas.

Uno de esos abogados creyó que la condena ya había compensado su pasado, y le dio empleo. "Hoy estoy arrepentido de haber sido yo quien le diera esa oportunidad", dijo ese abogado corondino, casi 30 años después. "Lo habré conocido en el año 91 o 92. Se decía que con su personalidad y carisma manejaba los talleres y toda la cárcel de Coronda. Tenía una sutil capacidad para conectar con las personas y una gran destreza intelectual, en el mismo escrito citaba con precisión a Kelsen y a Pitágoras. Pero nunca dejó de estafar. Falsificaba sellados, poderes y dejaba a gente en la lona. De hecho después de tantas caídas ya lo admitía. Aunque sostenía que era un estafador, no un asesino", dijo el colega de Coronda.

“Tenía todos los rasgos de un psicópata: tremenda memoria, profundamente narcisista, muy manipulador y fundamentalmente un ser sin remordimiento" contó hace un tiempo al colega Hernán Lascano, del Diario La Capital luego de la intermediación que hicimos al respecto.

Masciaro siguió su sendero de maldad: procesado por amenazar a su ex mujer y a su hermana por la tenencia de una propiedad, fue preso por última vez en 2007 por falsificar documentación, pero paradójicamente tuvo un programa radial los sábados en Coronda, en la radio más antigua, donde opinaba sobre los hechos locales y provinciales, fue asesor municipal, y su estudio ubicado en 25 de Mayo al 1300 siempre tenía clientes… quizás por aquello de que “el fin justifica los medios”.

Murió en soledad el 22 de agosto de 2018, a los 72 años, rematado por los cigarrillos que fumaba sin cesar y sin largar nunca el humo hacia afuera… Su única hija vive en Salta pero renegó de su apellido. Nunca más se habló de él en Coronda. Los que lo ayudaron se arrepintieron. Y nadie se explica cómo alguien pudo diseñar semejante asesinato… sin dudas, un verdadero y auténtico Crimen Argentino.



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