Tercer aniversario de su muerte

Mele Bruniard: la vigencia de la gran artista del grabado


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Grabadora, dibujante, ilustradora y docente, Mele Bruniard ha sido una figura relevante en el desarrollo de las artes gráficas argentinas. Nació en Reconquista en 1930 y se radicó en Rosario en 1942 junto con su familia. Obtuvo el título de maestra normal nacional en 1948 y en 1951 egresó como profesora nacional de Dibujo y Pintura de la Escuela Superior de Bellas Artes de Rosario (Universidad Nacional del Litoral). Durante un período de tres décadas desarrolló su labor docente en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario.

Inició su formación plástica en el taller de Juan Grela, al que acudió en 1952 junto a Rosa Aragone, Nilda Bustos, Ana María Pusso y Zulema Piazza para aprender las técnicas de grabado. A esta experiencia de formación la retomó años más tarde con el fin de perfeccionar sus conocimientos en composición, dibujo y color.

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Según el maestro Grela, “grabar y dibujar han sido siempre una labor silenciosa, incomprendidas por ser íntimas y necesitar finura en la sensibilidad del que la ejecuta y del que la gusta.

Si pensáramos un poco en lo reducido de los medios que emplea un grabador en su tarea, los consideraríamos magos que con un buril, la cuchilla, la línea, el blanco y el negro sacan a la luz una variedad tan extraordinaria de imágenes”.

Mele Bruniard, su trayectoria

La artista integró la Agrupación de Grabadores Rosarinos inicialmente constituida por Grela, Santiago Minurn Zerva, Luis Correale, Clelia Barroso y José Lo Cascio, entre otros. Este colectivo de artistas contribuyó a impulsar la técnica gráfica en el medio artístico local a mediados de la década del cincuenta. Al iniciarse la década siguiente, formó parte del Grupo Taller, formación compuesta por artistas provenientes del taller de Grela y de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

Según se señala desde el museo Castagnino+macro, “en su obra, la experimentación e intertextualidad son particularidades; pueden señalarse recursos gráficos que provienen de sus indagaciones en torno al estudio de la técnica del grabado en autores como Alberto Durero, José Guadalupe Posada, Sergio Sergi y Grela. También presenta referencias literarias, y símbolos visuales y narrativos de culturas antiguas. Como dibujante y grabadora posee una estética única e identificable. En ella emerge un amplio repertorio iconográfico de seres, plantas y animales fantásticos que revelan muchas de sus reminiscencias infantiles ubicadas en el entorno natural de su ciudad natal”.

Algunas de sus estampas integraron las carpetas xilográficas editadas por Emilio Ellena, coleccionista, investigador, editor, curador, gestor cultural y figura fundamental en el desarrollo y promoción de la plástica de la ciudad y el arte latinoamericano que, en 1958, comenzó Ediciones Ellena. La colección se completó con la edición de 50 carpetas con impresiones originales de 30 autores.

La nómina estaba compuesta por reconocidos maestros de la obra gráfica junto con otras figuras de generaciones más jóvenes. Pertenecieron a Mele Bruniard las carpetas N° 2 y N° 50 editadas en 1959 y 1967, respectivamente. También la incluyó en una carpeta de mayor formato denominada 9 xilógrafos argentinos de 1965.

Bajo esta modalidad de distribución, la obra gráfica de Bruniard, junto con la de los otros autores, vio ampliado su campo de circulación a nivel local, nacional e internacional. En 1963 se presentó en la muestra titulada “Colección Ellena.

Grabados originales de artistas argentinos”, realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes, y en 1999, en la muestra “1958-1967: cincuenta carpetas con grabados originales de artistas argentinos - Colección Ellena”, en el Museo Nacional del Grabado, ambas instituciones de la ciudad de Buenos Aires. Obras de su autoría forman parte de colecciones públicas y particulares.

Premios y reconocimiento

La grabadora también participó en instancias expositivas individuales y grupales tanto en nuestro país como en el exterior. Entre las realizadas en el museo Castagnino, pueden mencionarse: “El grabado en Rosario”, 1976; “Panorama 1954-1994” (que incluyó una extensa perspectiva de los recorridos artísticos de la autora y de su esposo, el artista Eduardo Serón), 1994; “Mujeres artistas. Homenaje a Emilia Bertolé”, 1996; “Mele Bruniard. Intérprete de la xilografía”, 2012. Esta última reunió una selección de trabajos de distintos periodos. En la misma institución ha sido reconocida por su labor artística, obteniendo las siguientes distinciones: Mención Honorifica en el XXXV Salón Anual de Artes Plásticas de Rosario, en 1956, y Premio Adquisición en el XLII Salón de Rosario, en 1971. Además ha obtenido otros reconocimientos, entre ellos el Premio Adquisición Alberto J. Trabucco, otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes en 2000.

Entre la obra de Mele exhibida en el museo pueden mencionarse: Pequeño triunfo, 1970; Jarabe de pico, 1967; Símbolo, 1967; Cocorococó, 1962; El hongo, 1967; Los compadres, 1967; Los amigos, 1967; Los gallos, 1959; Gregorio Samsa, 1959; El viaje, 1959; Pesadilla, 1955; Las moscas, 1956; Mishi, Michino, Gatu, Tununo, Chuchuno, Colita, Micifuz, Toto, Negrito, Pepo, Titina, Morrongo, Manchita, Moteado, Minino, Bombita y Felino, 1967 y Poema total, 1970.

Publicaciones: dibujos y aproximaciones críticas

La editorial rosarina Ivan Rosado publicó en 2019 Mele Bruniard dentro de la colección Maravillosa Energía Universal. Allí señala que la artista es reconocida en especial por su singular obra xilográfica pero paralelamente siempre sostuvo la práctica del dibujo, “recreando un riquísimo universo que abreva sus fuentes en la naturaleza, así como también en relatos provenientes de muy diversas y antiguas culturas”.

En 2012, ediciones Castagnino+macro (Municipalidad de Rosario) publicó el catálogo Mele Bruniard con reproducciones de obras de la grabadora, cronología a cargo de Nadia Insaurralde y el artículo de Nancy Rojas La obra de Mele Bruniard: un eslabón necesario para el estudio de las artes gráficas en Argentina. Allí se cita a la propia artista: “A veces me basta un trébol, un simple trébol de tres hojas y en su curvado recorrido reencontrar la inmensa fragilidad del mundo. O en la confusa y siempre reinventada línea de la rosa, mínimo laberinto sin salida desde hace millones de años en oscuras cavernas. A veces dudo de que la mano responda a la idea o a la forma soñada, dudo si la palabra repetida hasta el cansancio en el rugido del desolado Sarothamnus sea oída e interpretada por alguien y me repito las preguntas que por momentos me asaltan: si un papel puede cambiar el curso de los ríos, la elipsis del Sol, las cuatro Lunas, el titilar de una estrella y entonces caigo en la realidad. Y un trozo de madera es la respuesta”.

 


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