De la guerra a la paz interior

Charla motivadora de veterano de Malvinas

Juan Gualberto Vallejos participó del conflicto bélico con el grado de Sargento, sufrió la amputación de parte de su pierna derecha, en defensa de la Patria. Estuvo en Villaguay brindando una charla.

24-03-2024 | 13:06 |

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Ante atentos alumnos, el veterano de Malvinas Juan Gualberto Vallejos brindó testimonio de su vida.


Ha realizado charlas en todo el territorio argentino e incluso en países del Mercosur, llevando un mensaje de superación y resiliencia, inculcando valores a los jóvenes y la importancia de la familia como contención en la niñez y la adolescencia. Llegó a Villaguay por iniciativa de Radio Auténtica y la Congregación Evangélica El Arca de Noé para brindar una serie de charlas en establecimientos educativos y una abierta al público.

La Municipalidad de Villaguay declaró de Interés las actividades y particularmente, Huésped de Honor de la ciudad al veterano de Guerra de Malvinas Juan Gualberto Vallejos, como un gesto de agradecimiento y reconocimiento por su presencia destacando la importante iniciativa.

Las disertaciones fueron acompañadas de veladas artísticas, el jueves 14, viernes 15 y sábado 16 de marzo, para alumnos de quinto y sexto grado de nivel primario, estudiantes del nivel secundario, estudiantes de profesorados, fuerzas armadas y público en general.

El sábado 16, en el Club Salud Pública, se le hizo entrega de varios reconocimientos por parte de autoridades locales y provinciales. Asimismo, recibió por parte de alumnos de plástica un mural con un sentido mensaje.

“Vine acá para contarles una historia de vida, para recordarles que las Malvinas fueron, son y serán argentinas. Nos pertenecen por toda la historia, por la geografía, la plataforma continental, los derechos adquiridos y un montón de cosas más que se han definido en los organismos internacionales como la ONU donde se ha resuelto que las dos naciones lleguen a un acuerdo. Tenemos que tenerlas muy presentes porque 649 de nuestros conciudadanos, en 1982, fueron a dar su vida por la patria”.

“Voy a contar la historia con mi verdad, que es fuerte. No sé qué vinieron a escuchar ustedes, pero tengo la sensación de que Dios les va a hablar a su corazón porque muchas cosas he hecho en mi vida y han afectado a mucha gente para mal, pero a su tiempo Dios en su infinita misericordia me corrigió y me dio un nuevo propósito para mí y uno de ellos es justamente recorrer distintas ciudades, provincias y naciones vecinas como Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, haciendo llegar este mensaje”, explicó.


CARRERA MILITAR


El veterano de Malvinas comentó que cuando se presentó a su padre diciéndole, “quiero seguir la carrera militar, cursaba el tercer año de la escuela industrial de Corrientes. No venía muy bien con los estudios cuando recibí la respuesta desde Campo de Mayo para presentarme a rendir y en 1973 ingresé a la escuela de suboficiales como cabo del Ejército Argentino del arma de Infantería”, comentó.

En 1975, Vallejos realizó un curso de perfeccionamiento y entre 200 participantes calificó en los primeros lugares y lo invitaron a acceder a la especialidad de paracaidista militar. Luego de realizado el curso fue destinado en Córdoba a la unidad aerotransportada. A los 19 años fue a combatir en el Monte de Tucumán al mando del general Vilas.

“Me preparé cuando volví de mi casamiento, en 1982, fui al campo militar del Regimiento 3 de La Tablada y cuando llegó el 2 de abril nuestras unidades volvieron al cuartel donde nos empezamos a equipar porque íbamos con destino al sur, pero nadie sabía a dónde. El día 11 de abril de 1982, después de la toma de Malvinas, nuestra unidad fue movilizada al sur de nuestra patria, desde El Palomar hasta Río Gallegos. Llegamos ese mismo día y en otro avión partimos rumbo a las Malvinas, arribando cerca del mediodía”.


PREGUNTAS


“Durante la guerra, un soldado a mi cargo me preguntaba ‘qué nos va a pasar’ y era la pregunta del millón. ‘¿Llegaremos hasta el final’; ‘podré ver a mi hija que está naciendo’; ‘podré volver a estudiar’, ‘podré volver a ver a mi esposa, a mi familia’?, repetía. Como no tenía respuesta, entonces tomé la Biblia y empecé a hojear, porque la conocía muy poco y procurando encontrar una respuesta, Dios me dio el Salmo 121. Estoy hablando en el contexto final de la guerra, pronto a entrar en combate, entre el miedo, el terror a la muerte. ‘Alzaré mis ojos a los montes de donde vendrá mi socorro. Mi socorro viene de Dios que hizo los cielos y la tierra…’. Allá estaba Dios, era angustiante el problema, la situación era extremadamente difícil, estábamos hablando de vida o muerte. Estábamos en el pozo de la trinchera y fue tremendo porque eso nos cambió la vida a partir de toda la estrategia para definir cómo avanzar, había que cubrirse frente a frente al enemigo”, comentó.


RESILIENCIA


Vallejos fue extenso en su relato mezclando pasajes relacionados a esa fuerza que se llana resiliencia, porque “lo que nunca nadie nos enseñó es a enfrentarnos a la muerte. Quién está preparado para eso?”, preguntó y continuó: “Cuando tuve que ir al frente del combate lo hice, porque no era necesario que alguien me diera la orden y eso no lo sabía nadie, porque era mi voluntad, la guerra se terminaba, mi corazón saltaba y me decía ‘acá no me voy a quedar’; estaba preparado para el combate. En ese fragor se escuchaban los lamentos de sufrimiento y se veía a quienes perdían la vida, eran alcanzados por los proyectiles quedando gravemente heridos o perdían un brazo o una pierna y sus gritos pidiendo por sus madres, ese ser querido que nos dio la vida. El impacto de fusil que recibí me cortó la arteria femoral y me atravesó el centro de la rodilla, fue como una descarga eléctrica. Al instante sentí que me faltaba la respiración y me socorrió el camarada José Ramírez en plena oscuridad. Le pedí que me hiciera un torniquete con mi pañuelo y luego perdí el conocimiento. Era la noche de mayor combate en Malvinas, la última, 13 de junio de 1982. La temperatura era de 17 grados bajo cero, cayendo la nieve alrededor, con vómitos, muriéndome y con escalofríos como pude le pedí que me sacara de allí, vi que se fue y nuevamente perdí el conocimiento. Tuve la sensación que mi alma se desprendía de mi cuerpo y me encontré desplazándome por un lugar muy oscuro y escuché una voz que me dijo: ‘Esto es lo que has hecho hasta hoy’, fue cuando vi la película de mi vida y en ella nada bueno, a pesar que tomé la comunión, fue monaguillo, amé a mis padres, me casé por iglesia, estuve dispuesto a dar la vida por mi patria. Eso me llevó años poder entenderlo”.


SENSACIONES


“Un día le pregunte a mi esposa, qué se siente caminar con los dos pies porque perdí esa sensación y sin embargo no me siento menos que nadie”. Ella se fue y me dejó un día de 1986; le pedí que no me abandonara, pero lo nuestro estaba despedazado por lo que yo mismo había contribuido para lo malo. Me di cuenta de que estaba perdiendo lo que nunca había pensado y nunca más volvió. Por ese tiempo yo trabajaba en la fábrica Terrabussi. Hecho añicos me fui a Corrientes, ya había conocido todo, mutilado, con problemas psiquiátricos, la gente me decía ‘pobre Juancito, además de lo que le pasa lo abandonó la mujer’. Pero lo que no me daba cuenta era que debía mirar a Dios que nos ama y proyectó nuestra vida antes de la creación del mundo, nos conoce y sabe dónde vamos, conoce los sueños, el dolor y la falta de perdón”.

“Soy veterano de Malvinas, pero no sólo viene a hablar de esa guerra sino de la que día a día libramos nosotros y así como hablo de valores y amor a la patria también de valorar a las personas que están al lado nuestro”, reflexionó. “En Corrientes, en el campo de mis abuelos, hicieron una reunión y empezaron a alabar a Dios. Yo no quería saber nada, pero en ese lugar apareció Dios y lloré como nunca en mi vida porque estaba peor que cuando vi aquella película de mi vida. Dios me perdonó e hizo que perdonara incluso a quien me había abandonado porque comprendí que todo fue por lo malo que había sembrado. Dios me salvó y me hizo una persona nueva, me sacó la soberbia de militar, el orgullo y la vanidad. Yo era así, quería ser el mejor de todos, el mejor paracaidista, comando y soldado, pero un disparo de fusil hizo que se derribara. Cuando mi mujer me dejó sentí un gran dolor y no podía dormir noches enteras pensando con qué hombre estaría. No quería vivir más y en esa circunstancia Dios entró a mi vida para renovarme”, contó.


NUEVA OPORTUNIDAD


“Llegó el momento del divorcio, empecé a ir a una iglesia y conocí a una joven con quien me casé en 1991 y creo que aprendí la lección porque el Señor me dio una nueva oportunidad regalándome una hermosa mujer y tres hijos. Las mujeres son hermosas, pero ninguna como ella, porque Dios me enseñó a amarla, valorarla y honrarla cada día de mi vida, a no levantarle la mano, a respetarla, porque todo es posible en su nombre”, concluyó.


 
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