Escritor y psiquiatra

Sebastián Ocampo: "Leer literatura te enseña sobre las pasiones humanas"


Ampliar [+]

Mirador Provincial dialogó con el escritor rosarino Sebastián Rogelio Ocampo, quien habló, entre otros temas, sobre su obra publicada, sus actuales proyectos de escritura y el vínculo entre la literatura y su profesión de psiquiatra.

-Escribís con regularidad cuentos y crónicas literarias para las contratapas de Rosario 12. En cuanto a las crónicas, hay varias recientes sobre tu experiencia adolescente en un colegio internacional de EE.UU. ¿Qué nos podés contar de aquella experiencia y por qué elegís evocarla en el diario?
-Sí, escribo para contratapas de Rosario 12. Publico en ese espacio gracias a la generosidad de Sonia Tessa. Es un espacio que me permite compartir lo que hago y recibo respuestas. Gente que me dice que se emociona con mis textos. Una periodista inclusive sacó el texto de una contratapa para publicarlo en una página en Chile. Me llegan todas clases de mensajes y eso es impagable. En las contratapas escribo sobre una experiencia en un colegio internacional en Nuevo México, Estados Unidos, donde terminé la secundaria. Es el Colegio del Mundo Unido Armand Hammer del Oeste Norteamericano. Los Colegios del Mundo se crearon por una serie de educadores después de la Segunda Guerra Mundial con el propósito de promover la paz en el mundo a través de la educación internacional. Ahora hay como 15 colegios en el mundo. En ese momento éramos 200 estudiantes representando 80 países. Chicos de Francia, Australia, Islas Fiji, Mozambique, Canadá, Brasil, por decirte algunos países. Imaginate eso. Viví experiencias maravillosas. Las más fuertes de mi vida. Todos los que atravesamos esas vivencias quedamos marcados. Mucho tiempo quise escribir sobre eso. No encontraba el tono, la forma. Un día escribí algo y lo publiqué en Facebook. Una amiga escritora, Flavia Ciarlariello, me dijo que escribiera más, que lo hiciera, mucha gente me alentó a hacerlo, así que hace unos pocos años empecé a escribir crónicas y tengo un puñado de ellas.

-¿Cuáles son tus libros publicados y los últimos premios literarios obtenidos? ¿Cómo te funciona el tema de los concursos?
-Publiqué los libros de cuentos ¿Querés que juguemos? y El verano más largo del mundo. En los últimos diez años debo haber sacado como 20 reconocimientos entre premios y menciones. Uno de los últimos fue el del diario La voz del pueblo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. El cuento se destacó entre 700 otros, y me dieron plata. El tema de los concursos es un gran estímulo. Una posibilidad de reafirmarse. Por ejemplo, a mí me sirvió dejar un tiempo el taller literario y escribir cosas y ganar premios. Eso me permitió darme cuenta de que podía hacerlo solo, que ya tenía una voz, una forma, una identidad, un criterio propio. Sigo participando de concursos. Soy un participante serial. Me sirven para publicar en antologías. Y justamente el primer libro que publiqué, ¿Querés que juguemos?, fue resultado de haber obtenido el tercer premio en un concurso nacional que organizó San Luis Libro. El jurado había sido Ana María Shua, Alicia Steimberg y Angélica Gorodischer. Ahí me recibí de escritor. Me recibí antes de escritor que de médico. En realidad, creo que me recibí primero de poeta. En una época me subía a los colectivos, locura de adolescencia, a cambiar mis poemas por monedas. Algunos hacen malabares en las esquinas, yo escribía poemas. Los choferes de los colectivos me decían el poeta. Así que creo que ahí me recibí de poeta. Pero bueno, hablando en serio, muchos rosarinos están ganando concursos importantes. Creo que los rosarinos nos estamos ganando un espacio en la literatura nacional (e internacional también) por prepotencia de trabajo y sin perder identidad.

Sobre los talleres literarios
-Participaste en distintas etapas de tu vida de talleres literarios y clínicas de obra. ¿Qué podés señalar sobre esas experiencias y cuáles son tus actuales proyectos de escritura?

-Participé de un montón de talleres literarios. Hice un montón de amigos. Compartí mis escritos con muchas personas. Me encanta escuchar lo que tienen para decir y estoy infinitamente agradecido por todas las devoluciones que les dan a mis textos. Los compañeros vienen de distintos backgrounds y eso suma un montón. Aprendí mucho en los talleres. Algunos dicen que no se puede aprender a escribir en un taller. Una vez leí que los escritores genios son genios y que los escritores malos son malos, pero que un buen escritor puede transformarse en un gran escritor. Creo que para eso sirven los talleres. Además, de algún u otro modo siempre existieron las tertulias literarias donde los escritores compartían sus textos. El que más trascendencia tuvo en mí fue el taller de Alma Maritano, todavía escucho la voz de Alma dándome consejos cuando escribo. De cualquier manera, me gustaría decir que en el taller de Alma yo me sentía como Bukowski se sentiría en un taller de Borges. Ella me quería, yo la quería, pero no sé si teníamos los mismos gustos. Siempre la escucho cuando estoy frente al teclado, me dice: Sacá esto, poné esto otro, y yo le hago caso.

En el año 2016 coordiné el taller literario de la cárcel de menores de la ciudad de Rosario. Era un buen espacio donde los chicos salían de sus rutinas y conocían otras cosas. Al final del año, uno de los chicos se copó y se puso a escribir un montón. Logramos hacer la modesta edición de un librito que presentamos a familiares y amigos. Uno de los chicos me dijo: “Lo nuestro es todo bala, muerte, hacer un libro es lo más”. Me agradeció con emoción. Ese fue el gran tesoro que me dejó esa experiencia. Tengo motivos para creer en los talleres literarios.

Actualmente, tengo como cuatro libros de cuentos. Incluso uno de cuentos de fútbol. Estoy interesado en publicar Sin estetoscopio, un libro de cuentos en el cual los protagonistas son médicos. Autorreferencial, por supuesto. Pero no tengo dinero para pagar la edición y no he encontrado editorial que me lo publique. Así que espero ganar algún premio y publicar así. Ya se dará algo. Hay que tener paciencia, lo dice Heker, lo dice Carver.

-Sos médico psiquiatra. ¿Establecés algún vínculo entre esa formación y tu actividad literaria?
-Me encanta mi profesión. Amo poder ayudar a la gente. Es mi vocación. Primero la psiquiatría, después la literatura, en realidad primero siempre la vida, después la literatura. Pero una vez un psicoterapeuta me dijo: Aprendí más sobre la locura y la condición humana leyendo literatura que manuales de psiquiatría. Yo creo lo mismo. Leer literatura te enseña sobre las angustias, las crisis, los conflictos, las pasiones humanas. Leo mucho. Muchísimo. Y todo eso me sirve para mi profesión. Escribí cerca de 30 cuentos que se tratan sobre médicos en relación con sus pacientes. Ese es mi último libro, repito, Sin estetoscopio, porque muchas veces en la medicina las cosas se resuelven con unas buenas palabras o una genuina escucha que con un estetoscopio.


Continuar Leyendo...


+ Mirador Provincial