Sabina Melchiori
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Por estar comprendida entre las ciudades con alto riesgo epidemiológico sanitario, en pos de disminuir la circulación de personas y lograr así una merma en el número de casos positivos de coronavirus, en Gualeguaychú, al igual que en otras localidades entrerrianas en similar situación sanitaria, fueron suspendidas las clases presenciales. Además, el 3 de mayo, la Municipalidad dio a conocer un listado de medidas, muchas de las cuales fueron planteadas como un refuerzo al decreto provincial, que entraban en vigencia hasta el 21 de mayo, inclusive.

Fue así que quedó restringida la circulación vehicular por el Parque Unzué, quedando habilitado sólo el ingreso peatonal o en bicicleta, y pudiendo ingresar con normalidad únicamente los residentes del Camino de la Costa.
Quedó prohibida la permanencia en espacios públicos, plazas, parques y paseos en el horario comprendido entre las 20 y las 6 horas, así como también las reuniones sociales en domicilios particulares (salvo para la asistencia de personas que requieran especiales cuidados) y las reuniones sociales en espacios públicos al aire libre de más de 10 personas.

Quedó autorizada la realización de las competencias oficiales nacionales, regionales y provinciales de deportes en lugares cerrados siempre y cuando cuenten con protocolos aprobados por las autoridades sanitarias nacionales y/o provinciales, según corresponda; pero se prohibieron las actividades de casinos, bingos, discotecas y salones de fiestas; al igual que la realización de todo tipo de eventos culturales, sociales, recreativos y religiosos en lugares cerrados que impliquen concurrencia de personas.

Se cerraron cines, teatros, clubes, gimnasios, centros culturales y otros establecimientos afines, y los locales gastronómicos fueron limitados a recibir comensales entre las 23 y las 6 del día siguiente.

El coeficiente de ocupación de las superficies cerradas en los comercios y los espacios cerrados de los locales gastronómicos se redujo a un máximo del 30% del aforo, en relación con la capacidad máxima habilitada, debiendo estar adecuadamente ventilados en forma constante y dando cumplimiento a las exigencias previstas en los correspondientes protocolos.

También se estableció la restricción de circular para las personas, entre las 0 y las 6.
Además, la Municipalidad de Gualeguaychú suspendió la presencialidad en los siete jardines maternales municipales desde el 3 al 7 de mayo inclusive, en línea con lo decidido por el Gobierno provincial.
Al día siguiente, el martes 4 de mayo, fueron emitidas dos resoluciones del Ministerio de Producción de la provincia, mediante las cuales volvían a quedar habilitadas las actividades en gimnasios y centros culturales. Ante esto, inmediatamente el intendente Martín Piaggio dispuso su aplicación para que puedan retomar el trabajo estos sectores. Mientras tanto, hubo quienes protestaron, quienes acataron la medida sin quejarse y quienes se reinventaron con una velocidad sorprendente, como el caso de algunas profesoras de ballet que salieron a dictar clases en las plazas, sobre el césped.

Virtualidad

María José Carmona es profesora de inglés en un colegio bilingüe. Asegura que “de cero a cien, la no presencialidad afectó 100, no solo en lo que respecta a la escritura, al manejo de los útiles escolares, los espacios, sino del intercambio social que se da en el aula, dar opiniones y abrirse a otras. En la virtualidad se pierde la riqueza que genera una conversación”, y dio como ejemplo, el hecho de que hace no mucho, sus alumnos regresaron del recreo preguntando por qué se veía la luna en el cielo, inquietud que la llevó, junto a la maestra del aula, a modificar un poco la planificación y avanzar en proyectos literarios, trabajos con cartografías y a hablar del sistema solar.

Cecilia Vilela, maestra de cuarto grado, señaló que “suspender la presencialidad ahora no me perjudicó tanto porque ya veníamos en las escuelas planificando un poco esto ‘por las dudas’ que volviera a pasar”, y coincide con María José en el hecho de que “lo que más se perjudica es el contacto y el estar cerca de los chicos que la explicación a través de una pantalla no es lo mismo, por más que tengas toda la tecnología del mundo. Yo necesito estar cerca”.

Se está adaptando bien, pero nota que necesita una computadora nueva y mejor conexión a internet porque en los momentos que tanto ella como sus dos hijas necesitan estar online, la señal se debilita mucho, según contó a MIRADOR ENTRE RÍOS.

Al ser consultada sobre la reacción de los padres y madres de sus alumnos, dijo que “la mayoría lo tomó mal. Siguen trabajando y los chicos se tienen que arreglar solitos, les dejan todo listo para que ingresen a las reuniones de zoom”.

Academia y gimnasio

Natalia Miño es profesora y propietaria de una academia de danzas y gimnasio. Ante la imposibilidad de recibir a sus alumnas en el salón, resolvió dar sus clases en una plaza: “Fue una decisión en un momento de crisis que no sabíamos cómo reaccionar”, contó, y agregó que “la respuesta fue mucho mejor de lo que pensamos. El 80% continúa tomando clases”. Sin embargo, ya había perdido 15 alumnos del gimnasio debido a la restricción horaria de semanas anteriores: “Al tener que cerrar a las 20 fueron dos turnos de 10 personas por día que suspendimos”.

Clases de francés

Nelsa Dominutti, directora de la Alianza Francesa Gualeguaychú, contó a MIRADOR ENTRE RÍOS que las clases en las Alianzas Francesas “siempre fueron acompañadas de actividades virtuales como una entrevista a un francés o un cortometraje, pero claro, la relación ser humano frente otro ser humano es irreemplazable”.

Ante estas restricciones, cada profesora trabaja desde su casa con sus recursos, brindando clases a través de plataformas virtuales. “Los alumnos están más desencantados y bastante fatigados por lo obligatoriedad de la escuela, entonces agregar pantalla al curso elegido por placer es mucho”, observa Nelsa, quien a pesar de los inconvenientes, no considera una pérdida económica cuando se trata de una medida que apunta a cuidar la salud de profesores y alumnos”.

“Psicológicamente es un caos”

Paulina Lemes es profesora y propietaria de un Centro Cultural donde se dictan talleres de baile, música, ejecución de instrumentos y expresión corporal, entre otros. Estas restricciones le afectaron aún más económicamente porque las recomendaciones de no asistir a clases extracurriculares ya había hecho mermar el alumnado. Pero además, “psicológicamente es un caos”, porque no siempre coincide lo que informan desde el Gobierno provincial con el municipal, “entonces se generan confusiones, miles de mensajes, llamadas, discusiones absurdas. Estamos en un tembladeral. Deberían ser más claros para evitarnos esa zozobra”.

“No sabemos cuál será la respuesta del alumnado cuando terminen estás restricciones. Ya estamos trabajando el doble de horas que en un año habitual por los protocolos, para ganar la mitad de lo que ganaríamos normalmente. Hay mucha gente con miedo que se alimenta de los comunicados oficiales que nos sitúan como actividades de riesgo aunque no se haya contagiado nadie en nuestros lugares de trabajo”, argumentó.

Hasta el momento se han adaptado “respetando los protocolos, reduciendo aforos, con propuestas de capacitaciones, eventos y clases diversas, sub alquilando el centro cultural, con proyectos y concursos, becas y apoyos de Nación y Provincia”, y paralelamente, “con la mente ocupada todo el tiempo en generar propuestas, con la venta de libros y artesanías, trabajando en red con artistas independientes y centros culturales de la provincia”, comentó.

El coeficiente de ocupación de las superficies cerradas en los comercios y los espacios cerrados de los locales gastronómicos se redujo a un máximo del 30% del aforo.