Entre Ríos, patrimonios y paisajes culturales

Residencias suntuosas para la ciudad del nuevo siglo

Las primeras décadas del siglo XX mostraron transformaciones urbanas que se sumaron a las ya provocadas por la irrupción del ferrocarril.
01-03-2021 | 18:32 |

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Residencia Arruabarrena, en Concordia. Foto: Gentileza Julio Blanco



Mariana Melhem
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No solo se realizaron los tendidos infraestructurales como agua, cloacas, electricidad y hasta teléfono (de compañía local); sino que también se diseñaron lugares del encuentro social como plazas, parques y bulevares, cuyos límites se construyeron con edificios de la administración pública, escuelas, hospitales, entidades financieras, mercados de abasto, grandes tiendas de capitales foráneos, bibliotecas, clubes, hoteles y residencias de gran porte con el sello de profesionales encumbrados.

La ciudad de la Belle Époque iba sustituyendo su pasado construido por un presente cargado de la exuberancia de los nuevos tiempos donde se exhibía la prosperidad económica junto a una pretendida vocación de gusto que las elites locales referían a París y a Buenos Aires (la copia americana de aquel modelo al que se aspiraba). Así lo expresaba el Ing. Jacobo Katzenelson hacia 1926: “Datan apenas de hace aproximadamente 35 años los aspectos edilicios de Paraná que le asignan el carácter de ciudad moderna. La construcción de las instalaciones de aguas corrientes y de los primeros afirmados de granito, (…) tuvo proyecciones higiénicas y edilicias incalculables (…) el ejemplo estimulante de Buenos Aires debió repercutir en toda la República y Paraná no había de permanecer indiferente a la influencia sugestionadora de la Intendencia de Don Torcuato de Alvear que transformó la gran aldea en la primera ciudad latinoamericana”.

Expresión de la opulencia

En las calles del centro, en el entorno de las plazas y caracterizando los bulevares de las ciudades centenarias, las clases sociales acomodadas –algunas de un patriciado reciente y otras integrantes de la burguesía inmigrante en asenso– levantaron sus mansiones en competencia por demostrar sus logros. Hacendados, comerciantes, industriales y profesionales contrataron a proyectistas que cumplieran con su sueño de refinamiento y modernidad a través de diversos repertorios eclécticos y nuevas instalaciones para el confort. En tanto realizaban viajes de compra a la Capital Federal y a Europa, para adquirir mobiliario y objetos decorativos publicados en revistas de moda.

Los tipos

Sería imposible encontrar un solo esquema tipológico para definir estas arquitecturas, en tanto su lectura se encuentra condicionada por el entorno que la circunda y por la dimensión de los lotes. Muchas se resuelven con jardines que las anteceden y les otorgan la perspectiva necesaria para ser vistas, otras en cambio llegan hasta la línea de edificación y refuerzan su presencia dentro de un conjunto. Las hay de repertorio clásico a la italiana y a la francesa, nunca son ejemplos de una sola fuente, el eclecticismo se nutre de todas las posibilidades que brinda el catálogo de la historia, incluso combinando elementos académicos con antiacadémicos, medievales y clásicos.

En Concordia

Cuenta con una buena cantidad de referentes de esta época. Entre palacios franceses y villas italianas, sobresalen el Palacio Arruabarrena, la Villa Teresita (en estado de demolición), Casa Fagalde, Casa Ricos y Villa Yolanda.

El Palacio Arruabarrena se construyó entre 1916 y 1919. Su propietario, Juan Bautista Arruabarrena, fue un próspero hacendado, fundador del Frigorífico Yuquerí y de entidades sociales de beneficencia. El palacio fue proyectado por el arquitecto francés Gabriel Dulín y ejecutado por el constructor Luis Pepey. Se localiza en esquina y retirado de la línea municipal, que da hacia el espacio abierto de la plaza Urquiza. Cuenta con cuatro plantas que alojan servicios en subsuelo, actividades sociales de recepción en el piano noble, área íntima de dormitorios en el primer piso y área de servicios bajo la mansarda. En la fachada, organizada de manera clásica, se destacan la escalinata central de acceso que conduce a la loggia, las esculturas adosadas a los muros, la techumbre de pizarras oscuras; la verja que delimita el ámbito privado y las especies arbóreas exóticas.

En Gualeguaychú

La que fuera residencia de la familia Seguí, localizada en la esquina de 25 de Mayo y Mitre (hoy Colegio Nacional Clavarino) es una obra singular que presenta elementos distintivos como el jardín y la torre cilíndrica de la esquina que articula dos volúmenes de menor altura y cuya raigambre es académica italiana. Fue construida en 1909 por el ingeniero Juan Ángel Buschiazzo y su hijo el arquitecto Alejandro Buschiazzo.

En Diamante

Las residencias Caram (calle Eva Perón) y Re (calle 25 de Mayo) se destacan en el espacio urbano por su construcción de dos niveles, su separación de la medianera, una ornamentación exterior clásica y un cuidado mobiliario interior.

En Gualeguay

Casa de las Rejas: se conoce con este nombre a la vivienda localizada frente a la Plaza Constitución cuyas rejas presentan la singularidad de haber sido diseñada por el artista Cesáreo Bernaldo de Quirós para su hermana, entonces propietaria del bien. La obra, aunque de una sola planta, sobresale por el diseño de los espacios intermedios como el jardín que la separa de la calle.

En Concepción del Uruguay

El Palacio de calle Alem al 70 fue construido para el Dr. Francisco Bengochea (odontólogo). Cuenta con numerosas habitaciones, cuatros de servicios y ascensor. Es novedoso el juego de volúmenes y alturas.

En Paraná

Con la inauguración del Parque Urquiza, el entonces Paseo Rivadavia concentró la mayor parte de las residencias palaciegas en su recorrido. Son obras que reunieron a proyectistas como los ingenieros Juan F. Cavallo, Alfredo Giandana, el profesor Alfeo Zanini y el arquitecto José Serrano, autor del original edificio de Santa Fe y Alameda construido para Emilio Rosenbrock que contaba con sala de cine y ascensor entre otras comodidades, sobresaliendo la fachada de difícil catalogación estilística.

En el centro, sobre calle Andrés Pazos, la residencia Barbagelata, hoy sede del Iosper, exhibe su jardín perimetral y su escalinata de acceso a la loggia desde donde se accede al compacto partido realizado en tres pisos, planteo que desarrolla el Ing. Cavallo para el Sr. Juan Antonio Barbagelata, quien se afincó en la ciudad hacia 1904 junto a su esposa, instalando la fábrica de jabón, velas y grasa que se ganó el reconocimiento de los vecinos a través del jabón marca “Ambar”.
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