Deseo de justicia

Joven santafesina es la voz de un niño desaparecido

Lidia Jalife, artista de cuna y oriunda de la ciudad de San Cristóbal, inmortalizó en un mural a Maxi Sosa, el pequeño que desapareció de Ceres el 21 de diciembre de 2015, casi cinco años atrás, y del que todavía no hay rastros. El objetivo fue rendirle homenaje al niño que vive en los corazones de todos los ceresinos.


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Noelí Rojas
redaccion@miradorprovincial.com


Para recordar: Maximiliano Sosa tenía tres años cuando desapareció de la casa de su abuela, en Ceres, ciudad ubicada al noroeste de la capital provincial, el 21 de diciembre del 2015. Esa fue la última vez que vieron al pequeño y su desaparición sigue siendo un misterio. De esa noticia se hicieron eco hasta los medios nacionales, también la sociedad realizó incontables pedidos por la aparición del niño, pero hasta ahora no lograron dar con su paradero. Por otro lado, la justicia continúa investigando el caso: hay personas imputadas aunque ningún dato concreto.

A casi cinco años de su desaparición, la imagen de Maxi se quedó plasmada en una pared de la terminal de ómnibus de Ceres, como una manera de recordarlo y pedir justicia por él y su familia.

La encargada de pintar ese mural fue Lidia Jalife, una joven de 21 años que lleva el arte en lo más profundo de su interior. Es oriunda de San Cristóbal y actualmente vive en la ciudad de Rafaela, donde trabaja y estudia. Tal como se define, el arte surgió en ella desde siempre, cuando era muy chica, y está en los genes porque su padre se dedica a diseñar y tatuar desde hace muchos años.

"Lo que más me gusta pintar son miradas y rostros, a lápiz o pintura, porque cautivan más a las personas, son lo que transmiten más y mi objetivo es hacer que a la gente le llegue algo", comenzó contando la artista en una entrevista que brindó a Mirador.

Quien tuvo la idea y convocó a Lidia fue Alejandra Dupouy, la intendenta de Ceres. Se comunicó con ella a principios de este año, pero debieron retrasar el trabajo por la pandemia. Si bien Lidia aceptó este enorme desafío, cuando recibió la propuesta le costó mucho aceptarla por todo lo que conlleva la historia de Maxi y el enorme compromiso de poder hacer un retrato idéntico del pequeño. Lo logró con un talento admirable.

"Sentía mucha presión"
"Conocía la historia como todos, me acuerdo cuando pasaron la noticia de Maxi. Cuando me llamó Alejandra estuvimos hablando, después tuvimos que dejarlo y ahora por suerte lo pudimos llevar a cabo. La verdad que no sabía si aceptarlo o no, di muchas vueltas porque sentía mucha presión, nunca había hecho un nene o una persona en específico en lo que se trata de murales, sobre todo de un nene que desapareció, que no se sabe dónde está ni qué pasó, y es algo muy fuerte que nunca hice y no sabía si a la gente le iba a gustar. Finalmente acepté porque era algo que iba a transmitir muchas cosas y me puse el objetivo de dar todo de mí para que quedara lo mejor posible", expresó Lidia.

El lugar elegido fue un espacio verde de la terminal de ómnibus, por su ubicación. El mural que se estaba pintando provocó que una gran cantidad de personas pasaran a diario, charlaban con Lidia, sacaban fotos y colaboraban con comida, bebidas y sombreros.

La técnica elegida por la artista fue el realismo, que es a lo que se dedica habitualmente y muchos de sus trabajos son valorados y admirados en distintos puntos de la provincia por los detalles, el compromiso en cada una de sus pinceladas y el amor por lo que hace.

"Primero, me dieron la idea de un mural de un artista santafesino muy famoso que está en el extranjero, querían la imagen de un nene con sus manitos al lado de su cabeza. Después, con fotos que nos pasó la mamá, Daniela Sosa, pudimos combinarlas y poner la carita de Maxi. Fue un desafío grandísimo, fue algo muy liberador porque se empieza de cero, no saber dónde arrancar, hacer la primera pincelada, terminarlo y poner mi firma es algo increíble. Además, sé que es un tema muy delicado en Ceres, que tiene mucha historia y la gente es muy cercana", fueron las palabras de Lidia.

Entre pincelada y pincelada, mezclando los colores primarios directamente sobre la pared, Lidia terminó el mural en seis días. Por suerte el clima acompañó y hoy ya se puede apreciarlo.

Obra terminada
Tomando los recaudos necesarios por la pandemia, muchísimos ceresinos se acercaron a observar el trabajo final, donde está inmortalizada la cara de Maxi y, sobre todo, su mirada.

"Quedó bastante bien, la gente es la que da la última opinión y vi muchos mensajes positivos en redes sociales. A Alejandra (Dupouy) también le gustó y me felicitó, más toda la gente que se acercó, que me regaló cosas. Me trataron muy bien y eso me dio mucha felicidad", contó Lidia.

"La historia es muy triste. Yo tengo un hermanito de cuatro años y lo veo muy parecido, cuando miraba el mural de lejos lo veía a mi hermanito", expresó la joven artista, que al igual que muchas personas se sintió identificada con la imagen, porque todos tienen un niño cercano es sus vidas, sea un hijo, un hermano o un vecino y eso inmediatamente traslada a uno a pensar en ellos.

Junto al rostro de Maxi sonriendo, rodeado de un cielo celeste con dibujos infantiles, se plasmó un mensaje muy emotivo: "Maxi, en tu mirada habita el deseo de justicia y la esperanza de un pueblo que anhela verte volver". Lo que la artista quiso expresar fue no perder la fe de poder encontrarlo, no bajar nunca los brazos, confiar en que regresará a su hogar y el claro pedido del accionar de la justicia que tanto necesita su familia.

El encuentro con la mamá

Para sorpresa de Lidia, el último día, cuando estaba terminando su intervención artística, se hizo presente la madre de Maxi, Daniela Sosa, junto con sus dos hijos. Las dos se conmovieron con la imagen del niño y con su profunda mirada.

"Yo a la mamá no la conocía. Estando una semana ahí pintando la carita de Maxi, viéndola, plasmando en la pared como que ya te familiarizas con su mirada y en un momento, cuando vi a la mamá, es como que vi a Maxi porque es exactamente la misma mirada. Fue muy impresionante. Tenía mucho miedo de encontrarme con ella, porque no sabía si le iba a gustar o no el mural, pero se conmovió, vi que realmente le gustó y fue una satisfacción enorme. Le agradezco a la mamá por dejarnos pintar el mural, a Alejandra y a todos los vecinos que se acercaron".

Como suele suceder en el mundo tecnológico actual, desde ese momento la fotografía del mural comenzó a replicarse en todas las redes sociales con mensajes positivos y en los portales de noticias explicando nuevamente el curso legal de la causa, todos coincidiendo con el deseo de que aparezca Maxi. Lidia expresó que le gustaría seguir pintando este tipo de murales y reflejar los casos de injusticia que existen y que todavía no tienen respuestas.

"En Ceres hay varios casos así. Me propusieron realizar otros, lógicamente con la autorización de las familias, hay algunos casos que son muy famosos y la gente quiere tener esos murales, pero sin la autorización de la familia no se puede hacer nada. De todas formas, me encanta hacer esto, el mural de Maxi fue el primero y me encantaría hacer más", cerró Lidia Jalife.

"Cuando vi a la mamá, es como que vi a Maxi porque es exactamente la misma mirada. Fue muy impresionante. Tenía mucho miedo de encontrarme con ella, porque no sabía si le iba a gustar o no el mural, pero se conmovió, vi que realmente le gustó y fue una satisfacción enorme".

El lugar elegido fue un espacio verde de la terminal de ómnibus, por su ubicación. El mural que se estaba pintando provocó que una gran cantidad de personas pasaran a diario, charlaban con Lidia, sacaban fotos y colaboraban con comida, bebidas y sombreros.




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