"El Brujo"

Elio Azerrad: "La escritura empezó siendo una colisión y terminó siendo un abrazo"

 


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Gisela Mesa redaccion@miradorprovincial.com


Elio Azerrad es escritor y psicoanalista. Mirador Provincial dialogó con el novelista sobre su primera novela: "El Brujo" y sobre sus andares en la vida como escritor.

La sinopsis relata la historia de la relación entre un adolescente y un hombre dedicado a las artes adivinatorias. La trama transcurre en un pequeño pueblo mediterráneo argentino, alejado de las grandes urbes, en la segunda mitad del siglo XX.

- ¿Cuándo surge tu colisión con la literatura?
-Interesante modo de ver la pregunta que me hacés, respecto a que tuve una colisión con la literatura. Es una buena perspectiva si uno se imagina que, en mi caso, el encuentro con la literatura fue inevitable. Yo no escribía solo porque tenía ganas sino porque no podía dejar de hacerlo, el inicio de mi aspiración literaria arranca en la adolescencia con algunos cortos ensayos, poco felices. También porque el ejercicio de escribir es un arte donde hay que aprender a tachar a descartar y después de todo eso, algo queda.

Bueno, arrancó en la adolescencia esta colisión. Tuvo que ver sobre todo con las primeras pasiones juveniles y más que nada con aquellas cosas que uno sentía que eran el desequilibrio en el ámbito de la vida, en lo social, en lo económico incluso en lo político. En aquella época yo ya tenía algún acercamiento de lo que terminaría siendo una fuerte influencia en mí vida, la literatura en Latinoamérica y especialmente obvio de la Argentina misma. Lo que empezó siendo una colisión terminó siendo un abrazo, y aquí estoy con 58 años en una clara vocación de no soltar ese encuentro, porque genera no solo grandes satisfacciones sino también una gran cantidad de alivio a aquellas cosas que una vez expresadas pasan a ser parte no solo de uno sino de lo que se puede conocer de alguien que la escribe a través de sus palabras puestas en boca de sus personajes

- Hablanos de tu infancia.

-Bueno, hablar de la infancia es hablar de toda la vida en realidad, porque aquellos rasgos de nuestra infancia que nos definieron son los que nos van a acompañar el resto de nuestra vida, pero en términos cronológicos mi infancia, las épocas de ser niño, fueron en la provincia de San Juan en el entorno muy tradicional de la década del 60/70, donde no existía nada de lo que hoy es parte esencial de la diversión y atención de un chico a partir de los 5-7 años, y en ello radicaba mí vida cotidiana: el colegio, los amigos, los juegos. Con el tiempo esa infancia se fue resignificando y pasó a ser un espacio donde uno entiende todo lo que después lo conforma a lo largo de la vida. Fue una infancia feliz, en un hogar bien cuidado aparte de bien armado y con grupos de amigos que tenían esa magia del afecto gratuito, afecto sin ningún tipo de interés y amén de eso lo que existía en mí era una mirada un poco más profunda de la realidad que me hacían estar en muchas ocasiones con cierto grado de alienación de lo que el resto de mis amigos o contemporáneos miraban. No tenía el enorme divertimento de los recreos del colegio porque me parecía lugares donde la gente de mi edad se desataba y eso de una manera fue conformando la posibilidad de estar un poco afuera de esas escenas. En resumen, fue una buena infancia, constitutiva de las aspiraciones que después determinaron mí profesión de psicoanalista y mi vocación de escritor.

-¿Cómo es tu método de trabajo y cuánto tiempo demorás construir una historia?
-No soy una persona muy abocada desde lo voluntarioso, cuando escribo lo hago por acto de inspiración y cuando aparece una idea intento comenzar a desarrollarla, establezco el núcleo de lo que voy a trabajar y después terminan apareciendo cosas accesorias que son las que terminan conformando las historias.

Esto puede pasar para una poesía donde hay 300 palabras o puede ser un cuento, una novela o un microrrelato que siempre me interesó mucho. Las historias se van construyendo alrededor de este núcleo donde uno sabe a dónde quiere iniciar la historia pero en mi caso nunca se dónde va a terminar, voy incorporando personajes, escenas, episodios incluso disruptivos que alteran o giran las historias en función de esta inspiración, nunca de un trabajo sistemático. En ese sentido no soy un escritor sino que todavía estoy en el rango del escribiente.

-¿Cuál es el principal reto que enfrenta un escritor en esta nueva era donde cuesta tanto que la gente lea?
-Yo creo que el reto del escritor no está en la dificultad que tenga la gente hoy para leer, sino en construir una historia que a uno lo identifique como algo que quiere contar, que forma parte de lo que uno considera que es importante decir y que lo pone obviamente en palabras o en la escena que construye con sus palabras.

El verdadero reto está en encontrar algo que amén de resultar interesante pueda ser bien dicho. La estética es el núcleo central, creo yo, de la literatura, dónde se pueda incorporar conceptos, ideas, pensamientos o bien, en los ensayos, la opinión de uno. Pero asentado en que no hay nada que supla a la estética. El verdadero reto es encontrar estética a lo que uno tenga para decir, incluso muchas veces la estética le gana al contenido y aun así es buena literatura. De tal manera que, desde mi perspectiva queda dicho en esta corta sentencia, la estética es lo que nos permite a nosotros poder transmitirle algo a alguien que le dé ganas de leer o de seguir leyendo.

-Hablemos de "El Brujo" ¿Cómo se fraguó?
-La historia de "El Brujo" es la historia de un cuento que iba a formar parte de un libro de cuentos, también es el deseo de transmitir un personaje muy común a todos los pueblos del interior del país, donde era un rol social muy definido y necesario. "El Brujo" empieza siendo un cuento porque quería relatar solamente eso, y poco a poco va ganando no solo personajes sino momentos y escenas que van generando cierto grado de implicación, de interrelación entre lo que le pasa al personaje que intenta acercarse poco a poco a él.

Imaginemos la década del 70 en Argentina sin los recursos tecnológicos ni los recursos comunicacionales ni los recursos de la flexibilidad para viajar, es decir, no había ningún tipo en ningún sentido, ni movilidad social ni muchos cambios en el ritmo rutinario de los pueblos y de la gente. Entonces, en ésta escena arrancó "El Brujo" para ser la descripción de un personaje y se transformó, siendo la descripción de una época.

-¿Cuáles son esas sensaciones que experimentas a la hora de escribir?
-Las sensaciones son aquellas que van sintiendo los personajes que uno va escribiendo, uno se pone en la piel y en el cuerpo del personaje para poder transmitir lo que puede aportar a la tensión argumental de lo que uno está relatando y también a la trama que se va gestando. En mi caso escribo cuento o novela.

Pero también hay una sensación muy profunda cuando uno busca la inspiración en lo simbólico de la metáfora, cuando intenta hacer poesía y ahí la sensación es otra. Es poder decir con unas palabras otras cosas que no son lo que está diciendo. Es un verdadero desafío muy interesante y que, vez a vez necesariamente, en mí caso, me pone en el ejercicio de estar algo así como aislado de todo el entorno, porque lo que estoy viendo y pensando tiene que ver con una escena que ni siquiera está creada. A diferencia de un personaje o de la trama de una novela o un cuento donde lo que precede a lo que va a suceder hace generar cierta lógica o en su defecto muchas veces pasa que uno rompe con lo que está diciendo para crear una nueva escena e ir incorporando poco a poco a la trama general. La sensación básica es una gran emoción de ir encontrando en las palabras la expresión de muchas ideas que puestas en los personajes nos salva de decirlas nosotros.

-¿Proyectos a futuro?
-Hoy por hoy como proyecto a futuro hay una recopilación de una veintena de poesías que probablemente estén expuestas en las redes sociales, más que en una publicación específica, la poesía no es un rubro que tenga una gran vocación de ser leída más que una vez y al pasar, suelen ser los grandes poetas referentes eternos de la buena escritura, pero no son productos que generan una gran masividad como puede ser otro estilo literario.

Y por otro lado estoy trabajando en este momento en una novela que trata de ser una denuncia y testimonio de los tiempos que corren, cómo se entrecruzan al estilo Cambalache , en la vida cotidiana la problemática social con la problemática de la política, con la dinámica de las relaciones humanas, los modos de vincularse de la gente y también los modos de ejercer violencia sobre las distintas organizaciones, personas y situaciones en las que nos vamos encontrando en lo cotidiano. En pocas palabras, la eterna búsqueda de la felicidad pero a través de encontrarse con hechos reales que no siempre son ni tan felices ni tan duraderos.



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