Frente a Rosario

Con las lluvias de los últimos días, el humedal del Paraná comienza a recuperarse

Las precipitaciones de los últimos días serán de gran utilidad en la zona del delta del Paraná cercana a Rosario. En esta zona que estuvo castigada por grandes incendios entre 2020 y 2022 se inicia un ciclo más húmedo y con un río más caudaloso que permitirá su regeneración ecosistémica.


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Llegaron en los últimos días las lluvias al delta del Paraná en su región cercana a Rosario. Estas precipitaciones sumadas al incremento del nivel del río en esta parte del cauce son muy buenas noticias para la flora y también para la fauna de esta área. Una zona que sufrió una serie de quemas entre 2020 y 2022 en distintos puntos del humedal, que se contaron en miles y miles de hectáreas. Un desastre natural histórico.

Néstor Di Leo, ingeniero agrónomo que forma parte del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), habló con Mirador Provincial sobre este cambio positivo en esta región que es el pulmón verde del sureste de la provincia de Santa Fe. El experto señaló que la presencia del agua en el humedal es positiva porque acelera los procesos de la recuperación ecosistémica. “Posibilita el desarrollo de la vegetación con lo cual tiende a reconstituirse la cadena trófica (alimenticia). La recuperación de la flora posibilita que también se comience a recuperar la fauna y con ello el normal funcionamiento del humedal”, afirmó. Dijo también que esto no quiere decir que los incendios hayan salido gratis desde el punto de vista ambiental, pero que se comienza la recuperación. “Si se mantenía el statu quo anterior del río bajo con sequía climática, la recuperación se demoraba”.

Estos días de lluvia de fines de octubre y principios de noviembre lograron torcer la tendencia seca que venía mostrando el lugar. “Si bien había vegetación porque en el verano pasado se instaló vegetación, la sequía hacía que uno encontrara cenizas en superficie. Ahora es de esperar que eso se disuelva por las lluvias. Hacía mucho tiempo que no llovían unos 100, 120 milímetros en una semana. El acumulado de estas últimas lluvias da eso, dependiendo de la zona. Es una pluviometría importante sumado al río que está arriba de 3 metros 50. Es otro contexto, otro momento”, comentó Di Leo.

En relación a si la quema puede ayudar en los sectores con ganado bovino, el ingeniero opinó: “La quema nunca es positiva. En los lugares de tierra emergida, en este momento de mayor cantidad de agua hace que se genere biomasa. Hay que manejar bien el pastoreo para que no se genere el año que viene la necesidad de quemar porque se acumuló mucha biomasa. La isla es para buenos ganaderos. No es para cualquiera. Es para gente que sabe manejar con la carga (de vacas por hectárea) y tiene infraestructura para manejar la carga”.

La pregunta es cuánto tiempo tardará este ecosistema en recuperarse. El hombre del observatorio respondió: “Después de una quema se reinician los ciclos ecológicos. Eso demora un tiempo que puede ser un par de años o más también. El problema fue que en las quemas de 2020 no se había reseteado el sistema porque no hubo agua hasta ahora prácticamente. En estos tres años, hubo una especie de standby ecosistémico y ahora con estas precipitaciones y por lo que se prevé que va a venir comience la recuperación. Lo que habitualmente ocurría en el verano siguiente acá demoró tres años por la sequía”.

Sobre la forma de recuperación de las especies botánicas después de los incendios, Néstor Di Leo expresó: “El fuego hace que se suprima la vegetación que hay en superficie. Los propágulos (partes de las plantas que dan origen a otras) siguen estando, con lo cual se reinicia el ciclo. Lo que demora más tiempo en recuperarse es la recuperación arbórea. El impacto ya estuvo y no fue gratuito. Por suerte, se comienza la recuperación, pero hay que tener presente que no salió gratis. El impacto estuvo y está”.

Por otra parte, el crecimiento del nivel del río Paraná también será un gran factor mitigante en caso de nuevas quemas. “La altura normal del río o un poco más arriba rellena lagunas, arroyos, etcétera que hace que se tengan cortafuegos naturales. En el caso de alguien prender fuego o en el caso de un accidente, provoca que el fuego quede contenido. El fuego encuentra una lámina de agua o una zona húmeda en el suelo y ahí se frena o directamente se apaga. Era el problema que había antes. No había agua, cuando se encendía, avanzaba muy rápido y en grandes extensiones porque no había nada que lo pare”, concluyó el ingeniero.


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