Lamentable actuación sabalera: perdió 3 a 0 en Santiago…

Colón: es imposible que se pueda jugar peor

Por momentos, la imagen del equipo fue patética. Ni siquiera lo salvan los dos tiros en los postes (uno de Wanchope y otro del Pulga). En definitiva, fueron oasis en medio de una actuación que inunda de preocupación e incertidumbre.


Ampliar [+]
Fue lo peor y eso ya es mucho decir. Colón jugó muy mal. Pero además, fue un equipo sin rebelión, sin actitud, “planchado”. Y todo eso, en medio de un panorama muy desolador, en el que ya resulta inentendible poder justificar la tremenda desjerarquización que ha tenido este plantel. Hay responsabilidades varias en esta cadena. Uno de los eslabones, el último, es el actual entrenador. Desconcertado, no le encuentra la vuelta y el equipo juega cada vez peor. Pero él no armó el plantel, recién lo dirigió siete partidos y es uno de lo que tiene que asumir una cuota de culpa que empieza en la dirigencia, en la secretaría técnica, en el anterior entrenador y también en el bajón tremendo que han tenido muchos jugadores.

Es cierto que, frente a los arcos, la diferencia en el primer tiempo fueron dos remates desde afuera del área: uno convertido en golazo por Riaño y el otro muy bien atajado abajo por Ignacio Chicco. Pero eso no quita que Central Córdoba haya acumulado méritos a partir no sólo de lo que hizo sino de lo muy poco ofreció Colón otra vez.

Por más que insista en la búsqueda, a Rondina se le hizo difícil encontrar una respuesta futbolística mejorada del equipo. Insistió poniendo a Delgado por izquierda y está atravesando el peor momento desde que llegó a Colón. Bernardi empezó por izquierda y luego se corrió al medio pero tampoco fue el encargado de darle claridad al juego. Sánchez Miño paseó su intrascendencia en ese primer tiempo y Alvarez tampoco aportó algo. Entonces, sin apariciones sorpresivas por los costados, todo quedó reducido a pelotazos a Wanchope Abila. Sólo pelotazos a Wanchope Abila. Y con ese único argumento no se puede jugar al fútbol.

Llamativamente, Colón tuvo muchos córner a favor. Fue más casualidad que causalidad. No hubo una gran cantidad de tiros de esquina porque el equipo haya atacado mucho. Rigamonti fue un espectador de ese primer tiempo y apenas se rescata un cabezazo de Picco, aún con el partido 0 a 0, que se fue cerca del palo izquierdo. Poco y nada.

Por la insistencia en salir jugando desde atrás, Colón terminó “regalando” el gol. Intercepción de la salida en tres cuartos de cancha, pase rápido a un Riaño que recibió solo y que clavó un remate estupendo que se metió arriba y resultó inatajable para Ignacio Chicco. Un minuto antes, Riaño había sido amonestado por una fuerte patada en perjuicio de Garcés y un minuto después, se fue lesionado y Balbo tuvo que hacer la primera modificación con el ingreso de Juan Cruz Kaprof.

Rondina quiso apretar en la salida de Central Córdoba, jugando con Picco más retrasado y, delante suyo, una línea de tres volantes que fueron en apoyo de los dos delanteros (Farías empezó suelto y después, Rondina lo mandó por izquierda), para tratar de robarle la pelota en la salída a un Central Córdoba que empleó esa estrategia. Poca eficacia la de Colón para lograr el propósito de interceptar el juego de tenencia que el local impuso desde su misma salida y que le permitió asumir la iniciativa en la primera parte y regalarle un poco el terreno y la pelota a Colón después, aunque la falta de ideas, de inventiva, de claridad por parte de la visita fue llamativa y muy preocupante para lo que se venía en el segundo tiempo.

Mantuvo esquema Rondina, sacó a Farías (entre su actual nivel, el equipo que no lo ayuda y los técnicos que lo pasean por diferentes funciones y lugares de la cancha, está cada vez más bajo y su cotización también) para ponerlo a Sandoval (más punta quizás) y cambió el “5” (Julián Chicco por Picco). En el comienzo, Colón esbozó una reacción y hasta convirtió un gol que fue bien anulado por posición adelantada. Pero la oportunidad más clara la tuvo Central Córdoba con un remate que desvió Ignacio Chicco y que González Metilli, con el arquero vencido, envió por arriba del travesaño en otra jugada en la que Colón mostró sus serios problemas defensivos.

Mucha quietud y desconcierto fueron las imágenes de un Colón demasiado leve y sin ideas, empecinado en buscar el pelotazo largo para Wanchope, llegando tarde, perdiendo pelotas divididas y superado en todo por el adversario.

En ese contexto, una pelota “voleada” por un rival pegó en el codo de Delgado, que se había dado vuelta para evitar la violencia del remate y a instancias del VAR, el árbitro marcó la pena máxima. El remate de Martínez dejó parado a Ignacio Chicco y le dio un golpe de realidad a un Colón totalmente desdibujado cuando todavía faltaba la mayor parte del segundo tiempo por jugarse.
De un solo “saque”, Rondina tiró al Pulga Rodríguez por Sánchez Miño, a Teutén por Delgado y a Perlaza por Alvarez. No se hizo esperar el tercero, cuando el zurdito López Muñoz recibió en la media luna y le pegó abajo y cruzado. Era el 3 a 0 cuando el reloj marcaba 25 minutos sin el descuento. Mucho tiempo por jugarse, pero un partido que establecía claras diferencias en todo: en el trámite, en las cifras del resultado y en la actitud de los dos equipos. Uno, Central Córdoba, enchufadísimo y resuelto a jugar el partido como una final. Y Colón, con una levedad muy difícil de entender y mucho menos justificar.

El desconcierto ya se hizo generalizado. Colón pareció un equipo totalmente entregado, que a pesar de los cambios no pudo mejorar una imagen patética y sin convicción. Y si los volantes se adelantaban, se agrandaban los espacios (ya de por sí gigantes) para que Central Córdoba los capitalizara, más allá de que la superioridad ya estaba plenamente justificada en las cifras y el “ole, ole” empezó a bajar desde las tribunas del Madre de Ciudades.

Si bastaba algo para que la actuación se cerrara fue una pelota brillante que le puso el Pulga a Wanchope para dejarlo solo ante Rigamonti, lo dejó en el camino y le pegó a la pelota, con el arco desguarnecido, con tanta bronca y violencia que hizo estrellar la pelota en el palo. Increíble en un jugador de gran categoría para definir, capaz de convertir todo lo que ande dando vueltas cerca del arco con semejante facilidad como la de esa jugada. Y sin arquero. Pero la desperdició sin ninguna justificación posible.

Y llegó el final… Triste final para un equipo que está navegando en la intrascendencia y que no es ni la sombra del que fue.



Continuar Leyendo...


+ Mirador Provincial