Explosión en Santa Fe

"No pude volver a mi casa, las explosiones siguen en mi cabeza", el relato de una vecina

Se llama Bianca Ludueña y vive al lado de la casa que voló por el aire. “Es un milagro que estemos vivos”, dijo la docente que llegaba de la verdulería cuando ocurrió la explosión en barrio Mariano Comas. Cómo sigue la vida.


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Son las 20.10. Mi novio está por llegar a casa. Vengo de la verdulería y entro. Dejo las cosas sobre la mesa y me llama la atención que Sami no viene a saludarme. Mi perro no se tira al piso para que le haga cariño. Corre de un lado al otro como un loco.

Primero se empieza a mover el piso, se cae el televisor, unos adornos, otras cosas más allá. Es como un temblor. Después se escuchan las explosiones. Son varias. Fuertes.

Salgo de mi casa, miro el pasillo y no veo la puerta de calle. Se cayó una pared del vecino que la tapa. No tengo manera de salir. Hay una llamarada enorme y constante. Hay cenizas por todo el aire. Cenizas muy grandes.

Los minutos posteriores son horribles. Muy shockeantes. Mi familia está de viaje. Se enteran de lo que pasa y no por mí, porque mi prioridad es llamar al 911 para que ayuden a la gente atrapada que nos grita y nos pide auxilio. No viene nadie. Me llama mi papá. Me llama mi hermana. Les cuento lo que pasa.

Personas toman registros de la zona de desastre en barrio Mariano Comas.Foto: Manuel Fabatía

 

Gracias a Dios, una vecina de atrás tiene una puerta hacia el pasaje Zorrilla. Todos los vecinos de las casas del pasillo salimos por esa puerta hacia la calle. Cargo al perro, que está muy asustado, y salgo con lo puesto. Las chicas que viven en el primer departamento no pueden salir. Gritan. Piden auxilio. Tienen todos los escombros en la puerta de su casa. Les explotaron todos los vidrios. Después de bastante tiempo logran escapar.

Los vecinos nos quedamos todos parados en la esquina de Zorrilla y 4 de Enero. No nos animamos a acercanos a nuestras casas. Cada vez nos alejamos más. Tenemos miedo de que haya nuevas explosiones.

Me doy cuenta de que dejé la puerta de mi casa abierta. Es el departamento 6, al fondo, casi en el corazón de la manzana, a varios metros de la casa que explotó. Tengo miedo de que ingrese el fuego. O que entre alguien y se lleve mis cosas. Estoy con lo puesto.

Los bomberos tardan en llegar. Cuando llegan logran apagar la llamarada. Retiran por los techos de las casas vecinas a las dos personas que había en la casa que explotó. No hay otra forma de sacarlas.

Más tarde me voy a la casa de mis padres. Apoyo la cabeza sobre la almohada. Trato de dormir. Pienso en Sami corriendo de un lado al otro. Siento que él presintió lo que iba a suceder. Pienso que puede haber más explosiones. Pienso que ahora le toca a mi casa. Tengo miedo. Pienso que me voy a tener que quedar un tiempo acá. Pienso en volver a mi casa. Pienso en que cuando vuelva la luz voy a volver y cocinaré con un anafe, con garrafa. Quiero volver. Porque sino voy a perder todo. Es tierra de nadie. Tengo miedo a las entraderas. Se que volver a tener gas natural va a llevar mucho tiempo. No se cómo quedó mi casa. No duermo. Paso toda la noche en vela. Tengo los ruidos de las explosiones en mi cabeza. No se van. Las escucho todo el tiempo.

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El que termina es el relato en primera persona de Bianca Ludueña, una de las víctimas de la explosión ocurrida este martes por la noche en barrio Mariano Comas. Una casa voló por el aire. Se presume que a causa de una pérdida de gas natural. Es en 1° de Mayo al 3600.

Bianca testimonia para El Litoral su vivencia guarecida bajo un gacebo de la llovizna que comienza a caer este miércoles por la mañana. El gacebo es una carpa montada por el área de Gestión de Riesgos de la Municipalidad de Santa Fe.

Ya entrada la mañana, mientras los socorristas inspeccionan el lugar con perros para verificar que no haya más víctimas bajo los escombros; y mientras comienzan los primeros peritajes para determinar por qué se produjo la explosión, Bianca sigue bajo el gacebo, con lo puesto. “Estamos esperando que terminen de evaluar el estado de nuestras casas. Nos dicen que algunas corren peligro de derrumbe. Nos van a avisar cuando podremos ingresar a sacar al menos lo imprescindible, si es que no hay peligro de derrumbe”, le explica Bianca a El Litoral.

“Nos dicen que esto va para largo. Hay que hacer toda la instalación nueva de gas. Cortaron los cables de luz. Creemos que por medio año, con suerte, no va a haber nada”, se lamenta la vecina damnificada. “Estamos todos desesperados. Yo soy propietaria pero hay mucha gente que alquila y no sabe para donde ir. Yo iré de casa en casa, pero no puedo pasar tanto tiempo sin mi propiedad. Pero la prioridad ahora es poder sacar algo de ropa, medicamentos, lo imprescindible”, reclama.

-¿Qué asistencia recibieron hasta ahora? -consulta El Litoral.

-Sinceramente, no mucha. En el primer momento nos preguntaron si estábamos bien, si precisábamos una ambulancia. Anoche pedí información para saber cómo seguimos, me quería ir, nadie me tomaba los datos. Una vecina me dijo que tenía que venir ahora para acá. Nos encontramos todos a las 8. Nos explicaron que después de verificar las casas nos van a avisar si podemos entrar o no a retirar lo indispensable.

Más temprano Bianca debió avisar en su trabajo que este miércoles no va a poder ir. “Soy docente y no puedo ocupar mi lugar sin sacar siquiera la ropa de mi casa”, dice. “Aparte, no estoy bien psicológicamente”.

-¿Les brindaron contención psicológica?

-No, absolutamente nada. Nadie.


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