“Aprender a amar nuestras miserias”

Elecciones de vida: el sacerdocio como vocación y camino

Matías Cardoso tiene 30 años y fue ordenado sacerdote hace dos, en plena pandemia. Además tiene un diplomado en sanación interior. Su primer destino fue una parroquia en Villa Elisa. Luego de un tiempo en el adquirió experiencias, ahora lo trasladaron a la Parroquia Santa Rosa, de Chajarí. Ya instalado en la casa parroquial, que comparte con el párroco Aníbal Aguilera, cuenta cómo vive su rol en la sociedad y las expectativas en este nuevo destino.


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El Padre Matías es oriundo de Federal y asegura que su vocación la sintió como un llamado a los 16 años, aunque advierte que todo inició mucho antes, siendo apenas un niño a través de una pérdida familiar.

De la metodología de trabajo con los nuevos sacerdotes contó que todo depende de la necesidad y de la voluntad del obispo que es quien los va acompañando en ese “caminar junto a las comunidades”.

Además explicó que necesitan “juntar experiencias, por eso cuando comenzamos nos van cambiando cada año y medio o dos. En mi caso vengo de una ciudad que se llama Villa Elisa, donde estuve dos años y dos meses, la mentalidad de ese lugar es muy diferente a la de Chajarí, y a su vez diferente a la de Federal, de donde soy oriundo, por eso lo importante es aprender a escuchar el corazón de cada ciudad”.

En este sentido añadió que la Iglesia “está llamada a acompañar a las comunidades no sólo desde el aspecto religioso, sino a ser puentes de diálogo, eso es lo más lindo que yo veo como pastor”, aseguró.

En Chajarí

En cuanto a las expectativas para su llegada a Chajarí reconoció que, al ser una persona joven está, “con mucho que aprender, y junto al padre Aníbal que con sus 26 años de sacerdocio tiene mucho que enseñar y seguro será así”. A su vez remarcó que trabajarán en conjunto con las demás parroquias de Chajarí y de Villa del Rosario, “complementándonos porque cada sacerdote tiene su carisma, y es importante aprender a trabajar juntos, porque así las cosas salen más lindas”.

La parte que considera más frágil en general es “aprender a amar y aceptar la humanidad, las miserias, que fue lo que hizo Dios al hacerse hombre, y la humanidad implica el barro, siendo que muchas veces le escapamos a eso”. El sacerdote remarcó que “en las selfies nos mostramos felices, parece un imperativo social, mostrarse feliz, pero la Iglesia te dice que también es necesario tu barro para hacer una obra de arte”.

En este aspecto agregó que cada ciudad tiene sus periferias y sus calvarios. “Por eso en este primer año mi tarea es conocerlos, escucharlos, siempre desde el respeto y el amor”.

Vocación y llamado

Matías recuerda que comenzó los 14 años a buscar el propósito para su vida, “pasé por el periodismo, me gustaba, también quería ser profesor y traductor de inglés, pero a los 16 años pasamos la gripe aviar, se suspendieron misas, no fue como la pandemia, pero algo parecido, y en la parroquia se fueron suspendiendo actividades”, recordó el sacerdote, haciendo referencia a una fecha y un momento puntual.

 

“La iglesia tiene su propia historia que sanar, y su propio barro”, señaló el Padre Matías.

 

“El 2 de julio de 2009 a las 19:30 horas, en una misa, sentí que Dios era amor y no me podía guardar eso, siendo un adolescente, con amigos, salidas, vida normal, comenzamos una aventura con Él, y me mostró que había un hilo en mi vida desde muy pequeño, desde los seis años”.

Cuando Matías tenía 6 años su familia vivió una tragedia con la pérdida de un hermano. “Ver el dolor en el otro, en este caso en mis padres, fue algo que lo sentí como un llamado, a dejar de lado lo que uno es, para ayudar en el dolor del otro”.

La Iglesia en el mundo

Sobre la imagen que tiene la iglesia a nivel global explicó que “también la iglesia tiene su propia historia que sanar, y su propio barro”. El padre Matías añadió que “nuestra iglesia argentina tiene que abrazar ese barro, pedir perdón si es necesario, reconocer, y recomenzar, mostrando la cara del amor de Dios, la Iglesia”.

A su vez aseguró que “hoy tiene un rol fundamental en una sociedad que no reconoce ninguna autoridad, es una sociedad en general huérfana, donde muchos hijos se crían solos por exceso de trabajo de sus padres, por eso somos una sociedad escasa de valores. Pero aún así modelos como el de Messi, que arrasa, porque se muestra como un hombre normal, con su familia, que pide perdón por sus errores, y ese modelo humano atrae”, aseguró el padre, remarcando que, dentro de un mundo que parecería manejado por la superficialidad de lo que se publica o no, lo humano y los valores nos hacen falta, sea visto en un santo, o en una estrella de fútbol que elige la fidelidad y el amor a su familia por encima de la noche y los vicios.


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