Concordia

Aprender a cuidar la salud mental

En el mundo hay un día para hablar sobre el cuidado de la mente, pero los profesionales prefieren analizar el trabajo continuo. Derribar los mitos y animarse a hablar, las claves del proceso.


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El 10 de octubre fue el día mundial de la salud mental. Durante esa jornada, profesionales y pacientes de salud mental aprovecharon para llevar a cabo acciones de concienciación.

La Federación Mundial para la Salud Mental, con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), instauraron esta fecha en 1982 con el objetivo de tener un evento que represente un compromiso con la salud mental y que recuerde la importancia de movilizar esfuerzos para solucionar los problemas vinculados.

En Concordia, además de varios actos y encuentros, el psicólogo Sergio Brodsky presentó su libro “Experiencias sobre el suicidio”, en el que cuenta su trayectoria como profesional e integrante de “Lazos en red”, la ONG que trabaja para prevenir suicidios.

En diálogo con Mirador Entre Ríos, el profesional habló sobre salud mental y nuevos enfoques para lograr mejores resultados. “La salud mental ha adquirido una dimensión e importancia y visibilización mayor en la pandemia. Allí todos empezamos a pensar en qué es y cómo cuidarla, no solo a nivel individual sino grupal, porque creo que no existe individualmente, sino que es colectivo. Nadie puede estar bien si en el conjunto o la comunidad está mal”, explicó.

–¿Falta información sobre cómo cuidarnos?
–Sí. Creo que tomamos conciencia en la pandemia porque hubo una modificación. Siempre la salud mental había quedado relegada. La OMS define a la salud como un estado de bienestar biopsicosocial y no solo ausencia de enfermedad, es muy pertinente porque siempre asociamos históricamente la salud mental al tratamiento de enfermedades mentales, de los padecimientos, pero esa es una punta para pensar. La consideramos desde un lugar negativo muchas veces, pero en realidad la salud mental es un concepto positivo, la búsqueda del bienestar.

–¿Y cómo se llega a eso?
–Nunca se logra un estado de bienestar absoluto o de felicidad absoluta, la vida es conflicto, y tal vez la salud mental sea la preparación para el conflicto, la disposición a asumir y resolver los conflictos y las situaciones dolorosas que se presentan en la vida. Tiene mucha relación con lo que plantea Freud en el psicoanálisis, que define la salud mental como la capacidad de amar y trabajar. En esos dos conceptos, Freud resume lo que es porque incluye el afecto, la ternura, la empatía, la solidaridad, es decir que tiene que ver con el amor, esos son componentes esenciales de la salud mental.
Es bueno resaltarlo porque estamos viviendo momentos de mucha violencia no solo a nivel local, sino también a nivel internacional y la salud mental se opone a todo el concepto de destrucción, de odio, de un aspecto mortífero del ser humano. Rescatar al amor como lo que se opone a la destrucción es absolutamente fundamental.


DERECHO HUMANO


–¿Cómo está el acceso a la salud mental? ¿Todos pueden acceder a terapia o a profesionales que brinden herramientas para lograr ese bienestar?
–Es un tema complicado. Dentro del sistema de salud están los subsistemas, el privado, el de obras sociales y el público. La Ley de Salud Mental ve la salud mental como un derecho humano, y esto se opone a la salud como una mercancía en una sociedad capitalista. Cuando solo puede hacer tratamientos o acceder al sistema el que puede pagar, se dificulta. Creo que hay que reforzar fuertemente los servicios de salud mental públicos, que el Estado como garante de los derechos pueda dar respuestas con servicios de calidad a nivel público. Que podamos acceder a través de servicios de la misma calidad que los privados en los hospitales públicos. Durante 25 años trabajé en salud mental en el hospital Felipe Heras y fui consecuente con esa idea de dar la mejor atención en el servicio público para quienes necesiten ser atendidos en su salud mental.

–Con este contexto social y económico ¿Estamos más propensos a tener algún problema de salud mental?
–Sí. La salud mental está definida como una cuestión compleja que no se agota en el individuo y en lo psíquico, sino que trasciende a aspectos sociales, culturales, económicos, lo que hace al contexto de vida de cualquier sujeto. En términos colectivos definen la salud mental de la población como algo que tiene que ver con cómo una comunidad resuelve las necesidades de sus habitantes, las necesidades universales. La salud mental colectiva nunca puede estar bien si no estamos pudiendo subsistir, si no tenemos acceso a los alimentos, al trabajo, eso nos hace perder la dignidad. En tiempos de crisis, como el que vivimos, claramente la salud mental se ve afectada. Lo que pasa con la economía nos afecta gravemente, porque medimos todo en términos económicos pero los procesos inflacionarios no son solamente falta de dinero, sino que se traducen en la salud mental porque producen una enorme inestabilidad psíquica. No tenemos estabilidad, el dinero nos alcanza para cada vez menos. Ese concepto económico tiene una traducción psicológica.

–¿Eso se nota en la ciudad?
–Concordia es la segunda ciudad más pobre del país aun teniendo empleo, pero ese empleo suele ser en negro, hay mucha explotación, malas condiciones y junto con los modos en los que se llevan a cabo afectan inevitablemente la salud mental de la población y generan emergentes que tienen que ver con lo contrario, que es la violencia.


PREVENCIÓN


–Formás parte de Lazos en red, ONG que previene el suicidio ¿Cómo es el trabajo?
–Es una red de voluntarios para la prevención del suicidio en Concordia y quienes quieran pueden acercarse. Es un trabajo solidario, con voluntarios. Decíamos que la salud mental necesita justamente de la solidaridad y empatía y ellos van y no tienen retribución. Es un modelo de trabajo por la salud mental. Lo hacen desinteresadamente, o justamente con el interés de contribuir a la prevención del suicidio. Promovemos el primer nivel de prevención, haciendo foco en la salud mental. Trabajamos mucho con escuelas e instituciones para generar personas con buena autoestima, buena comunicación, que haya diálogo en las familias y apuntamos mucho a la capacidad de pedir ayuda, de ser y mostrarse vulnerables sabiendo que siempre hay un referente a quien acudir cuando tengan angustia o depresión.

–¿Cuesta mostrar ese costado vulnerable?
–Creo que sí, y más en los varones. Es fundamental aprender a expresar emociones, pensamientos y sentimientos, sobre todo los hombres, porque la estadística señala que los varones tendemos menos a expresar nuestras emociones, fundamentalmente porque hay una construcción social en la que se esperan hombres fuertes, que no lloran, que no piden ayuda porque saben resolver, porque tienen fortaleza masculina y son agresivos y competitivos. Eso va en contra de la posibilidad de pedir ayuda, así que estamos replanteando los modelos de construcción de las masculinidades.


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