Cultura jazz

Fabián Araya: “Pienso los discos como obras completas en sí. No son una excusa para embolsar canciones”

¿Quién dice que el jazz y los ritmos urbanos no puedan congeniar bien? Derribando todo tipo de especulaciones, el músico Fabián Araya nos trae una propuesta de gran calibre musical. En diálogo con Mirador Provincial, Araya nos cuenta sobre su tercer disco, que cuenta con la participación especial de Juma “el porteño”.
17-12-2021 | 10:21 |

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“Creo que las nuevas generaciones están instalando una corriente urbana con propuestas muy interesantes” confiesa Fabián Araya. Foto: Gentileza.


Gisela Mesa [email protected]


La banda encabezada por el flautista y saxofonista Fabián Araya presenta su tercer disco, que cuenta con la participación especial de Juma “el porteño” fusionando el inconfundible estilo jazz rock del quinteto con el lenguaje concreto que brinda el hip hop desde el imaginario de Juma. El quinteto de Fabián Araya, está integrado por él mismo en flauta traversa y saxo tenor, Santiago Berros en saxo alto y soprano, Fran Cirimele en teclados, Alejandro Moffardin en bajo eléctrico y Emiliano Alvares Lenci en batería.

Acerca de Fabián Araya Quinteto podemos decir que el flautista y saxofonista comenzó su carrera profesional a la edad de 14 años con importantes presentaciones en el circuito porteño y sudamericano. Estudió composición y dirección de orquesta en la Universidad Nacional de Artes y compartió escenarios con artistas como Agustín Pereyra Lucena, Hilliard Green (EE.UU.), George Haslam (Inglaterra) y Yann Tiersen (Francia), entre otros.

Mirador Provincial entrevistó al músico para conocer los comienzos de su carrera y conocer su último trabajo musical.

El significado del jazz
-¿Qué significa para ti el jazz? ¿Cómo entrás en contacto con este género musical?

-Estoy habituado a pensar el jazz desde la composición: una estructura armónica con un tema que se presenta en el inicio, que es desarrollado y variado libremente (solos) y que se re expone para terminar. Por supuesto que es muchísimo más que esto. Siempre tuve muchas inquietudes con respecto a los diferentes estilos. Recuerdo que a los 18 años escuchaba mucho tango, rock de los setentas y algunas obras contemporáneas. En ese cruce entre la psicodelia del rock y la indeterminación de la música contemporánea había algo que me estaba interesando y entendía que el jazz tenía mucha riqueza para ofrecer desde ese lugar, pero las pocas veces que lo había escuchado no me había gustado para nada. Recuerdo que entonces me cargué el mp3 solo con discos de jazz y que los escuchaba una y otra vez, “tengo que entender esto” pensaba mientras lo sufría. Después de varios días así, la tortura se convirtió en placer y hoy es uno de los estilos que más me conmueven.

-Háblanos de Fabián Araya Quinteto. ¿Cuál fue el impacto de esta estrategia musical? Las gráficas de los discos son un plus totalmente interesante, ¿participás en la producción o solés dejar que los demás se dediquen?
-Participo activamente. Pienso los discos como obras completas en sí. No son una excusa para embolsar canciones. Siento que debe haber una unidad estética que acepte algunas músicas y que deje afuera a otras, que no pueden ir en cualquier orden, que no se pueden llamar de cualquier manera y cuya propuesta interdisciplinaria. En este caso, la gráfica debe estar en consonancia con esta unidad. Esto me lleva a tener varias reuniones y pruebas con ilustradores o diseñadores. Es un trabajo en conjunto sobre una serie de sensaciones y sentimientos que forman el concepto general y lo que eso les pueda disparar en el imaginario creativo.

En cuanto a la estrategia para el lanzamiento, fue algo que conversamos en grupo. La idea principal era que tanto esfuerzo y trabajo no se perdiera en un posteo de Instagram. Decidimos entonces sacar primero el single con el feat de Juma como adelanto del disco, después el videoclip y finalmente el disco, para estar ahí, levantando la mano por un tiempo porque tenemos algo para decir.

-¿Sigue estando presente esta necesidad de alejarse de los ritmos de raíz negra? ¿O bien, se pretenden recuperar los estilos originales?
-Creo que estamos en otro momento. Creo que las nuevas generaciones están instalando una “corriente urbana” con propuestas muy interesantes y en las cuales no caben ese tipo de interrogantes. Siento que miran para adelante, que ni siquiera piensan o se interesan en lo anterior, que desarrollan, que llevan inquietudes con motivaciones diferentes a las que hubo en la historia, pero que con el tiempo van a demostrar su validez. Tal vez, por ahora, no se le está dando la relevancia que deberían tener porque muchos de sus exponentes son muy jóvenes, pero es un cambio global que no solo trae una nueva música que llega de forma definitiva, sino que también están peleando, de la mano de la tecnología, contra la industria musical y las grandes empaquetadoras de productos musicales que llamamos discográficas. Creo que van a ganar y que deberíamos intentar entenderlos y apoyarlos porque sus búsquedas son auténticas y sinceras y, nos guste o no, lo sepan ellos o no, no son comerciales ni culturales. Son artísticas.

-Más allá de la forma y la estructura, ¿qué podes decir de los materiales utilizados? ¿Qué relación tienen con los empleados en otras obras de largo aliento de tu autoría?
-Las melodías a dos vientos con comentarios libres, la sociedad batería-bajo en las bases de métrica regular y un instrumento armónico como pívot entre la base y las melodías. Esta propuesta está en los tres discos y también en Reactivo y reacción (obra interdisciplinaria, 2012). Después está el lenguaje concreto que atraviesa todas mis obras. Es una inquietud artística que siempre tengo presente. Con el saxo no te puedo decir “alcánzame el lápiz verde”, las palabras tienen un vínculo directo y claro entre el emisor y el receptor. En la música instrumental hay tantos mensajes como receptores. A su vez, si eliminamos de todas las conversaciones las palabras, podemos encontrar melodías y desarrollos. Hay música ahí. Así empezó todo en la historia de la sociedad, la cultura y el arte. Es algo que me fascina y que siempre utilizo de alguna manera. En Lunático (2015) hay unos actores interpretando unos cuentos lacónicos, en F.A.Q. (2019) utilizo unos discursos políticos. En este disco tenemos a Juma aportando desde la palabra.

-¿Cómo parte el concepto de fusionar jazz y hip hop? Mezcla complicada en este país ya que el jazz, por lo general, se escucha en ciertos bares y locales y el hip hop, en los barrios. ¿Cómo se dio esa fusión tuya con Juma “El porteño”?

-Con Juma venimos trabajando hace ya varios años en diferentes propuestas. Tiene un criterio artístico impresionante, lo admiro mucho. Con el tiempo desarrollamos una linda amistad y hace rato que quería hacer algo con él. Hace un par de años le propuse hacer esta fusión, pero la había pensado un poco más extrema. En lugar de bajo, tuba. En lugar de piano, corno francés, trombón y flugel. Había empezado a escribir algunas notas, pero lamentablemente no lo pudimos concretar por cuestiones de agenda. Cuando surgió la necesidad de hacer un nuevo disco con el quinteto, entendimos que la propuesta lo pedía y que era el momento de intentarlo.

Hilliard Greene
-¿Cómo fue esa experiencia de compartir escenario con el gran Hilliard Greene bajista estadounidense?

-Fue muy interesante. Tuve la suerte de empezar en el circuito profesional de muy joven. Como siempre tocaba con músicos mucho más grandes que yo, era una suerte de mascota del equipo que daba vueltas por ahí. Trataba de aprender todo lo que podía, no solo en cuanto a la forma de trabajar, sino también de las anécdotas que contaban y su experiencia. Con Hilliard, siempre recuerdo la primera vez que toqué con él. Fue en un prestigioso club de jazz. El lugar estaba repleto de gente, nosotros subimos al escenario sin Hilliard. Como estos clubes de jazz tienen mesas y comida, la gente hablaba muy fuerte. Entonces subió Hilliard, agarró el contrabajo, se paró adelante al medio con los ojos cerrados mirando al techo y se quedó así inmóvil varios minutos hasta que la gente dejó de aplaudir, dejó de hablar. Él seguía así, inmóvil. Se podía oír hasta un alfiler, pero el siguió así varios minutos más. De pronto, comenzó a tocar solo y fue increíble. Recuerdo que no podía creer cómo nos había metido a todos en su atmósfera. Fue alucinante.

Anécdota
-¿Qué es lo más curioso que te ha pasado en tu carrera como músico?

-Hace como 10 años me fui de gira por Paraguay y Brasil con el hit del momento papanamericano. Acompañábamos al cantante. En un programa de televisión en vivo al mediodía en Paraguay, tenían la costumbre de hacer “la paloma” con los invitados. Una figura de danza en la que el bailarín levanta a la bailarina, ella pone sus piernas alrededor de la cabeza del bailarín y ésta la levanta por la cintura mientras ella extiende los brazos en forma de vuelo. Nosotros no sabíamos eso y veníamos de un par de noches sin dormir y, como en toda gira, muy mal alimentados. Cuando llega mi turno, como ya habían pasado los otros músicos con todas las bailarinas, me proponen hacerlo con la conductora del programa. Hice lo que pude, pero yo estaba muy débil y ella, sin darse cuenta, me estaba cortando la circulación en el cuello con las piernas y yo quedaba cada vez más rojo hasta que casi me desmayo y la conductora se me cayó en vivo… papelón, risas y al corte.

-¿Cómo ves la escena musical a nivel local y mundial debido a la pandemia?
-Veo dos planos diferentes. Por un lado, veo tristemente que con la cuarentena perdimos una oportunidad de oro de dejar de ser el último eslabón de una cadena alimenticia muy injusta. Desde la masacre de Cromañón, las condiciones para la escena musical local fueron nefastas. De hecho, la primera medida fue prohibir la música en vivo… Parecía un capítulo de los Simpsons. Tengo entendido que está volviendo a ocurrir en Córdoba. Desde entonces, los músicos tenemos que pagar seguro de sala, Sadaic, sonidista, iluminador, en algunos casos seguridad o boletería, el 15 por ciento de las tarjetas de crédito, el 15 por ciento de las ticketeras y el 30 por ciento de la recaudación total. Si a eso le sumamos el cachet de los músicos, los ensayos, fotos y difusión, creo que no hay mucho más para agregar. Esto obliga a la escena a subir los valores de las entradas para aun así, perder o con suerte cubrir gastos. Con la apertura de los últimos meses y ante la gran demanda de público y bandas, veo que todos estos valores aumentaron exponencialmente, lo que lleva a un circuito musical más exclusivo, en el que solo pueden ver música en vivo los que tienen miles de pesos para gastarse en una noche. A nivel global, veo que la pandemia potenció la utilización de las redes sociales y plataformas, independizando el mainstream de las grandes discográficas y creo que este es el principio del fin de estos gigantes de la industria.

Lo que se viene
-¿Qué es lo que se viene para este 2022 que nos puedas adelantar?

-Estoy trabajando en un show homenaje a Dexter Gordon. Justamente en un par de semanas vamos a comenzar con la grabación y espero poder plasmarlo el próximo año. Estamos muy entusiasmados.



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