Kevin Rivero

Al extremo norte de la provincia de Entre Ríos, los cinco mil habitantes que radican en San Jaime de la Frontera se movilizan por una de sus características más importantes de su cultura: el deporte.

En este sentido, Daniel González es uno de los artífices fundamentales para que se pueda mantener en pie. Con una trayectoria casi de cuarenta años vinculada al futbol, logró conquistar diferentes triunfos que colocaron el nombre de la localidad en lo más alto de la provincia y en el plano nacional. En primera instancia, como jugador se consagró campeón de la segunda división de la Liga de Chajarí de 1997, un hito que quedará en la historia deportiva sanjaimense. Su pasión y su ambición no cesaron en ningún momento e inició su etapa detrás de la línea de cal, y al frente de las divisiones juveniles, consiguió representar a Entre Ríos en cuatro oportunidades en los Juegos Nacionales Evita, mientras que, con la Primera División del club de sus amores, se coronó subcampeón del certamen chajariense en una oportunidad.

“Tarda en llegar y al final hay recompensa”, es una de las frases memorables que tiene la canción “Zona de promesas”, que entonaba el gran cantante argentino Gustavo Cerati en su período con la banda Soda Stereo. Tranquilamente, se puede aludir a la vida de Daniel González, que con sus 48 años dejó huellas imborrables para el deporte y toda una comunidad. Desde una temprana edad, con una llama de ilusión, prendida y mediada con una sintonía de esperanza, empezaba a dar los primeros pasos de una extensa carrera arraigada al fútbol. “Arranqué a jugar desde muy chico. Pasan los años y el frenesí por la pelota perdura. Siempre tuve el sueño de dejarle algo a los demás que pueda servirles”, contó el emblema sanjaimense en el comienzo de la charla con MIRADOR ENTRE RÍOS.

Escribió su camino con una lapicera compuesta por sudor y lágrimas. Repleta de momentos positivos envueltos de felicidad y situaciones que significaban un tropezón, sin embargo, rápidamente eran transformados en aspectos provechosos para seguir de pie y con la mente en alta. Fue formado con los conocimientos que le transmitía el barrio, hasta incursionar en la reserva del Club General San Martín, en el cual, a los 16 años, hizo su estreno en la Primera División. Tras sufrir la desafiliación el conjunto que lo amparaba, decidió trasladar su juego hacia la otra institución de la localidad, dónde iniciaría uno de los vínculos más grandes de su vida: su apego hacia el Club Social y Deportivo Frontera.

Las características ofensivas siempre fueron su distintivo y vestían de elegancia su estilo futbolístico con la camiseta de “el rojo”. “Siempre ponía la diversión por delante. Jugaba para entretenerme y era feliz de esa manera. Pero todo no era color de rosas, fue muy sacrificado desde el primer instante. Rememoro que viajábamos en camiones para competir en las ciudades aledañas, no teníamos colectivos o autos para trasladarnos y debíamos arreglarnos como podíamos”, manifestó, Daniel. Por otro lado, se refirió a uno de las alegrías más trascendentales que vivenció el pueblo en el ámbito deportivo: “Gritar campeón fue algoinigualable. Teníamos un buen equipo con muchos jugadores que fueron parte de la institución durante muchos años. Hasta la actualidad es muy gratificante, porque pusimos mucho empeño y nos quedamos con el torneo del segundo nivel de la Liga de Chajarí que se disputaba en esa época”.

Desde afuera

Su cariño por la redonda es imperecedero e incalculable. Por diferentes circunstancias, debió colgar los botines, pero repentinamente se colgó la pechera y tomó el silbato saciar su hambre. “Nunca tuve dudas que quería dirigir. Dejé de jugar y arranque a entrenar a los chicos de la Escuela de Deportes de la Municipalidad y fuimos afianzándonos hasta que alcanzamos a competir por toda la provincia”. En tanto, González fue ayudante técnico una temporada y en 2003, desarrolló sus primeros pasos como director técnico del plantel superior de Frontera. “Es una campaña inolvidable para el club. En mi primer año al mando de un equipo de mayores, obtuvimos un subcampeonato y en el siguiente calendario, conseguimos trepar hasta las instancias de semifinales y nos quedamos afuera por muy poco”.

Desde el principio, el entrerriano clarifica que mientras esté al frente de sus jugadores, los valores no se negocian por absolutamente nada.“La meta es que antes que grandes jugadores, sean mejores personas. En la parte formativa, las condiciones de todos son diferentes y el desempeño en el terreno de juego puede variar, pero la calidad humana se refleja en cualquier circunstancia de la cotidianidad”. En este contexto, deslizó una frase que lleva en la sangre y es uno de los patrones de su profesión: “Trabajo por los chicos. Una hora en la cancha, es una hora menos en la calle, y me motiva a seguir”.

En su repertorio, las divisiones juveniles se convirtieron en una de sus canciones favoritas. Fue partícipe de los Juegos Nacionales Evita, representando a Entre Ríos con diferentes combinados de San Jaime - en 2004, 2015 y 2018 - y Chajarí - en 2008 -. En relación a esto, expresó: “Simbolizar a la provincia cuatro veces, fue algo único. Repercutió desde el lado deportivo y social, porque muchos chicos no tienen la posibilidad de viajar continuamente y pudieron mudarse a Mar del Plata por varios días haciendo lo que más les gusta”.

Gratitud

“Voy a estar eternamente agradecido a los padres que actúan en la subcomisión de futbol del club. Estuvieron todo el tiempo trabajando detrás de mí y apoyándome para que sigamos adelante. La labor y la constancia de toda la gente del pueblo no se puede dimensionar porque están para darme un empujón cuando lo necesito. En estos últimos años no fue sencillo, pero tratamos de escenificar una buena imagen”, dijo González.