Silvia Simmone
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Con el dedicado trabajo de un grupo de voluntarios brigadistas continúa la limpieza y la mejora de los espacios comunes en la Reserva Educativa Los Teros, ubicada a los márgenes del arroyo Perucho Verne, en San José, departamento Colón. Las vinculaciones y el aprendizaje para el cuidado de la naturaleza forman parte de las actividades usuales en la Reserva.

La iniciativa de proveer de leña a la comunidad durante la temporada de frío responde a una estrategia de control de expansión de la acacia negra, una especie arbórea que se introdujo a la Argentina desde Estados Unidos a principios del siglo XIX y que, con el paso de los años, se convirtió en una especie invasora muy agresiva en los diferentes ecosistemas nativos del monte entrerriano.

En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, Jaime Borda, referente de la Reserva Educativa, profesor y diplomado universitario en Educación para la Conservación en Territorio, explicó sobre la iniciativa que ya se está desarrollando en la región.

“Desde hace bastante tiempo que venimos trabajando con el control de esta exótica para transformar su leña en bancos que serán utilizados en el aula de interpretación que vamos a hacer, y todos los pedacitos que iban sobrando de eso lo dejábamos para que la comunidad lo lleve. Entonces vimos que había interés y que al mismo tiempo estábamos brindando un servicio, por lo que con los últimos trabajos decidimos hacer una recolección para proveer de esta leña a los barrios cercanos a la Reserva como son El Brillante y El Colorado, porque muchas veces sucede que quienes van a hacer leña, cortan especies como el amarillo o el blanquillo, que son especies nativas. Entonces de esta forma, además de ayudar en el control de las exóticas, les estamos dando leña para la salamandra, las cocinas y también para todo lo que tiene que ver con esta época que es de frío. Es una forma de colaborar a través de la integración de los brigadistas a la comunidad, ya que parte de su trabajo se refleja en ayudar y servir, y este es uno de los lemas de los brigadistas exploradores”, contó Borda.

La mayoría de los jóvenes voluntarios que trabajan en la Reserva son o fueron alumnos de la Escuela Secundaria Nº 10 Juan Bautista Alberdi, de barrio El Colorado, una de las instituciones que trabaja en conjunto con la Reserva para proveerse de un aula a cielo abierto para la realización de diferentes actividades. También forman parte de este grupo excazadores convertidos ahora en conservacionistas y personas interesadas en seguir la formación de guardafaunas, ya que el voluntariado aporta antecedentes culturales que son reconocidos para sus futuras formaciones o para el ejercicio de la docencia.

Actividades y control de exóticas

La Reserva Perucho Verne está coronada por tres ambientes típicos de la geografía entrerriana que permiten la realización de actividades de interpretación, reconocimiento de la flora y fauna nativa, estudios de suelo y avistaje de aves, por lo que se constituye como un espacio clave para la educación ambiental en territorio.

Sobre las acciones que desarrollan los brigadistas, Borda detalló que fundamentalmente se les enseña a utilizar diversas herramientas como hachas y machetes para mantener los senderos y a construir estructuras que sirven para la mejora del espacio. Actualmente están abocados a la tarea del control de la acacia negra.

“Lo que hemos podido saber gracias al relato de una vecina es que esta especie se desarrolló en la zona después de la gran creciente de 1959, porque hasta esa época no había esa madera en la zona de la cuenca del Perucho. Ahí se estableció y como es una especie invasiva hay que controlarla porque ahoga al monte nativo, ya que la acacia pelea por el sol y va generando mucha sombra lo que no permite que se conserve ni se desarrolle el resto del entorno. En Concordia, por ejemplo, le dan un uso alimentario y hacen harina, se muele la chaucha que es dulce y se come, y con eso hacen pan. En otras partes del mundo se usa para hacer pianos de calidad, ya que la madera es muy noble. Nosotros la usamos principalmente para hacer postes, los cuales duran hasta veinte años enterrados si se les hace el tratamiento adecuado, que implica sacarle la piel y ahí pintarlo con aceite negro usado”, explicó el referente de la Reserva.

Hallazgo de fósiles

Hace un mes, el arroyo Perucho Verne fue noticia por el hallazgo de restos fósiles de un mastodonte que se extinguió hace diez mil años, en una de sus costas. Sobre este hecho, Jaime Borda relató que la investigación de los restos hallados, los cuales pertenecen al cráneo de uno de estos animales de gran porte similares a los elefantes, está encomendada al Conicet de Diamante.

“Cuando Tekove Mymba nos avisó del hallazgo, nos apersonamos con un grupo de brigadistas para poder localizar y custodiar los restos, ya que muchas veces la gente tiene como costumbre llevarse algunas partes como recuerdo. Estuvimos haciendo guardia hasta que llegaron los científicos del Conicet y la gente de Tekove Mymba, quienes se encargaron de retirar los fósiles de las márgenes de la cuenca. Estuvieron algo más de diez horas para sacarlo y luego, como se había juntado un nutrido número de gente para ver lo que hacían, los científicos brindaron una charla a cielo abierto contando la importancia del descubrimiento. Los restos fueron llevados a Diamante donde están realizando el armado el cráneo que luego quedará en resguardo del municipio de Liebig, ya que los restos fueron hallados en su costa. También se localizaron dos fósiles más en la parte del arroyo correspondiente a San José, y estamos esperando a que la temporada sea más propicia para poder retirarlos. Además, tenemos un relato para investigar de uno de los pescadores de la zona, quien contó que hace muchos años encontró un colmillo que supone que era de elefante, el cual estaba en la cuenca del arroyo, pero que al intentar cargarlo casi le hunde el bote. Ya tenemos localizado el lugar, y estamos a la espera de que el arroyo baje para ver si lo podemos encontrar”, adelantó Borda.