Gabriel Baldi

Cuando un jugador argentino decide partir principalmente, hacia el rugby europeo, las razones pueden ser diversas.
En la mayoría de los casos, viajan ante todo para experimentar un estilo de vida diferente y seguidamente, para disfrutar casi a tiempo completo de vivir de su pasión.

A nivel nacional, la pandemia y su manejo en nuestro país provocó un éxodo casi masivo de talentos. Desde los Jaguares, que se quedaron el año pasado si competencia en el Súper Rugby hasta los protagonistas amateurs de distintas Uniones.

Días atrás, jugadores y ex jugadores se prestaron vía Instagram a una encuesta realizada para esta producción en la que respondieron a la siguiente consigna: “Si tuvieras o hubieses tenido la posibilidad de irte a jugar al exterior, ¿lo harías o hubieses hecho?”

De un total de 2.000 personas que contestaron, un 94% afirmó que migraría, mientras que un 6% dijo que se quedaría en el país.

A cualquier deportista seguramente se le haya cruzado en algún momento por la cabeza, soñar con alcanzar las filas de un seleccionado argentino o bien, cumplir el anhelo de poder disfrutar de la disciplina de sus amores.

Aunque lejos de la tierra que los vio nacer, un considerable número de entrerrianos se encuentran actualmente disfrutando de hacer lo que más les gusta: jugar al rugby. Al mismo tiempo, ellos consiguen tomar esta diversión como un trabajo, por lo que transforman su pasión en profesión. En tanto, varios más están previendo irse.

La mayoría radicados en Europa, transitan certámenes junto a diferentes clubes que se encuentran en pleno auge.
Para la próxima temporada que en el Viejo Continente comenzaría en septiembre, algo más de una veintena de jugadores surgidos en clubes afiliados a la Unión Entrerriana de Rugby estarían siendo de la partida. Este año habrá representación provincial en España, Italia, Francia y Estados Unidos.

Objetivos

En un club de categoría del Top 10 italiano, por ejemplo, un jugador con trayectoria o renombre gana alrededor de 3.000 euros mensuales. A ese monto, no hay que sumarle alquiler ni vehículo, puesto que en la mayoría de los casos son los propios clubes lo que les proporcionan dichas comodidades a sus protagonistas.

En una segunda división francesa, los ofrecimientos son similares, aunque el salario es levemente mayor. Menor, es en España. No obstante, también es algo menos elevado el costo de vida y las instituciones, al igual que en Italia, les dan a sus jugadores las ventajas de contar con casa y auto, en la mayoría de los casos. Incluso, en oportunidades, los propios dirigentes les dan la posibilidad a los extranjeros de completar el salario de jugador y reunir dinero extra, trabajando para sus empresas o ayudando en divisiones inferiores.

En Estados Unidos, por su parte, un sueldo promedio por temporada oscila en los 25.000 dólares. Sin lugar a dudas, las cifras son cautivantes y más aún si se convierten a pesos.

Claro está que llegar no es fácil. Para un jugador proveniente del rugby amateur, sin mucho currículum que lo acompañe, las cosas pueden tornarse cuesta arriba o bien, le podrá llevar su tiempo ganarse un lugar de privilegio afuera que le posibilite ‘salvar’ económicamente el año. Descontando que deberá tener un buen manager o representante, a no ser que tenga suficiencia para manejarse y negociar solo.

Paralelismo

Era otra era, pero a lo largo de la historia fueron varios, principalmente los paranaenses, que se desempeñaron en otros continentes y a gran nivel. Entre los primeros estuvieron Marcos Cuminetti, Daniel Insaurralde, Marcelo Faggi, Adrián Toplikar, entre otros. Pero los que más lejos llegaron en el ámbito profesional en el exterior, fueron Martín Castrogiovanni, Martín Gaitán, Nahuel Lobo o Martín Chiappesoni, sin dejar de lado las carreras de Juan Gabriel Mistura o el todavía vigente Juan Martín Soffredini. Algo similar a lo que está sucediendo ahora, había pasado dos décadas atrás.

Hoy, al igual que hace 20 años, la base de Los Pumas está en Francia. En el Top 14 francés se encuentran, junto al concordiense Marcos Kremer, Nicolás Sánchez, Francisco Gómez Kodela, Pablo Matera, Facundo Isa, Guido Petti, Bautista Delguy, Lucas Paulos, Emiliano Boffelli, Juan Cruz Mallía, Jerónimo de la Fuente, Rodrigo Bruni, Lucas Mensa, Santiago Cordero, Benjamín Urdapilleta, Facundo Bosch, Juan Imhoff, Santiago Chocobares, entre otros.

En Inglaterra están Matías Alemanno, Santiago Carreras, Julián Montoya, Joaquín Díaz Bonilla, Santiago Grondona, Matías Moroni, Agustín Creevy, Matías Orlando y Mateo Carreras. Ahora, en Italia, se encuentra Nahuel Tetaz Chaparro junto a varios eventuales jugadores del seleccionado argentino mayor y la lista sigue, con los que están en Oceanía.
La Superliga Americana de Rugby es potencialmente interesante, aunque no para un jugador del Tier 1.

Vuelta atrás

Años antes, el profesionalismo en Argentina era algo desconocido e inclusive, un tema que algunos miraban de reojo. Hoy, sigue habiendo críticos del rugby en el campo rentado a nivel nacional. Claro, por lo general es gente avocada a otros menesteres o que quizás quedó a un lado de los tiempos que corren. Para dedicarse de lleno al deporte, se necesita respaldo. Ya no basta con entrenarse dos días a la semana e ir tres días al gimnasio. El rugby de esta era requiere mucho más.

Lo cierto es que la pandemia destruyó un sistema argentino que estaba dando sus frutos y que supo contar con la presencia de los entrerrianos Kremer y Javier Ortega Desio, compitiendo sin alejarse de su casa, al más alto nivel. Volver a eso actualmente resulta una quimera. Por lo pronto y ante la falta de competencia oficial en la mayoría de las regiones, los jugadores buscan nuevos rumbos.

El tiempo dirá cómo y con qué nivel seguirán llevándose a cabo los certámenes de las Uniones o si algún día, regresará el primer nivel al país.