Belén Fedullo
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Lazos, tradición y trabajo son las tres palabras que definen una actividad que volvió a ser exitosa en la zona. Antes de ser declarada “Capital nacional del citrus”, Concordia era una ciudad con viñedos y una muy buena cosecha y producción.
Pasaron los años. Mendoza se hizo dueña de las uvas y en Entre Ríos quedaron los cítricos y el arándano. Pero la familia Rigoni decidió retomar con un trabajo que le significó unión y prosperidad.

Flavia Rigoni es contadora. Ejerce su profesión y dicta clases en Concordia. Junto con sus familiares son propietarios de la Finca Fénix y organizan año tras año la “Vendimia de Entre Ríos”. Un evento que se lleva a cabo durante el primer fin de semana de febrero y que tiene como objetivo llevar a quienes se acerquen a vivir “la experiencia del vino”.

“Lo que hacemos es la inauguración de la temporada de vendimia con el corte del primer racimo. Siempre lo hace alguien de la familia. Luego de ese primer corte invitamos al resto a participar de distintas actividades en las que conoce cómo se vive este tipo de trabajo en nuestra zona”, especificó.

Los Rigoni, con antepasados italianos, tienen un vínculo histórico con la vid. El tatarabuelo de Flavia llegó a tierras entrerrianas y tuvo los primeros viñedos del lugar que habitó, su bisabuelo también tuvo viñedos en la zona de Villa del Rosario y Colonia La Argentina. También en los Terenzano, la familia de su mamá, hay vínculos con la actividad. “No podemos desligarnos de la vid”, contó.

Abrir las puertas y compartir

Cada vez que llevan adelante la vendimia, desde la familia organizan todo con tiempo. Ya son 6 años los que tienen de experiencia y aseguran que lo disfrutan cada vez más. Quienes quieren participar deben inscribirse en un formulario de Google que ofrece la invitación. Allí dejan sus datos y son confirmados como participantes del evento.

No es usual que una empresa abra sus puertas a la comunidad, pero los Rigoni tienen una explicación. “Es muy simple, queremos compartir”, admite Flavia, en diálogo con Mirador Entre Ríos. “Queremos que la gente conozca el lugar, que vea lo que vemos, lo que hay y lo que nos rodea. De hecho, esto nació un poco de manera casual, estábamos con mi hermano un día y concordamos en que es un espacio hermoso y que debíamos hacer que otros lo vieran y supieran de la actividad, así que por eso decidimos abrir las puertas”, explicó.

Aunque llevan varios años haciendo el evento, aún hay quienes se sorprenden. “Después de la primera experiencia decidimos seguir con la actividad porque muchas personas quieren venir. Nos dicen que no pueden creer que haya viñedos en la zona, pero nosotros respondemos con historia, les contamos que esta era zona productora y que, además, como siempre dicen todos los entrerrianos, acá tirás una semilla de lo que sea y crece”, mencionó, entre risas.

Lo que dice es real, en Concordia la actividad vitivinícola fue una de las más prósperas a mediados del siglo XIX, en el contexto de una Entre Ríos que llegó a ser la cuarta productora nacional de uvas y vinos en los comienzos del siglo XX.
La propuesta es simple, está al alcance de cualquier persona y resulta formadora. “La actividad se lleva adelante siempre al aire libre. Hacemos la vendimia con el corte de los primeros racimos, también una actividad lúdica rememorando la pisada y cerramos con la degustación de vinos”, explicó Rigoni.

Aunque quienes asisten a la actividad preguntan por el Malbec, esa es una variedad que no tienen, en la finca ofrecen vinos Merlot, Tannat y Marselan que son 3 cepas distintas y una cepa blanca que se llama Moscatel de Alejandría.

“Nosotros tomamos la decisión de tener las variedades que tenemos luego de hacer algunos estudios, no fue algo al azar. Además es distinta la forma en que están plantados los viñedos. El sistema de conducción se llama por lira y le da un toque algo pintoresco a la vista, aparte de las razones técnicas. Es un sistema más moderno de conducción de la viña, siendo el tradicional el llamado espaldera que es una sola línea de palos y alambres. Nosotros, acá, tenemos en lira que lo mostramos y explicamos”, comentó.

Con éxito, en esta edición 2022 presentaron champagne y vinos blancos, pero también tuvieron a los protagonistas de siempre, los tintos. Estos últimos participaron de una competencia en Perú en el año 2020, el Marselan se llevó una medalla de oro y el merlot una de plata.

La relación del vino con el pueblo

El kilómetro 329 es un punto de referencia en la zona de La Criolla y las colonias como San Bonifacio y Los Charrúas. Allí estaba una de las estaciones por las que pasaba el tren y ese número fue el elegido por la familia para darle nombre al vino que producen.

“Decidimos ponerle ese nombre por el arraigo que hay con nuestra tierra, porque es nuestra identidad, historia y porque significa una puesta en valor de nuestro lugar. Es un punto al que queremos darle el valor que tiene. Obviamente la cata de este vino está incluida en la experiencia de la vendimia, y al ser un vino premiado explicamos todo el proceso para producirlo y lo que significa”, contó Flavia.

Para la mujer, lo que sucede con la bebida va más allá de Concordia. “Creo que el 329 es un vino que representa a Entre Ríos porque abarca el trabajo mancomunado de personas que están distribuidas en la provincia porque también somos proveedores de otras bodegas de Entre Ríos”, explicó.

Así, con la vuelta a la cosecha y producción, actividades que fueron significativas para los primeros pobladores productores de la zona, la familia busca recuperar la identidad y generar lo mismo en otros. Para eso abren sus puertas e invitan a la comunidad a vivir la experiencia y, por qué no, a animarse a hacerlo para seguir sumando producciones innovadoras.