Del teatro a la pantalla chica

“El Marginal”, la serie de Netflix que logró unir a dos talentos entrerrianos

Diego Gallardo e Ignacio Monná tienen algo en común. Además de ser oriundos de la misma provincia, uno de Concepción del Uruguay y el otro de Concordia, ambos comparten la pasión por la actuación desde jóvenes y lo demuestran cada vez que salen a escena. Se conocieron personalmente en Puente Viejo, el nuevo penal donde se grabó la exitosa serie argentina. En diálogo con Mirador Entre Ríos, los actores hablaron sobre esta experiencia audiovisual, proyectos para este año y cómo llegaron a hacer del teatro un modo de vida.
14-02-2022 | 19:12 |

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Los entrerrianos luego de una ardua jornada de rodaje.


José Prinsich
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Dicen que el mundo es un pañuelo y que para muestra basta un botón. Diego Gallardo e Ignacio Monná, dos jóvenes entrerrianos con vasta trayectoria en las artes escénicas, pueden dar fe de que esta afirmación es así. Ambos oriundos de la misma provincia, uno de Concepción del Uruguay y el otro de Concordia, se conocieron personalmente en el rodaje de la serie “El Marginal 4”, cuyo éxito superó todas las expectativas tras su estreno el pasado 19 de enero en la plataforma Netflix.

La nueva apuesta audiovisual tuvo a los entrerrianos en el staff del servicio penitenciario, interpretando a dos guardias cárceles. Mirador Entre Ríos dialogó con los actores sobre esta gran experiencia y sus proyectos a futuro.

-¿Cómo fue interpretar al personaje de Osmar?

-Diego Gallardo (DG): Desde el punto de vista del trabajo, fue uno de los más difíciles y un gran desafío interpretar a este personaje. Esto se filmó hace un año. Fue de los primeros rodajes que volvían después de la pandemia. Entonces, había todo un tema protocolar que (si bien se mantiene) en ese momento era más fuerte. En “El Marginal” no tuvimos ensayos. Ahí prenden la cámara, dicen acción y vos ya tenés que hacer tu personaje.

-¿Cómo describirías a este guardia cárcel?

-DG: Es un personaje que te desafía desde el punto de vista actoral. A mí me encantó desde el primer momento que me contaron la idea porque es un tipo que no concuerda con su medio, un esclavo de las circunstancias impuestas por el ambiente. Este personaje no se siente a gusto con su vida, con las elecciones que ha tomado.

-¿Cómo llegas al “El Marginal”?

-Ignacio Monná (IM): Llegué por una cuestión de no encontrar dónde actuar. Yo soy una persona que trabaja más en teatros. Cuando hablo con mi representante sobre lo que se puede llegar a hacer, empecé a castear para proyectos audiovisuales. Aparece lo de la serie como una posibilidad. Era algo muy chiquito porque era una participación como guardia cárcel que no tenía nombre, pero fue mi primera experiencia con la productora Underground y con un proyecto de tanto alcance.

-¿Te habías enganchado con la serie anteriormente?

-DG: Yo soy muy fanático de “El Marginal” desde la temporada uno. Me acuerdo que me comí los trece capítulos en dos días. Quería estar ahí porque seguía a los directores desde sus trabajos. Para mí, Adrián Caetano y Bruno Stagnaro son de los mejores directores que dio este país y yo, ego aparte y soberbia en el cajón, tuve la suerte de trabajar con ambos. Eso me encanta y me enorgullece. Estoy íntimamente agradecido, no sé si al destino, a Dios o a la naturaleza de poder trabajar con ellos dos.

-IM: La había visto para audicionar. “El Marginal” siempre tiene contenidos que son jugados y toca temas que son interesantes para la sociedad, tiene un buen manejo de la fotografía. Es una producción muy buena y encima, ahora trabajar con Netflix, se complejizó y se enriqueció. Es una producción mayor.

-¿Cómo te trató este lenguaje audiovisual?

-IM: Esto es todo nuevo para mí. La exposición si bien fue pequeña, pero en lo que tiene que ver con la experiencia y la vivencia del proceso fue muy rica. Yo empecé las grabaciones en marzo del 2021 y terminé en julio. La mitad del año pasado trabajé para “El Marginal” y eso me mantuvo con la dinámica de ir al set y de participar del rodaje.

-¿Notaste diferencias con lo que venías haciendo?

-IM: Es un código totalmente distinto al del teatro. Es otro medio de producción, con otra dinámica. He participado en proyectos donde lees la obra, te encontrás con el director, charlás, debatís y te juntás con el elenco. Se habla sobre el material, se discute, se comparte con el escenógrafo, el diseñador de luces, etc. Acá fue con mucho menos el involucramiento en cuestiones estéticas sobre lo que va a ser la obra. La técnica de actuación en cámara también es distinta. Uno no tiene ensayos con los actores hasta que va al set. Es sólo una pasada de letra. De hecho, todo el trabajo que podés hacer como actor es previo al rodaje: investigar sobre ese mundo, sobre los guardias cárceles, cómo son los personajes en cuanto a su temperamento, frialdad y su relación con el entorno. Tuve que salir más seco, parco, violento en un punto. Tuve que agarrar a trompadas a Pastor (Juan Minujín), una escena muy fuerte y violenta porque él está desnudo y hay que patearlo.

-¿Pudiste ver la temporada 4?

-DG: No la empecé a ver todavía porque prefiero dejar pasar un tiempo. Yo soy muy autocrítico y no me gusta salir corriendo, mirarla y decir “acá hubiera hecho esto”. Leí los primeros seis capítulos cuando me enviaron los guiones. Me gustó, pero desde el primer momento supe que esto iba a ser mucho más crudo y fuerte. Por eso, no quería hacer un juicio de valor sobre algo que yo no influyo. A uno le llega el guión y esa es la ley, la partitura que hay que tocar. Quiero que se calmen las cosas y que esté todo más naturalizado. Ahí lo puedo ver desde otro punto de vista y me pongo en modo público. Lo mismo me pasó con “Un gallo para esculapio” y “Apache”, series que tuvieron mucha repercusión.

-¿Participaste de los castings de las otras temporadas?

-DG: Tuve la suerte de ir al casting de la temporada 2 para el personaje del Cuis, que es el cantante de cumbia. Ahí me crucé con Osqui Guzmán, pasamos dos instancias y no quedamos elegidos. Para la temporada 3 ni siquiera me llamaron al casting, entonces di como perdida la posibilidad de estar en “El Marginal”, pero me sorprendió cuando vino la 4. Ya habían pasado varios años desde la primera temporada. Así que me tomé el trabajo de mirar otra vez la serie en el orden cronológico. Hice todo un trabajo de mesa para estudiar la serie, las circunstancias y los personajes como para estar más a tono.

-¿Cómo lo conociste a Nacho?

-DG: Nosotros nos conocíamos de palabra. No nos conocíamos en persona porque justo cuando yo estuve en Concordia, creo que él estaba en Buenos Aires. Cuando nos encontramos, resulta que teníamos un montón de amigos en común y nos sentíamos como que éramos amigos de toda la vida, además compartimos un montón de días en el rodaje. Es una persona increíble y nos hicimos amigos enseguida. No podíamos creer que, en una serie tan grande con tanta repercusión, haya dos personas de Entre Ríos y que se hayan formado en Concordia. Era muy loco todo.

-¿Cómo fue trabajar con semejante elenco de actores?

-IM: Fue muy bueno trabajar, por ejemplo, con Juan Minujín porque es muy profesional y predispuesto para trabajar con actores desconocidos. Destaco también a Claudio Rissi y a Gerardo Romano, que me encanta su laburo. Tuve pocos encuentros con él en el set, pero lo que vi, chusmeando un poquito sus escenas y lo que observé en las otras temporadas, es admirable.

-¿Cómo te encuentra la actuación hoy?

-DG: Con el teatro seguimos a pleno. Ahora estamos con una obra de improvisación, que venimos haciendo desde el 2019 con Mosquito Sancineto. Actualmente estoy ensayando una obra que se llama “En Alta Mar” de Slawomir Mrozek. Sigo haciendo casting. Hace poco hice un casting para una película de Mirta Busnelli y otro para una serie sobre la vida de Fito Páez. También grabé una participación en la película “Miénteme”, protagonizada por Florencia Peña y Benjamín Vicuña. Después cualquier oportunidad que se presenta la voy a aprovechar.

-IM: Me gustaría seguir probando en lo audiovisual porque le encontré el gustito y me entusiasma ver otras posibilidades. Por lo pronto, volver con lo teatral. Estamos ensayando en el Centro Cultural San Martín una obra de Shakespeare llamada “Cimbelino”, dirigida por Mónica Maffía. También estamos esperando que surjan otros proyectos con la compañía Canción Nocturna del Caminante, con la cual vengo trabajando hace un par de años y que está dirigida por Guillermo Vega Fischer. La idea es retomar con “Granos”, la segunda obra de la trilogía escrita por el dramaturgo Vinicius Soares de Río de Janeiro. La primera se denominó “Las Ratas”. Esta es una compañía internacional integrada por actores de España, Uruguay y Argentina. Además, en Entre Ríos, doy clases en la UADER.

Actor por naturaleza


Diego Gallardo siempre vio en el juego una puerta directa para la actuación y el teatro. Desde pequeño, el uruguayense se disfrazaba y disfrutaba participar en los denominados juegos de roles, pero los intereses fueron cambiando con el paso de los años. “Me fue absorbiendo el mundo estudiantil y laboral al que estamos todos metidos. Fui a la escuela técnica, me hice electricista. Antes había pasado por un taller de pintura y también empecé a tocar la batería con unos amigos”, manifestó el entrerriano.

Su llegada al teatro se dio en Concordia, donde estaba radicado Diego, y fue gracias a un amigo guitarrista, quien lo invitó para que lo acompañe a una clase de teatro. La premisa era ver lo que hacían sólo cinco minutos e irse. “Cuando llegué al Palacio Arruabarrena estaba Marcelo Demonte Becker dictando la clase. Básicamente nos echó porque fuimos en septiembre y las actividades habían arrancado en marzo”, recordó con un poco de humor.

“Cuando nos estábamos yendo con mi amigo, Marcelo nos vuelve a llamar y nos dijo que estaban por estrenar una obra y que faltaban dos personajes para que hicieran de policía. Empezamos a actuar sin haber ido a una clase de teatro. Yo seguí por 10 años en ese grupo. Con Marcelo después hicimos otras obras, pasamos por distintos lados y él me iba formando. Lo mío era sumamente práctico”, agregó.

En el 2011, el entrerriano quedó seleccionado para un casting del Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires. Ahí empezó a cruzarse con actores profesionales. Todos habían ido a conservatorios y estudiado en diferentes lugares, menos él. “Yo no tenía qué decir. Era como el chavo del ocho de la vecindad. Lo único que tenía era lo que me había brindado Marcelo en su taller. Así que me planteé la posibilidad de venir a la Escuela de Serrano y después, paralelamente, hice la Escuela Metropolitana de Arte Dramático”, expresó Gallardo.

Su primera participación en una serie fue con “El jardín de bronce”, una producción de Pol-Ka protagonizada por Joaquín Furriel, Gerardo Romano, Luis Luque y Julieta Zylberberg, entre otros. Desde ese momento, la carrera del hombre de “La Histórica” nunca se detuvo. Se subió a infinidad de veces a los escenarios, con la diversidad de personajes que lo caracterizan, con un solo objetivo: despertar emociones en el público.
De un taller a viajar por el mundo

Durante la adolescencia, Ignacio Monná dio sus primeros pasos en la actuación de la mano de Juan Carlos Miggoni y en los talleres que se brindaban desde la Dirección de Cultura. Poco a poco, Nacho se fue ganado un lugar en el elenco de teatro independiente de la ciudad de Concordia. Comenzó a hacer obras, llegando a generar hasta tres producciones por año. Su primera presentación fue en el Festival “Colón a todo teatro”, cuya obra representaba a una balsa que viajaba desde la Concordia hasta la ciudad de las artesanías y que pretendía participar del mencionado evento. El joven Monná había hecho simplemente de pueblo, pero sus ganas de salir a escena estaban más latentes que nunca.

Esta entrada al mundo me conectó con el oficio y con tomar con mucho profesionalismo lo que para mí era un juego. Yo tenía definido que quería ser actor y que quería irme a estudiar a Buenos Aires. Se graduó en la Escuela Nacional de Arte Dramático, llegó a estudiar con referentes de la talla de Guillermo Angelelli y Ciro Zorzoli.

No conforme con ello se formó como bailarín en el Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín y en la Escuela de Pina Bausch, Folkwang Hochschule en Alemania. Luego estudió canto en el Conservatorio de Música Manuel de Falla y tomó clases particulares con Mirta Arrúa Lichi y Joni Totoro.

“Estuve tres años en Europa y después decido volver porque me gustaba mucho la escena porteña. A la vez fui amasando la idea de volver a Concordia para hacer una sala y es lo que terminé haciendo en el 2012. La misma se llama “La Cigarrera”, que este año cumplimos 10 años. Fui armando ese mundito entre Buenos Aires y Concordia, que sigo sosteniendo hasta el día de hoy porque vivo en Buenos Aires, pero viajo todas las semanas. En los últimos años también hice producciones comerciales en el Paseo de la Plaza, calle Corrientes, Teatro Astral”, destacó Monná.
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