Lucía Torres
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Durante el mes de la alfabetización se busca enaltecer a los miles de hombres y mujeres que deciden terminar sus estudios primarios o secundarios a una edad adulta, haciéndolo a la par del trabajo, la familia, hijos y demás responsabilidades. Y visibilizar a quienes aún hoy no pueden hacerlo y no cuentan con las nociones básicas de lectura y escritura.

Mercedes Villalba es la directora de la Escuela Tuparaí, donde los alumnos tienen la posibilidad de estudiar en distintos talleres de capacitación laboral, pero también de cursar estudios primarios y secundarios para adultos. La docente resaltó a Mirador Entre Ríos que “cuando acuden interesados en hacer los talleres, deben contar con estudios secundarios completos, en el caso de que no lo tengan, se les brinda la opción de hacer el taller y las clases académicas paralelamente. Actualmente la mayoría acude por los talleres, pero hay quienes consultan por la escuela y allí se enteran que también están los talleres, que para los alumnos de la escuela es obligación optar por alguno, luego egresan con los dos títulos de validez nacional, el primario o secundario, y el del taller que hayan realizado”.

Hay 18 talleres en la actualidad, con alumnos de diferentes edades, a partir de los 16 años hasta más de 70 años. Los talleres que más concurrencia tienen son, electricidad, peluquería, cocina, fotografía y soldador básico.
Uno de los talleres que más demanda de la comunidad tiene es el de “Auxiliar en Cuidados Gerontológicos”. “De ese perfil nos han consultado por egresados, nosotros no recomendamos, pero sí facilitamos formas de contacto y sabemos que muchos de los egresados están trabajando”, remarcó Villalba.

Escuela primaria

María Elena tiene 30 años y junto a Lidia, de 41 años, están cursando el último grado de la escuela primaria. Sus historias son distintas, María Elena hizo de niña hasta 4to grado y luego tuvo que abandonar, mientras que Lidia había cursado completo, pero en Paraguay, de donde es oriunda.

“Nunca me llegaron los papeles para hacer la secundaria, entonces este año decidí hacerlo acá porque estaba perdiendo tiempo y ahora la promesa es hacerlo junto con mis hijos, que tampoco lo tienen”. Del panorama que se encontró dentro de la escuela dijo que es muy distinto el sistema al de Paraguay, “me cuesta pero mis hijos y mi marido me ayudan mucho”.

En el caso de María Elena, quien tiene una hija de 11 años, que también está en 6to grado, es ella quien ayuda a su mamá en las tareas. En su caso se acercó a la escuela interesada en los talleres, pero al no tener primaria le ofrecieron cursar estos estudios, “y me encantó la idea, ahora hago el taller de cocina, ya vendo cosas, y de paso termino la primaria”. La materia que más les cuesta a ambas es Ciencias Sociales, “sentarse a estudiar no es fácil, pero se puede, hay que saber cuándo pedir ayuda”.

Escuela secundaria

Uno de los mejores alumnos de la escuela y abanderado de la institución es José Capovilla, que con sus 70 años cursa tercer año de la secundaria y se recibe este año. José estudió en Concordia hasta tercer año, “luego intenté seguir en Chajarí, pero debí hacerme cargo de mi madre, y trabajaba de 4 de la mañana a 12, y a la escuela entraba a las 13.15, era imposible. Además tenía que rendir más de 10 materias de equivalencia, entonces desistí”, recuerda el alumno, quien aclaró que después, el trabajo, la familia y la vida misma hizo que ese objetivo quedara relegado.

Sin embargo, hace un par de años José escuchó que la escuela inscribía a jóvenes y adultos para terminar el secundario, “y como ya me había jubilado, tenía tiempo y se me ocurrió terminarlo. Le comenté a amigos y familias y todos me apoyaron, entonces no me quedó opción, no podía renunciar, tuve que inscribirme sí o sí”, comentó entre risas.

Pero no fue fácil, hacía 52 años que había dejado el secundario, y los métodos de estudio cambiaron notablemente. “Cuando entré ni siquiera sabía prender una computadora, fui aprendiendo y lo que me ayudó mucho fue la pandemia, que me mantuvo dentro de casa por mucho tiempo, para aprender y estudiar. Además tuve todo un ´ejército` detrás que me ayudaron, mi familia y amigos”.

Talleres de capacitación laboral

El taller de peluquería es uno de los oficios que se enseñan en la escuela chajariense. Isabel Yaccuzzi tiene 56 años y ya cursa el segundo año. Lo que más disfruta hacer dentro de los trabajos es tinturas, reflejos y peinados.

En cuanto a lo que implica volver al ámbito escolar reconoció que “es raro pero me gusta, el secundario también lo hice de grande, así que sé lo que es volver a empezar y me gustaría quizás hacer después otro taller”. Isabel indicó que en su primer año de cursado sí tenía vergüenza, “un poco, animarme a hacer las cosas, pero no me gusta faltar y busco siempre seguir practicando, es la única forma de perder la vergüenza y aprender”.

Del taller de modista a medida participan, entre sus alumnas, Jaqueline Guirotane, Antonia Imboberdoff, Vanesa Ramírez y Lujan Cabrera, de entre 21 a 48 años. Sobre sus experiencias personales y por qué llegaron a la institución contaron que en algunos casos fue como una posibilidad de conocimiento personal, y en otras para perfeccionarse.

“Ya sabía algo de antes, pero sólo lo aprendido al ver a otro trabajar, acá tenía la posibilidad de aprender moldería eso es muy importante, porque cada cuerpo es un molde, y estas clases ayudan a mejorar la prolijidad al forrar algunas prendas, por ejemplo los sacos”, expresó una de las alumnas.

Además coincidieron que de la institución se gradúan con un título a nivel nacional, y la cuota de cooperadora que pagan es muy accesible. “Tenemos a disposición toda la maquinaria, electricidad y mobiliario, eso es una gran ventaja frente a los cursos privados, que además suelen salir mucho más dinero”, valoraron.